El Mundo Today

2013/06/25

Saltando . • . la hoguera


Algo tienes, Noche de san Juan
Que aviva un rescoldo entre cenizas
De
Juventud
dilapidada
En los absurdos Ritos
Iniciáticos
De nuestros Antepasados
O en otros importados
Y hechos pasar por nuestros
Tanto da: son el mismo
Ciclo-Rito
El mismo Sol de siempre
De cuyo polvo fui tomado
El mismo Fuego
Que no sube ni baja
Bucle devorador de Muerte-Vida
Garganta que te traga si te vomita
Vulva que te engendra como te engulle
Adolescentes de precoces borracheras
Con embriaguez por desvivir 
En aturdimiento colectivo
Por rigurosa separación de sexos
Hace 100 años que seré ellos
Ya ellos fueron yo el siglo XXIV
Jamás ninguno nos volverá sabios
Sirviendo al mismo Dios u Orden divino
Autorreferente
Sin querer saber que la Belleza
Existe pero
no te espera
Que arde y
se consume
No es la sombra de una Idea
En las paredes de una cueva
Iluminada por una llama
Luz de 120 dB
Nada vale más que amarla
Con vida de atravesar
saltando
la hoguera

2013/06/23

Diario íntimo-apócrifo del Papa Francisco (y 3)

Traducido del italiano por Rosalía Borgia.

Miércoles, 1 de mayo, san José Obrero Día del Trabajo. Lo hemos celebrado, en la audiencia general de los miércoles, atacando urbi et orbi a los mercados financieros, el beneficio egoísta y el trabajo esclavo (no necesariamente en este orden). Se nos ha ocurrido a la hora del desayuno mientras nos tocábamos los pontificios cojones. Creemos que a nuestra parroquia le ha caído bien. Están todos venga a rezar por Nos como posesos y ya vamos notando los beneficios, sobre todo en las cervicales. En realidad la gente sigue siendo tan religiosa como en la Edad Media, sólo que ahora lo llaman pensamiento positivo, pero no hay más que usar la nueva jerga para hartarse de reír viéndoles rezar día y noche, ahí, postrados de hinojos. Por Nos, como no podía ser de otra manera.

Lun. 6, san Alberto Hemos vuelto a referirnos a la pederastia en el clero, un tema que a la parroquia ya hemos visto que le pone. Pedimos claridad y valentía para combatirla. También ayudaría tener permiso para follar con adultos; se lo propondremos a nuestra romana diócesis, que siempre ha sido muy liberal; no hay más que ver su tolerancia para con mi cada vez más inocultable podofilia (¡adoro lavar y besar Pies Femeninos en público!). De lo ecuménico, exceptuando las comunicaciones mundanas, seguirá ocupándose Peneadicto, como ya habíamos hablado.

Mié. 8, santa Dominga Esta mañana, después de la audiencia general, ha puesto a prueba nuestra santidad una cubana de lo más mundano que se llamaba Berta, con lo nervioso que a Nos nos pone la cercanía de las mujeres, esas máquinas de pecar con esos Pies gritando ‘¡lávame!’. Al pedirnos que bendijéramos a Cuba, nos ha tomado las manos diciendo estar muy emocionada. Conmocionados estábamos Nos, que nos moríamos por besarle esos Pies, caer rendido ante ellos como el fetichista pecador que somos, Nos. Se nos ha puesto más que morcillona, a Nos, incluso hemos mojado calzón papal; pero bueno, si una negra de esas características me pide que bendigamos a Cuba, Nos la bendecimos. Bendita sea, ea. Total, no nos cuesta nada y tampoco creemos que vaya a molestarle a la dinastía Castro, pues, no surtiendo ningún efecto conocido, difícilmente puede considerarse injerencia. Somos demasiado humildes para injerirnos en Cuba; ni siquiera nos injeriríamos en Trinidad y Tobago, siendo como somos un mero obispo, casi un párroco de pueblo.
Nos hemos hecho unas fotos con la negra. Creemos que han quedado un poco raras, porque ella también iba de blanco y además llevaba zapatos, como Nos. No le han debido de advertir que íbamos a coincidir; aunque suponemos que se nos distingue bien, porque Nos somos más pálido, más humilde y damos más imagen papal, dónde va a parar. De campechanía ponele que estamos a la par, que en Cuba tienen mucha onda, sobre todo la Oposición. En La Habana no sé, pero aquí en Roma el día menos pensado elegirán un Papa negro, aunque sea un mero figurante, como Nos. Después de lo nuestro, que estamos en una nube, y sobre todo lo de Peneadicto, que cuando elijan al negro todavía seguirá de Papa, tiene mucho sentido.
 



“Vamos los dos de blanco”, le hemos comentado a la negra, por decir algo. Es que a Nos nos ponen una mujer así delante y, si no podemos lavarle y besarle los Pies allí mismo, no sabemos qué hacer con ella. “Vengo en representación de las Damas de Blanco, Santidad”, me ha contestado la negra. Se conoce que tiene respuesta para todo. Nos también; lástima que siempre sea la misma. Esta vez hemos probado una nueva: “Ah, pues seguid adelante”. Habría sido mejor no arriesgar tanto, porque la negra ha ido y me ha dicho: “Adelante ¿en qué dirección, Santidad?" Es lo malo que tienen las respondonas: también son preguntonas. Y exigentes. "Necesitamos vuestro liderazgo”, me ha soltado después. ¿Liderazgo? No, hija, lo que necesitas, urgentemente y hasta nuevo aviso, es rezar por Nos, un comunicador, el Mensajero, el Lavapiés, no un líder, qué arrogancia. Por nuestra parte Nos seguiremos bendiciendo a Cuba y a cualquier otro país de tamaño medio que se nos ponga a tiro de hisopo. El que acabe antes, que le ayude al otro.

