El Mundo Today

2012/08/29

El caso de la erección intempestiva y el pene de potrillo

Estaba en el quirófano, esperando que la anestesia epidural hiciera efecto, disfrutando de la novedosa experiencia de no sentir nada de cintura para abajo. El borde de la sábana que habían colocado como pantalla para que no viera como manipulaban mi hernia inguinal se levantó un segundo y lo que vi me dejó boquiabierto: ¡mi pene estaba erecto!
La situación no me parecía nada excitante y por necesidad tampoco era. En previsión del periodo de abstinencia obligado por la convalecencia, había tenido la previsión de procurarle un festín a mi amiguito en la víspera. Entonces, ¿a que se debía esta erección tan fuera de tiempo y sazón?
Una serie de hipótesis acudieron en barrena a mi mente para explicar el misterio:
¿Enfermeras y cirujano estaban conchabados para toquetear a los pacientes aprovechando que no se enteraban de nada? Un cirujano y su harén de enfermeras pervertidas, inquietante…
¿Padecería yo una de esas raras parafilias en las que se obtiene el placer sexual de las situaciones más peregrinas? ¿Quirofanofilia?
¿La epidural y demás pastillitas que me habían dado provocaban alucinaciones?
La tercera hipótesis me parecía la menos divertida y por eso mismo la más probable. Pronto tendría ocasión de verificarla.
Finalizada la intervención, me dejaron en una sala a la espera de que se me pasaran los efectos de la anestesia, tumbado en una camilla y tapado por una sábana. Miré hacia abajo y vi un bulto que clamaba: alucinación, no; erección, sí. Cuando la enfermera miraba hacia oto lado, metí la mano debajo de la sábana, me palpé el pene y se produjo la segunda sorpresa de la mañana, mayor aún que la primera. El pene no sólo estaba erecto, ¡su grosor había aumentado a niveles desconocidos por mí!
De nuevo las hipótesis y las preguntas en barrena: ¿Me lo habían inflado? ¿Cómo? ¿Con qué? ¿De qué manera? ¿Por qué motivo?
¿Me habían transplantado el miembro de un caballo (de un potrillo, para ser exactos)?
Alarmado, levante la sábana. Mi pene tenía el mismo tamaño y grosor de siempre, y esa forma tan suya de sonreír y de decir te quiero.
Volví a tocarlo: pene de potrillo. Pero ¿qué estaba pasando? ¿Por qué mi vista contradecía a mi tacto? No tarde mucho en hallar la explicación. Cuando tocamos el cuerpo de otro, sólo percibimos lo que nos transmiten nuestros dedos. Pero cuando tocamos nuestro propio cuerpo, percibimos lo que transmiten nuestros dedos más lo que transmite la piel que tocamos: una información en estéreo, no sé si distorsionada o perfeccionada. Por lo tanto, no sabemos lo que los demás sienten cuando nos acarician, aunque podemos hacernos una idea aproximada cuando tenemos una parte del cuerpo anestesiada. Empleé el tiempo que restaba para que mi mitad inferior despertara en descubrir lo que los demás palpaban cuando me palpaban, sobándome muslos, pene, ingles, rodillas, pene, pubis, corvas, pene…
La enfermera se dio cuenta de mis manipulaciones, Si me la encuentro en un parque, seguramente no me dejará jugar con su hijo. Si me la encuentro en un bar, probablemente me invitará a jugar con ella.
Misterio n.º 2 aclarado. ¿Y el misterio n.º 1, el de la erección intempestiva? Tuve que esperar a que la convalecencia me permitiera ir hasta una biblioteca para desvelarlo. En un diccionario médico encontré la solución:

La anestesia general o espinal pueden inducir una erección. En la segunda, el fenómeno se explica por un bloqueo incompleto de los segmentos sacros de la médula espinal o por estímulos locales (preparación del campo quirúrgico, tacto rectal, uretrocistoscopia, etc.), realizados antes de estar establecido el bloque sensorial.

Caso resuelto.


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2012/08/24

Café Chaos and implied Order according to chef Tavella from Genoa


A diferencia del Kabul, desaparecido desde quién sabe cuándo de aquella Warmoestraat de tus correrías el siglo que fuiste joven, el café Chaos [pronúnciese Jaos] no sólo sigue a orillas de los canales Curtidores y... ¿Cordeleros? [Lijnsbaan], sino que apenas ha cambiado en los últimos veinte años. Seguramente hoy tiene todavía más angelotes de madera y escayola revoloteando por el techo y las paredes, como una alucinación en policromía, pero sus mesas ya no están alfombradas según esa absurda lógica holandesa que usaba las alfombras como tapetes para protegerlas de las pisadas a las que estarían expuestas en el suelo; suelo que por otra parte en el siglo XX solía estar alfombrado de cáscaras de cacahuete de unos 4 cm de espesor, como si aquello hubiera sido un bar español, a más de caótico. La camarera que te sirve, hombre maduro, una jonge jenever no está en condiciones de concretar cuándo prescribió aquella costumbre tan antiholandesa de arrojar desperdicios al suelo: ella no contaba edad de ser admitida en los bares cuando tú, joven arcángel epicúreo, preferías la oude jenever, aunque alguna vez te tirase de la bici como un riel de tranvía o una novia grunge en la parrilla. Pero sí tiene edad suficiente para haberse familiarizado ya con esa costumbre que los objetos de nuestro amor tienen de mutar, deteriorarse, desaparecer sin pedirnos permiso.
Una hora más tarde la mirada de asombro de un viejo amigo al que no veías hace 16 años te convence de que el que se ha deteriorado, sin cambiar ni desaparecer, eres tú.


