El Mundo Today

2007/10/31

Pensamientos en el extranjero

Estoy furiosa, sí, furiosa y un poco harta de esos comentarios en clave de humor de ciertos irlandeses, más bien cercanos, que deberían entender mejor que nadie la soledad que alguien puede llegar a sentir en un país extranjero. Alguien, sí, yo misma, rodeada de palabras condescendientes, de envidias insidiosas, de estúpidas anotaciones que ocultan miedos y soledades aún mayores. ¿Dónde estará mi hermanita? ¿Qué será de ella? Su pobre suerte la lleva a la locura; ella, tan fuerte y tan delicada, tan generosa y tan natural, tan suya, tan lejos.

Al son de mil flautas deberíamos olvidar las fronteras, las formas, las culturas y centrarnos en el fondo de las cosas, de la verdad que todos ocultamos y sabemos desde que nacemos: esta es una historia que se acaba, una verdad que puede ser tan terrible que asusta y en lugar de separarnos, debería pegarnos en un eterno abrazo fraternal.

Calla, alma despierta a un mundo que no es rosáceo, sino más bien plomizo. Calla y, sonriente, entona un canto. Melancólico, si quieres, pero canta, flor de este desierto sin cara definida ni oasis perfectos. No hay escapatoria, pero sí un lugar para soñar y descifrar con pruebas digitales el latido de otro mundo en creación continua. Desarrolla tu poder, pues es éste el único que habrá de salvarte de una rutina maldita, de unas palabras mal dichas, de una memoria colectiva tan borrosa que se nubla en el tiempo. Suda sin sudor las toxinas del encuentro, de un encuentro, de todos los encuentros, que echan abajo tus ilusiones y alegrías. Reposa, soldada de la vida, el tiempo de la paz camina a tu vera; recuerda tu cara bonita, tu dicha dormida, tu dote de amor.