Jue. 9, san Cristóbal Estamos que nos salimos. Cada vez le vemos más ventajas a esto de ser sólo obispo de Roma; es casi mejor que rezar o bendecir, aunque incomparable con lo que era ese lavar pies de mujeres y besarlos en la discreción del Arzobispado de Buenos Aires. Aun así, puedes decir lo que quieras de forma perfectamente irresponsable, en la certeza de que todos y cada uno de los marrones que vayas dejando le caerán encima al verdadero Papa Peneadicto. Nuestra humildad nos ha hecho renunciar a nuestra capacidad de influencia en la política italiana para limitarnos a nuestra vaticana parroquia, que aspiramos a convertir en foco de progreso y rebeldía contra el Emérito. Se va a enterar. Seguro que le ha dado un patatús al oírnos insinuar una apertura a las parejas no casadas. “De pequeño”, hemos contado en uno de esos rasgos de llaneza y campechanía que caracterizan nuestro obispado, “oías decir: ‘¡No, a casa de ésos no podemos ir, no están casados!’ O porque eran socialistas, o ateos. Ahora gracias a Dios no se dice”. Pero esto no ha sido nada comparado con lo de la tarde, cuando hemos invitado a 800 monjas con sus 1600 Pies lavables a “ser madres, no solteronas”.
Joder, qué fuerte nos ha parecido ahora que lo vemos escrito. ¿De verdad hemos dicho cosa semejante?, es que ni el Emperador del Paralelo, vamos. A ver si nos buscamos algún disgusto gordo con el Papado Auténtico por ser un obispo demasiado progre, pero quiá, tenemos a la Curia encantada, dicen que damos una imagen de la Hostia, engañaríamos a cualquiera: siendo jesuitas ya hemos superado en popularidad al franciscano de la Franziskaner (que seguramente jamás lavó los pies a ninguna mujer) y seguimos subiendo.

Lun. 13, santa Argéntea Nuestra política de gestos (baldíos pero baladíes) subyuga al gentío, lo convence con hechos (intrascendentes pero probados) de nuestro progresismo (demostrado pero inane); lo atrae irresistiblemente, en masa, hacia nuestras revolucionarias liturgias, sembrando el caos circulatorio en Roma como jamás consiguió Peneadicto, quien ya nos había advertido de que nuestras misas para idiotas provocarían más atascos que el Calcio.
De todos nuestros vistosos gestos, el que más ha convencido a los medios a la vez que complacido a nuestra creciente parroquia es que el pasado Jueves Santo les laváramos y besáramos los Pies a dos mujeres presas, una de las cuales, además, era musulmana, no sin antes haber instado a los sacerdotes a servir a los pobres (que últimamente no se nos caen de la boca) y a ser pastores "con olor a oveja" (aquí hemos estado sembraos). El liturgista Adolfo Ivorra, profesor del Centro de Estudios Superiores Litúrgicos de León y fundador de la web Lex Orandi, dedicada a la conservación de la ortodoxia, nos hizo un favor señalado, impagable, al acusarnos de “confusión litúrgica”, añadiendo: “Me da igual el color de sus zapatos, si usa tal cruz o cual anillo. Lo que me preocupa grandemente es que el primero en no obedecer las rúbricas sea el Patriarca de nuestro rito romano”. Ivorra se queja con vehemencia de que por nuestra culpa ahora las señoras que asisten a sus misas crismales le exigen que les lave los pies a ellas también, por aquello de no ser menos. “He tenido que explicarles que el lavatorio de los pies es un rito para varones, o al menos eso pone en las rúbricas del misal”.
Estas rabietas oscurantistas, cuyo infantilismo contrasta vivamente con nuestra serena resignación ante ellas, apuntalan aún más nuestra imagen de humilde fraile progre asediado por la reacción. Esta imagen ya era tan sólida, que nadie recuerda nuestras fotos con Videla, poniéndose en duda su autenticidad antes que la bonhomía con que sobrellevamos los exabruptos de la pérfida contrarrevolución.
 


Podofilia: pruebas que nos manda Dios

Entre nosotros, querido diario: lavo los pies a las mujeres con devoción y se los beso con fruición (ya lo hacía cuando era arzobispo de Buenos Aires) porque padezco podofilia o fetichismo de los pies. Como Tarantino bebiendo tequila del de Salma Hayek. Como Glenn Quagmire recibiendo el regalo de uno de la Estatua de la Libertad de manos de un Peter Griffin comprensivo con su debilidad. Como Danny DeVito haciendo acopio de voluntad para rechazar en la intimidad de su despacho un solejob a cargo de Kathleen Turner en La guerra de los Rose. Cada cual tiene su Cruz que acarrear, y yo doy gracias a Dios por haberme inspirado a encauzar la mía de forma tan provechosa. Gracias, Señor. Reza por mí.

Vie. 17, san Pascual Bailón In politicis, seguimos saliéndonos por la barandilla, la balaustrada y los soportales, si hace falta. Hoy hemos atacado sin piedad a los cristianos de salón, con un par. Hemos hablado con la misma furia justiciera, aunque humildérrima, de Jesús I cuando echó a los mercaderes del templo. Quien tenga oídos, que oiga.

Sáb. 18, santa Eufrasia Cuánto se cotillea en la Iglesia. La desinformación, la difamación y la calumnia son pecados mortales; y así lo hemos hecho saber. Ni imaginar queremos qué pasará fuera de Roma. Menos mal que no es asunto nuestro.

Dom. 19, santa Gracia Seguimos con nuestra revolución humilde, con erre minúscula y circunscrita de momento al Vaticano, esa República en rebeldía simbólica contra Peneadicto. En nuestra homilía dominical nos hemos quejado amargamente (perdón por la autocita, que podría dar una idea equivocada de falta de humildad): “la crisis es la gente que muere de hambre, pero de esto nunca se habla; en cambio se hace un drama cuando baja el capital de los bancos”. Pensé que nos iban a sacar a hombros, como a un torero. Qué fácil es decirle a la gente lo que está pidiendo a gritos oír. Como obispo de Roma hemos exhortado a salir a la calle a una Iglesia “atrapada en estructuras caducas”, en un mensaje implícito pero nítido al Papa Peneadicto, quien jamás habría tenido la visión política y socioeconómica de hacerse indinao, como Nos.

Dom. 26, san Felipe Neri En nuestra homilía de hoy vamos y pedimos la conversión de la mafia. No está mal, ¿eh? Les hemos pillado el gusto a las frases históricas. Que aprenda Peneadicto, que no generaba un titular en meses. Pues Nos, uno cada día, y eso que la prensa italiana todavía se nos resiste; será una conjura masónica, o serán más duros de lo que parecían. Pero joder, es que hemos rechazado vivir en los aposentos papales, esa galería de arte barroco recargadísimo, donde además puedes tropezarte con Peneadicto en el momento menos pensado. Hemos renunciado a tomarnos vacaciones en Castelgandolfo. Lavamos los pies a las mujeres sin que se note demasiado lo que disfrutamos haciéndolo. Son gestos que rompen siglos, ¡siglos! de tradición. Pues la prensa italiana, como si todo fuera normal. Pero ya caerán, ya…
Puede que esto último no haya quedado muy humilde y se malinterprete. Necesitamos una cura de humildad. Vamos a buscar unos pies que lavar, por ejemplo, los nuestros. Falta les hace, y la Humildad bien entendida empieza por uno mismo. La Podofilia, también. La prensa italiana debe de haberse enterado de que el verdadero Papa sigue siendo Peneadicto, pero de esto tampoco sueltan prenda; y Nos, o leemos estas cosas en la prensa o no sabemos a quién creer.