Sea joven o vieja, la ginebra holandesa, que a ti te gusta mucho más que la inglesa, se sirve llenando un vaso de chupito hasta el borde. El bebedor puede inclinarse reverente a sorber el primer trago besando la copa sin asirla de su mano; o bien ofrendar a los dioses las gotas derramandas por la vía habitual. Si al servir, una botella se agotara antes de colmar el vasito del cliente, la tradición manda que lo que éste beba de él antes de que la camarera vuelva con otra botella llena corre por cuenta de la casa. Te complace que el Caos se mantenga fiel a esta cuestión de Orden, porque ya vienes observando que en otros garitos que se las dan de tradicionales te sirven la misma cantidad de ginebra en un chupito algo mayor, sin llenarlo hasta el borde. ¡Dónde iremos a parar!


"White Martian Sun, / What have you done?", podría, o no, haber escrito Persse McGarrigle, de Limerick, si alguno de sus viajes en pos de Angelica le hubiera dado la oportunidad de contemplar un amanecer en el planeta rojo, donde al parecer el Sol se ve blanco, además de chiquito, seguro que hasta se puede mirar de frente sin quedarse ciego; y así no hay quien sea heliólatra con fundamento. Tampoco hay lunas que valgan y el cielo no termina de decidirse entre el gris marengo y el shallow purple, que no diga que no tenga su aquel.


Amber is the Stellenbosch white you taste late into the night with chef Tavella, who, like you, used to work as a translator back in the 20th century, when the Internet was kind of small. In her own way chef Tavella is a magician, a witch, and still a translator, an interpreter, which entails acting as well as spelling spells, ABCs. You discuss word-operated magic, Alan Moore, culture turning into steam, evaporating due to excessive (duplicated) information; apocalypsis as positive revelation, dawn of a new era with the next solstice, as predicted by the Mayas (good times are going to get us, chef Tavella forsays); absolute and relative time, order and chaos, both complementary and opposed, as in God & sense vs. Chaos & pointlessness.
"Can't you see", she tells you as she raises her glass of Idiom to stay pointed, "the Goddess manifesting Herself in this nectar? How on earth would we have this, if it didn't come from Heaven? What more proof do you need of a Superior Order?"

2012/08/11

Implied Order according to Persse McGarrigle from Limerick


'Have you ever thought, Angelica,' said Persse, 'what a remarkable thing it is that the moon and the sun look to our eyes approximately the same size? [...] The odds against its happening like that by chance must be billions to one.'
'You don't think it was chance?'
'I think it's one of the great proofs of a divine creator'

2012/08/08

"I will be ash, that ash will feel as well" (D. Francisco de Quevedo, 1580-1645)



Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría 
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido.

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

2012/08/04

Edible Animals VII: "¡Mañana, mañana!"

Parrots are edible: I know this for a fact thanks to my gran. She's turning 90 today, and recently confessed to me, much to my mother's embarrassment, that she had once chased an imprudent parrot and disposed of it the old fashioned way, i.e. by virtue of a proverbially established principle: "ave que no vuela, a la cazuela" --a flightless bird ends up in the pan. It's the only language it understands when it comes to explaining to it by way of practice what its position is in the food chain. The unfortunate winged reptile had fallen on a closed patio and found itself deprived of its innate flying gift, having spent most of its gallinaceous life in a cage. Stupid as it was, it did however bloody well know it was about to die, subject to its dinosaur instinct. As to good old gran, she knew by common-sense reason, lessons from experience and food-chain Order that, as soon as she had it birdie inside the sack, it'd be hers. So it was.
"Mañaña, mañana!", it birdie kept answering to my gran's murmured prayer to come down a ledge it had found temporary safety upon.
It was the only word it knew, but for once at least it had found it to be becoming... if not of use.
No sooner is it in the sack than you may drown it in the sink, smash it against a wall, twist its neck to avoid looking into its eyes, or hearing its words while imagining it means them... Enough of that: whichever way it's going to end up where it rightly belongs: en la cazuela...
A pressure cooker works best: pluck the exotic thing thoroughly and throw it inside, half-gutted, together with: 1 peeled tomato, half an onion, chopped, one chili pepper, a clove of garlic, a drizzle of oil, and a pinch of salt.

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