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2013/06/22

Más entradas escogidas del diario apócrifo de Papapaco el Humilde

Traducidas del italiano por Rosalía Borgia e Isidra Montinelli

Domingo, 14 de abril, san Valeriano mártir

La incoherencia de los fieles y sus pastores es lo que mina la credibilidad de la Iglesia. Si fuéramos verdadera, irracionalmente coherentes, no necesitaríamos nada más para ser creíbles. Bueno, quizá la Guardia Suiza.

Mié. 17, santa Kateri Tekakwitha [Catalina Descuido]

Hemos empezado a rezar por Nos mismo, en parte porque hay que predicar con el ejemplo y también porque nos reconforta. Los ateos lo llaman meditación, pero es lo mismo.

Dom. 21, san Apolonio de Roma

En línea con nuestra humilde decisión de centrarnos en nuestro obispado de Roma y parroquia vaticana, casi como un cura de pueblo, más que en el francamente facho y bastante soberbio Papado universal, que aunque sea pura fachada estresa lo mismo o más, menudo sermonazo dominical les acabamos de largar a los curas de nuestra romana diócesis. “Sed pastores, no funcionarios”, voy y les suelto. Se quedaron todos como pasta de boniato, digo camote. Para mí que todavía me tienen guardado lo de la paga extraordinaria que nunca cobrarán, así que por mi parte he apuntado algún que otro nombre, no vayan a creerse que los asuntos ecuménicos, atendidos en realidad por el Jefe, me mantienen alejado de los pormenores de mi parroquia. Para ser un buen Pontífice, que viene a dar lo mismo que uno humilde, es menester consagrarse en cuerpo y alma a las más insignificantes nimiedades. Rezad por mi éxito en este humildérrimo empeño mío.

Lun. 22, santa Oportuna

Si se puede morir de humildad, Nos debemos de ser un firme candidato. ¿Habrá alguien, entre Nos nos decimos, más modesto y humilde que Nos? Y cuando el rostro volvemos, hallamos la respuesta viendo a un guardia suizo diciendo que sería una imperdonable soberbia por nuestra parte el morir de humildad, e injusto para nuestros parroquianos el seguir viviendo en este valle de lágrimas privados del consuelo de poder rezar por Nos en vivo. Tampoco voy yo a pretender que mi alma viva eternamente. No sería humilde. Ni creíble. Ni viable económicamente.
Te confesaremos, querido diario, que Nos a esta Guardia Suiza que vela por nuestra seguridad la encontramos francamente desconcertante, empezando por el hecho de que se tome su cometido tan en serio que pretende, literalmente, velar por nuestra seguridad. Completamente ajena a la condición meramente folclórica que le impone ese uniforme a la moda de 1505 (cuentan que diseñado por Miguel Ángel, que debía de ser un poco maripili, a Nos que no nos digan) y… ¡por Dios, esas espadas y alabardas…!, se obstina en comportarse como un Ejército profesional con la misma disciplina militar que cualquier otro, aunque apenas cuente un centenar de efectivos. Desde que los Tercios españoles y sus mercenarios tudescos saquearon Roma en 1527 no hemos necesitado que nos defiendan con sus vidas, presentando batalla ante la basílica de San Pedro, como entonces, mientras Nos, el Papado, nos retirábamos prudentemente tras el Altar mayor, así que no sabemos Nos qué hacía el guardia aquel apostado a la puerta de nuestros aposentos en Santa Marta, una morada que es casi tan humilde como Nos.


El guardia aquel sería suizo, pero debe de leer la prensa italiana, porque ni se ha enterado de que el Papa sigue siendo Ratzinger; y no seremos Nos quienes le informen, que líos no queremos ni medio. Pero a lo que íbamos: salíamos Nos de casa, humildemente y recién duchados, a comprar el pan y el periódico, y de paso a bajar la basura (serían como las 11) antes de pasarnos por la oficina a ver qué se cuece en nuestros Estados Pontificios, cuando nos lo encontramos ahí, alabarda en ristre, en posición de firmes, todo marcial, el tío. Nos ha dado un susto de muerte, claro.
—Pero ¿qué haces aquí, hijo? –le hemos dicho— Te va a dar un pasmo –apréciese nuestra llaneza y bonhomía—. No me digas que llevas ahí toda la noche en pie y despierto.
—Pues… sí, Santidad –nos contesta él mientras se nos cuadra, un poco cortado por nuestro saludo, que reconocemos no motiva mucho desde el punto de vista militar—. Sólo cumplo con mi deber de velar por su seguridad.
—Pobrecillo, qué cansado estarás —le hemos dicho con bondadosa solicitud; pero lo que pensábamos era: “Y ¿de qué nos vas a defender, alabardero de carnaval veneciano? ¿De los impuestos indirectos? ¿De la guerra atómica? ¿De la Curia, nos vas a defender tú? ¿Cómo? ¿La matarás de risa con ese jubón, esa librea arlequinada, por Cristo con Él y en Él, esas calzas con su liga y sus polainas? Anda, chaval, que como aparezcas de esa guisa en tu pueblo suizo vamos a ser Nos quienes tengamos que protegerte a ti de las pedradas de los niños”; así que ni corto ni perezoso le hemos traído una silla para que al menos se sentara un poco, que nos ponía un poco tensos con tanta rigidez, sin apenas reparar en que contemplaba esta espontánea escena medio centenar de fotógrafos sin nada que echarse a la cámara. Cohibido, tal vez, por su presencia, el helvético ha rechazado la silla mientras los fotógrafos disparaban frenéticamente sus flashes.
—Discúlpeme Su Santidad, pero no puedo aceptarlo. Sería desobedecer las órdenes de mi capitán.
—Así que capitán, ¿eh? –le hemos dicho un poco picados (seguro que a Peneadicto le habría aceptado la silla a la primera, el Jefe le habría transmitido una aucthoritas pontificis inmediata, impulsándole a obedecer sin titubeos, eso suponiendo que el Nazi pudiera tener con un subalterno un detalle así, tan propio de personas como Nos, con un talante más campechano)—. Pues yo soy el Papa –aquí he procurado sonar convincente—, que la última vez que miré era más que capitán, y como su Comandante en Jefe ceremonial, le ordeno que se siente. ¿Dónde está su fe? Si quiere protegerme, rece por mí.
Nos ha obedecido esta vez, qué remedio. Si no, con aucthoritas pontificis o sin ella, le meto un puro que aprende hasta latín vulgar. Antes de que se fueran los fotógrafos le hemos llevado un bocata de jamón que nos han dado para él en la cantina. “Bon appetit, hermano mío”. Si es que somos como una madre, pero en más campechano y sin pagar el bocata. Esperamos que no acabara de desayunar (en esa faltriquera le debían de caber varias raciones de combate), y que le guste el jamón, porque la paga extraordinaria que siempre daba el nuevo Papa no la va a oler, ni él ni nadie en el Vaticano, bien que se lo tenemos dicho a todos: esta paga se concede para conmemorar el óbito del Papa anterior, pero es que el Papa anterior no sólo no ha muerto sino que sigue siendo el verdadero Papa y su salud es mejor que la nuestra (será porque desde que se retiró de los focos vive incomparablemente mejor que Nos). De hecho lo que más nos satisface de esta anécdota, y por eso la contamos, es que demuestra sin ningún género de dudas que Nos no somos el Papa ni podemos serlo. No somos más que el obispo de una diócesis, aunque sea la de Roma (bastante más chica que Buenos Aires, a fin de cuentas), o mejor aún, un párroco de pueblo, aunque ese pueblo se llame Ciudad del Vaticano. Debemos de seguir en la fase de negación, incapaces de superar el trauma de nuestra falsa proclamación el mes pasado. A ver qué tal… Oídme bien: yo no soy ningún jefe de Estado, en serio, porfa, que eso lo llevo remal, aunque no tanto como… ahora que me acuerdo: tampoco soy argentino, ¿me oís? Sono italiano!

Jueves 25, san Aniano de Alejandría

El IOR es necesario hasta cierto punto. En cuanto averigüemos lo que es (y dónde está la guita), estableceremos ese punto cierto. Pero esto, como todo lo demás está en manos de Peneadicto, que últimamente no deja de llamarme.

2013/06/20

Diario apócrifo del Papa Francisco I, extractos

Al cumplirse 100 días de la “Revolución humilde” de Francisco, Del Orden y el Caos se apunta una primicia mundial con esta primera entrega del diario íntimo del nuevo y revolucionario Pontífice, que dice unas cosas que levantan el solideo. Lean, lean. Y pásmense. Robado del modestísimo hostal sin seguridad donde se aloja Bergoglio y traducido del italiano por la intrépida reportera Rosalía Borgia, que se infiltró en los aposentos papales disfrazada de monja claretiana y arriesgándose a ser alabardeada por una pareja de fornidos guardias suizos.





Miércoles, 13 de marzo de 2013, san Humberto, patrono de los cazadores
¡Papa electo! ¡Qué emocionante!
Mejor emocionarse, sí. Por la vía de la Razón no me habría ordenado sacerdote en 1969, que ahora que recuerdo, también era día 13, aunque día domingo, no miércoles como hoy. No, espera: era sábado. Sí, seguro: sábado.
¡Cuánta emoción! Estoy emocionado. Si ya lo había dicho, lo repito ahora. Como sucesor de Pedro, voy a encabezar una organización bimilenaria, la Iglesia católica romana, que entre otras emotivas sinrazones, sostiene que María retuvo su virginidad después de parir a su Hijo (v. Catecismo, 510; San Agustín, Sermo 186, 1; Lucas 1, 38), así que cualquier pretensión de racionalidad está de más, me parece. Por tanto, venga emoción, mucha emoción. En esta época lo emocionante vende, se considera Bueno independientemente de su naturaleza. Así pues, hágase todo acción emotiva, cero reflexión. Esto a las masas, tan simples, les cautiva. En esta línea, ahora mismo voy a tuitear la buena nueva al orbe (y además colgaré un vídeo que acabo de grabar con el móvil). La urbe ya se habrá enterado por la fumata, digo yo, que para eso la encendemos.
Me he puesto Francisco, a secas, sin ordinal, por pura humildad jesuítica. Ponerme Jesús I habría sido un acto de soberbia franciscana por mi parte, no digamos ya sin el ordinal. En cambio Francisco, que con el ordinal suena a Emperador, sin el ordinal me quedó bárbaro. Esto de la sencillez no es tan sencillo, pero tiene su lógica: si seré humilde, que pudiendo ponerme un ordinal como todos los demás, me haré llamar Francisco a secas, como si no hubiera más. ¿Más? Que pudiendo seguir de jesuita, me hice franciscano. Ésa no se la esperaban los pacos, les pillé con el pie cambiado. Como a la prensa, que se ha volcado conmigo. Se ha volcado a los archivos, es decir a Google, a ver quién coño soy. Menuda tropa. Ni siquiera se habían enterado de que la última vez había quedado segundo, como corresponde a mi acreditada humildad. Sólo Mario Tosatti, vaticanista de La Stampa, ha recordado que en aquella votación rogué, casi entre lágrimas, a mis patrocinadores que se abstuvieran de votar por mí. ¿Se puede ser más humilde? Prefiero que recéis por mí, les dije. Es mi frase comodín, me vale para un roto y para un descosido; y entre sus innumerables ventajas está el hecho de que, siendo una orden imperativa, pasa fácilmente por el más humilde de los ruegos. Eso es lo bueno de mí: que aunque sea el Papa, o precisamente por serlo, soy un tipo muy humilde, así lo dice la prensa de forma abrumadora, casi unánime (algunos me consideran más campechano que humilde): soy el tío más humilde del mundo (porque yo lo valgo), un campeón de la humildad; y lo mejor de todo es que tengo sobrados motivos para serlo. Incluso puede que me pase de humilde, lo que me plantearía un grave obstáculo para desempeñar mi Papado de forma convincente. ¿Con qué cara va a pontificar un tipo que se pasa de humilde?

Jue. 14, san León Grrr :-)
Como nos esperábamos todos acá en el Vaticano, a nadie se le ha ocurrido responder a nuestra fumata con otra en plan acuse de recibo. Se conoce que con la contaminación de Roma la fumata nuestra y cualquier eventual fogata de respuesta han pasado fugatas. Además la gente ve una fumata por la tele y se la cree más que si la viera por la ventana; en tal caso pensaría que la ha prendido el vecino. La llamada realidad virtual, que se ha vuelto más verdadera que la realidad real.
Que los romanos sean unos maleducados, también podría ser, pero no creo: he recibido un pasote de trinos aprobatorios en mi Twitter oficial @Pontifex, que hasta ayer era de Peneadicto.
Podía haberme abierto mi propia cuenta, pero entonces habría pecado de soberbio para con la imagen de humildad que nos hemos fijado entre la Curia y mi humilde persona.

Vie. 15, san Zacarías, Papa
La humildad marcará nuestro Papado. No por decisión nuestra, no, qué disparate. Eso sería incurrir en soberbia. Somos humildes porque así nos lo ha ordenado la Curia; y a ella a su vez se lo han ordenado los medios. Que sí. Al principio no nos lo creíamos, pero buscamos “Bergoglio humilde” en Google en varios idiomas y salimos de dudas. Y todo por decirles la huevada esa de que recen por mí. Qué tarados. Si supieran que llevo diciéndolo casi a diario desde hace años. Claro, no voy a decir: “Rezaré por vosotros”. Incurriría en soberbia. Esto de la humildad parece muy sencillo pero resulta algo complicado aunque en el fondo es bastante lógico: el mismo mecanismo que en 2005 me impidió aceptar la Tiara de Obispo, Pontífice y Rey, me obliga hoy a sobrellevar humildemente, como una cruz, el peso de la misma Triple Corona. ¡Rezad por mí!

Sáb. 16, san Heriberto de Colonia, obispo
Hemos estado releyendo los apuntes que tomamos en las reuniones previas al cónclave. Se resumen en cuatro ecumenical matters: 1) evangelización, 2) periferias existenciales, 3) peligro de autorreferencia y 4) mundanidad espiritual, que a su vez acabaron resumiéndose en uno solo: “Oretis pro me”. Es que la chuleta se la había quedado el arzobispo de La Habana, que como otros vio en Nos al futuro Papa y tuvo una comprensible debilidad de cazaautógrafos. Quería hacernos la pelota y nos hizo la puñeta, la verdad, porque Nos, el Papado, necesitamos material nuevo. Tanto oretis pro me a todas horas ya empieza a oletis un poco. Cuando éramos cardenal, colaba decirlo constantemente, porque total, nadie se fija mucho en lo que que pueda decir un purpurado, y encima de Buenos Aires. Pero ser Papa es mucho más exigente en lo mediático, es mucho más fuerte que ser Messi.
A Messi los gallegos y todo el mundo le perdonan que lleve decenios dopándose con la misma hormona del crecimiento que a Armstrong le costó los siete Tours, o que su padre defraude millones de euros al fisco y presuma de firmar contratos en una servilleta de papel de ésas que dicen Gracias por su visita. Pero con Nos no tardaron ni media hora en desempolvar fotos nuestras dándole de comulgar a un tal general Videla, q.e.p.d. Eso no es orare pro Nobis, caramba. Hemos tenido que movilizar de urgencia a Fito Esquivel, que es un católico comprometido y por lo tanto hombre de bien, para poner las cosas en su sitio ante estos medios descarriados. Temporalmente. Conociéndolos, no tardarán en encumbrarnos como el abogado de los pobres; serán ellos, los mismos que nos tildan ahora de lacayo de la Dictadura, nuestros principales valedores ante su propia parroquia: una izquierda que sólo entiende la política gesticulatoria. Reducida como está al pensamiento ameba, estímulo-respuesta, estímulo-respuesta, funciona con cuatro consignas manidas y se dejará seducir completamente por un buen eslogan, mejor cuanto más vacuo, entregándose por completo a cambio de destapar la Nada en el corazón del reverenciado Progreso. En verdad os decimos que en dos días los mismos que hoy nos ponen en la picota nos canonizarán Santo Varón de la Progresía-Feligresía. Angelitos…



Los cristianos de base son muy serviciales: además de limpiar nuestro nombre ante el diario Página 12, aclarando que jamás tuvimos nada que ver con la Junta militar (sólo les repartíamos hostias de vez en cuando y, con más frecuencia, les pedíamos que rezaran por Nos; en fin, lo normal en un arzobispo), Esquivel nos ha proporcionado el eslogan que necesitábamos para ganarnos a los necios medios de la izquierda más lerda y con ellos a su sentimental y simplista parroquia. La inspiración en forma de Espíritu dizque laico nos ha venido del discurso que pronunció Fito al aceptar el Premio Nobel de la Paz en 1980: “no lo asumo a título personal sino en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad”.
Los pobres, claro. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes, cuando son el recurso más socorrido? Y que nos lo tenga que soplar un aficionado como Esquivel, con lo clara que está la jugada, hombre por Dios. Mientras siga funcionando no hay que tener miedo de hacer siempre lo demasiado obvio. Tampoco hay diferencia entre profesar la fe progresista y lo que los curas llevamos haciendo desde que la Virgen se quedó menopáusica: decir que te preocupas mucho por los pobres. Eso es todo. Maldito lo que lo notan ellos, porque hacer, lo que se dice hacer, no hacemos nada. Pero tú no te olvides de repetirlo y será verdad como un pensamiento performativo. Si lo sabrá la izquierda política, que tomándonos la delantera pasó hace tiempo de la acción a la esencia, del acto a la potencia, de los hechos al blablablá; se ocupa, no de lo que sus adeptos pueden hacer (nunca van a hacer nada), sino de lo que dicen ser. Y eso se define por la adhesión a un conjunto reducido de creencias que se defienden, como dogmas que son, por la vía irracional, adoptando una visión maniquea del mundo en que los infieles son el enemigo. En suma, han convertido una ideología política en una religión. Nos han tomado la delantera; y es preciso recuperar el terreno perdido y arrebatarles la clientela. Les haremos un favor, porque lo que quieren, en el fondo, es ponerse a rezar cuanto antes, y sólo les falta un eslogan de consumo masivo al alcance de sus limitadas mentes para hincarse de rodillas a rezar con fervor por mí.
En las elecciones, teníamos a nuestro lado al arzobispo emérito de San Pablo, cardenal Claudio Hummes, un gran amigo. Cuando la cosa se iba poniendo otra vez peligrosa para nuestra humildad, como en 2005, pero peor, porque esta vez sí que íbamos ganando, él nos reconfortaba: “Tranquilo, ya verás cómo al final no te eligen y todo se queda en un buen susto”, y en ese plan. Cuando los votos llegaron a los dos tercios, vino el aplauso, porque aquel cónclave de insensatos nos había elegido Papa. Entonces Hummes nos abrazó, nos besó, nos palpó los huevos y nos dijo: “No te olvides de los pobres”. Los pobres, los pobres… Mira por dónde van a tener una utilidad, los dichosos pobres y bienaventurados, una ocasión de ayudar a su más humilde servidor, que les lava los pies e incluso se los besa con fruición, excitado de su propia humildad.
Pero estoy divagando. Mientras continuaba el recuento, pensé en San Francisco de Asís, en su relación con los pobres. Y después pensé en las guerras. Francisco, el hombre de la Paz. Y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz, el hombre pobre… ¿Queréis un buen titular? Pues aquí lo tenéis: ¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres! ¿A que os pone? Es una gilipollez tan mayúscula, que no puede dejar de satisfaceros profundamente, a vosotros y a vuestra descerebrada audiencia. Una Iglesia pobre. Suena tan de puta madre, tan pobrecita Iglesita, que nadie se va a plantear ni por asomo para qué coño les sirve eso a los pobres, que si algo no necesitan es otra manga más de harapientos dándoles el coñazo. Pero eso es lo de menos, los pobres sólo importan como coartada. Por eso, como el socialismo, la Iglesia aspira antes a que todos seamos pobres que a enriquecer a uno solo de los pobres existentes. Como el socialismo, la Iglesia necesita a sus pobres para fijar la clientela, con la diferencia de que la Iglesia le llevaba casi veinte siglos de ventaja en el negocio y ahora el socialismo le ha tomado la delantera. Esto debe y puede cambiar. En materia de políticas vacuas, de pura palabrería, ¿qué nos van a enseñar estos aficionadillos? Si les damos sopas con honda. Tarde o temprano me rezarán como a un santón de la dinastía Castro. Al tiempo.

Dom. 17, san Patricio
El cardenal Rouco, de Madrid, nos ha agradecido hoy personal y públicamente que aceptáramos la sucesión de Pedro, recordando que muy bien podíamos no haberlo hecho, ya que "no hay obligación". "Aceptarlo supone un ejercicio de expropiación de vos mismo al más alto nivel de espíritu y de carne", ha añadido Rouco, delante de los medios. Si no fuéramos tan humilde, pensaríamos que nos estaba haciendo la pelota, pero dada nuestra inmensa, vastísima humildad, tal vez sea lo contrario: que, sin haberlo leído, el cardenal primado de Madrid haya comprendido lo que escribíamos acá el viernes. No en vano la divisa de nuestro escudo cardenalicio reza: Miserando atque eligendo, lo miró con misericordia y lo eligió; y si nuestra elección fue un acto de misericordia, el que Nos no la rechazarámos sólo pudo obedecer a la humildad; primero, por proceder de Nos; y segundo, porque Nos no somos nadie para llevar la contraria al Cónclave. Luego lo que nos obliga a aceptar la Tiara no puede ser otra cosa que nuestra ya legendaria humildad, que otros, envidiosos, llamarán falta de carácter; y no faltará quien aluda al principio de Peter.
En realidad este famoso principio de incompetencia lo formuló por primera vez, como casi todo lo demás, don José Ortega y Gasset, a quien nunca hemos leído pero de quien tenemos por cierto que se le puede atribuir con plena confianza cualquier cita, por peregrina que sea, en la seguridad de que alguna vez dijo o escribió algo muy parecido, v. gr.: “Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes”, decía hace cien años. Pasaría más de medio siglo hasta que el pedagogo canadiense Laurence J. Peter formule el principio que lleva su nombre, en los siguientes términos: en una jerarquía, todo empleado que se desempeñe bien en un puesto dado tenderá a ascender hasta su nivel de incompetencia (igual que la nata sube y sube hasta que se corta). De él se deducen dos corolarios: 1) con el tiempo, todo puesto tenderá a estar ocupado por un incompetente en el desempeño de sus obligaciones; y 2) el único trabajo que sale adelante lo desempeñan aquellos empleados que no han alcanzado su nivel de incompetencia.
 ...Todavía. Porque, si haces bien algo, el premio es ascenderte al siguiente nivel ...donde quizá ya no lo hagas tan bien. Pero ¿quién en su sano juicio rechazaría un ascenso? Reflexionar, con toda humildad, armados de nuestra humildad, sobre este particular.

Lun. 18, san Cirilo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
“Rezad por mí”. Sin más. ¿A que no parece mucho? Ni siquiera como chorrada vale gran cosa. Pues parece que no se le había ocurrido a nadie. Y amigo, hay que ver el juego que da, sobre todo con la prensa, que no es nadie a la hora de repetir topicazos. Lo que no saben los muy culiáus es que lo digo siempre que no se me ocurre nada mejor que decir. Eso, y that would be an ecumenical matter. Lo digo y lo escribo. A todo el mundo. Constantemente. Nunca falla. Nunca. A las pruebas me remito.
A la prensa le da igual. Les lanzas tres palabras como quien echa pitanza a los cerdos y con eso a ellos les sobra para precipitarse a hacer todo tipo de interpretaciones, por ejemplo: “Es una advertencia de que la Curia hará lo posible porque se malogren las reformas que el nuevo Papa tiene en su agenda”. Pero ¿de dónde se han sacado estos tíos que yo tengo una agenda, que planeo reformas, que la Curia está para algo, incluso que yo soy el Papa? ¿De lo que digo o de lo que callo? Porque parece que los silencios les dan aún más juego interpretativo. Parece que lo que con tan humilde elocuencia callo, que es casi todo, le resulta de lo más revelador, a la prensa, más dispuesta a hacer el comentario de texto cuanto menos texto tenga que comentar. Sinceramente, Nos somos los primeros que alucinamos en colores; pero si hay que seguirles el juego, por Nos que no quede. Además, que la Curia está encantada con Nos. La tenemos chocha Nos, a la Curia. Los datos, que ella misma nos enseñó, son concluyentes: antes de que Nos, y sólo Nos, inventásemos la novedosa figura del Minimus Pontifex, que casi parece una contradictio in terminibus (¿cómo va a ser humilde un tipo que se dedica a pontificar de todo y encima posee infalibilidad y para colmo es porteño?), el Papado era una institución, no nos engañemos, un poco prepotente. O esa imagen daba con su manía de rezar por la Humanidad. Nos en cambio vamos y le decimos a la Humanidad que nos rece ella. ¿No es un hallazgo dotado de la genialidad que sólo poseen las ideas más simples y debido a nuestra proverbial modestia? “Rezad por mí” suena perfecto porque es perfecto. Sin decir nada en absoluto, y por tanto sin comprometer tampoco a nada, lo dice prácticamente todo, como frase multifuncionalmente inversa que es. Y a diferencia de “Eso sería materia ecuménica”, se trata de una frase que todo el mundo comprende …o eso cree. Aunque parece significar una sola cosa clara, de hecho es tan maravillosamente ambigua que, como ha demostrado de sobras la prensa, se presta a múltiples interpretaciones, todas favorables para Nos, el Papado (este plural es de modestia, no vayan a creer que es mayestático), o bien a ninguna interpretación en absoluto, lo que resulta igual de favorable, incluso puede que más. Así lo cree la Curia, que confía en Nos para frenar la sangría de fieles que en toda la América abrazan sectas evangélicas, entran en trance, hablan en lenguas, etc. A lo mejor por eso de las lenguas la Curia se ha convencido de que “Oratis pro me” es el abracadabra que va a devolver al redil a todos los hijos descarriados de la Iglesia. Nos ven capaz de convertir a la mismísima Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales por el procedimiento, ciertamente revolucionario, de pedirles a ellos que recen por Nos. Eso debe de descolocarles, después de los siglos que llevamos rezando (infructuosamente) por ellos, aunque no sabemos Nos si lo suficiente para obrar el milagro. Como fuere, esto de rezar es una política segura, tradicional y con buena relación calidad-precio, cuestión esta última no menor, habida cuenta de la crisis económica. No vemos por qué dejar de adoptarla, pues, aunque los resultados son nulos, también lo son, prácticamente, los gastos que acarrea, así que vaya lo comido por lo servido.

Mié. 20, san Daniel el Profeta
Nuestra Humildad empieza a adquirir tal enormidad que ya no es humildad, no puede serlo, dadas sus soberbias dimensiones. Hemos dedicado unas horas libres a reflexionar muy en serio sobre esta ingrata paradoja, llegando a la siguiente conclusión: no hemos podido reflexionar humildemente. La culpa es de los medios, que todo tienen que desproporcionarlo y nos obedecen ciegamente aun cuando no les hayamos dado ninguna orden. Se han empeñado en que somos un culiáu humilde y a ver quién es el guapo que les convence ahora de lo contrario. ¡Dejad de rezar por Nos, bastaaa! Magnificando nuestra humildad, acabaréis dando al traste con ella.

Vie. 22, Virgen de los Hitos
He tenido una larga conversación con Peneadicto. Larga y necesaria. La verdad, había llegado a creerme que era el Papa, pero resulta que no. El Papa sigue siendo el Jefe, el Emérito, ese nazi, qué os habías pensado. Yo sólo soy obispo de Roma y como tal me ocuparé exclusivamente de mi diócesis, aunque puertas afuera seguiré ejerciendo de Sumo Pontífice. Hemos llegado a ese acuerdo, que por un lado satisface mi humildad y por todos es un alivio. Alivio, sí. Entre nosotros, querido diario, empezaba a sospechar que el Pontificado me venía un poco grande, no porque yo no fuera digno de él, sino más bien porque él no se adecuaba a mi tremenda humildad. Pero la Curia ha decidido que yo doy mejor imagen de cara al exterior, sobre todo en el mercado iberoamericano, pasto de pastores evangélicos que entran en trance y hablan en lenguas, dando su miedito, por no hablar de la escena política poschavista. Contra eso debo de parecerles un muro de contención, pues también me ha dicho el Emérito que a la Curia le ha encantado mi retórica barata de una Iglesia pobre, siempre y cuando no vaya a creérmela. Está claro que me toma por idiota, seguramente con razón. “Ni siquiera necesitamos que parezca pobre”, me ha instruido Peneadicto. “Nos sobra con desear que sea pobre, como Ideal que nos cuidaremos mucho de alcanzar, pues caso de alcanzarlo los primeros que nos darían la espalda serían los propios pobres, incluso puede que nos corrieran a gorrazos”. Aquí tengo que darle la razón. Todo el mundo, excepto la izquierda santurrona, sabe que la pobreza es contagiosa y cualquier cosa menos deseable.
Debería haberme dado cuenta, antes de hablar tan al pedo, de que mi ocurrencia de la Iglesia pobre no le iba a gustar al Jefe, pero sobre todo tenía que haber caído en la cuenta, mucho antes y por mis propios medios, de que el Jefe seguía siéndolo. Más claro no podía estar, si bien se mira. Veamos: si el soberbio Peneadicto hubiera dimitido de su cargo de Papa, se seguiría que es más humilde que yo. Como tal cosa es imposible, pues, de haber alguien más humilde que yo, contradiría el dogma central de mi Papado, se sigue que, contra toda apariencia externa, en realidad Peneadicto no ha dimitido. El Papa sigue siendo él. El de verdad, al menos. A mí me tienen para enseñarme por ahí fuera, con mi disfraz de pobre, diciendo siempre lo mismo para que nunca signifique nada. Acabará entrándome complejo de no ser más que una cara bonita, o de franciscano dipsómano, que sin duda es peor.


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2013/06/18

Edible Animals VIII: canofagia o cinifagia

(Para Mastineras)

En aquel mundo la gente se peleaba con limas afiladas, comía perros, llevaba el rostro cubierto de tatuajes, sodomizaba cabras. [...]
Los lobos odian a los perros; y a la gente, pero a los perros los odian más. [...]
Gustav daba clases de estonio a todos los perros de la perrera. Esto no les gustaba a los adiestradores. Fueron a quejarse al brigada Evchenko:
—Le dices a la perra: «A mis pies»; y te contesta: «Nicht verstehen». [...] 
Tókar llegó a casa. Un cocker spaniel negro se lanzó a sus pies alborozado.
—Hola, «Broche», ¿cómo está mi «Broche»? —susurró Tókar, dejando caer sobre la nieve rodajas de mortadela marca «Doctor».
En casa: vodka caliente, las últimas noticias. En el cajón de mesa: una pistola.
—Ay, «Broche», «Brochito», mi único amigo... A Anikin lo licencian... Todos los demás prosperan en el mundo. El idiota de Pantaléyev está en el Cuartel General... Raizman es catedrático, tiene apartamento propio... Desde luego, Raizman probablemente tenga su propio apartamento en Maidanek... Y nosotros ¿qué, «Broche»? La zorra de Valentina no escribe, Mitya envía un caballo...
Más allá de la ventana, el frío y la penumbra. Los ventisqueros tenían la cabaña rodeada. Ni un sonido, ni un crujido; a beber y a esperar. Y cuánto tiempo habrá que esperar, eso nunca se sabe. Si los perros comenzaran a ladrar, o si se acabara el petróleo de la lámpara, uno aprovecharía para llenar el vaso.
Y así era como se dormía siempre, con su capote caqui sobre el hombro, el correaje por encima y las botas puestas. La lámpara ardía hasta la mañana. Y por la mañana yo volvería a caminar por la hollada nieve hacia las puertas, acercaría elegantemente mi palma al gorro, para luego dejarla caer lánguidamente y decir con voz cuyo timbre delataba afecto:
—¿Pasó buena noche, tío Lenia?
[...]
Por las noches caminaba a buen paso del Cuartel General a los barracones. El camino más corto pasaba a través de la zona, por delante de los barracones idénticos, bombillas de luz amarilla montadas a cable pelado. Me apresuré, sintiendo el parentesco entre el silencio y la helada.
De vez en cuando las puertas de los barracones se abrían de par en par. Un zek saltó de una vivienda cálida envuelto en una nube de vapor blanco. Orinó, encendió un cigarrillo y gritó al centinela en la atalaya:
—¡Eh, jefe! ¿Cuál de los dos está preso? ¿Tú o yo?
El centinela, enfundado en una chaqueta de piel de cordero, lo maldijo sin muchas ganas.
Se oyó un grito del cuartel meridional. Corrí hacia allí, desabotonándome los puños por el camino. Allí, sobre la pasarela de tablones, yacía el reincidente Kuptsov, aullando y señalando algo: una cucaracha que subía por la pared, negra y flamante como un coche de carreras.
—¿Qué pasa aquí? —pregunté.
—¡Tengo miedo, jefe! ¡A saber lo que esa cucaracha tiene en mente!
—Es usted un bromista —dije—. ¿Cómo se llama?
—En invierno, Guillermo; y en verano, Mariano.
—¿Por qué le encerraron?
—Por cruzar la calle de forma imprudente... con una maleta que no era mía.
—Discúlpale, jefe —dijo cordialmente el bugor Agoshin—. Aquí tenemos este humor. Un vacile inofensivo entre amiguetes, como se suele decir. ¿Quieres entrar a cenar algo?
«No les voy a hacer un feo», pensé. «Después de todo, ellos también son seres humanos, hombres por naturaleza»... Etcétera...
Comimos carne tostada sobre una estufa que había en el barracón. Luego fumamos. Alguien se puso a tocar una guitarra mientras canturreaba con voz suave y sentimental:

Cabeza alta, cariño, que yo te espero,
conciencia tranquila en ropa con desdoro.
Bajo esta abrasadora tienda kazaja
la estepa infinita brilla como el oro...

«Básicamente son buena gente», pensé; «aunque también son unos bandidos, desde luego. Pero la vida les ha lisiado. El entorno los ha devorado».
—¡Eh, jefe! —dijo Agoshin— ¿Sabes a quién acabas de comerte?
Todo el mundo se echó a reír. Me levanté.
—¿Sabes de qué eran esas chuletillas que acabas de comerte?
Mi estómago era una bomba de relojería.
—Del guau-guau del capitán, de eso. Ya sabes cuál te digo, un buen perro hasta el final...

Bajo esta abrasadora tienda kazaja
la infinita estepa brilla como el oro.
Allá donde voy, no logro encontrarte.
A la estepa nuevas tuyas yo le imploro.

—Díselo sin más —decía «Fidel».
—Esto le va a matar. El viejo no tiene a nadie, ningún amigo más que el perro aquel. No puedo hacerlo, lo juro por Dios.
—Oye, que tú eres boxeador. Tienes nervios de acero.
—No puedo, lo juro por Dios.
—Pase lo que pase, hay que decírselo.
—Sería más fácil que lo hicieras tú. Tú no tienes que tratar con el capitán.
—Yo ¿qué tengo que ver? Que se lo cuente el comensal.
—¡Por qué tienes que seguir recordándomelo! Ya me lo recuerdan las tripas cada segundo.
—Él siempre lleva una pistola en el bolsillo. Cómo sabes que no va a... ya sabes, liarse a tiros. Cuando se entere.
—¿De qué sirve hablar? Lo que le faltaba al viejo. Su mujer no escribe, su hijo es una especie de vagabundo... El «Broche» era su único amigo.
—¿Y si le envías un telegrama?
—Eso no funcionará.
—En cualquier caso, hay que decírselo. Y tú eres persona culta. Sabes hablar con todo el mundo.
—¿Qué quieres decir?
—Por algo te tienen en el Cuartel General. A cada uno le hablas de la forma apropiada.
—¿Qué quieres decir con eso?
—La mitad de los oficiales te trata de usted.
—¿Y qué?
—Que por eso algunos dicen que eres compositor.
—¿Que soy qué?
—Nada. Compositor. Que escribes óperas. O sea, a los operarios; ya sabes, que te chivas a los seguratas, a tus amigos...
Inclinándome a través de la mesa que nos separaba, golpeé a «Fidel» con una regla metálica, dejándole una señal rojiza en la mejilla. «Fidel» brincó de la silla gritando:
—¡El nene del Cuartel General! ¡Lacayo de los oficiales!
Sentí la acometida de esa oleada de furia que extingue todo raciocinio. «Fidel» se movía despacio, como un nadador. Le aticé con la izquierda, dos veces. Vi a mi alcance su barbilla redonda y bien formada; y exactamente a ella dirigí mis agravios, mi amargura, mi dolor... Un taburete salió despedido bajo las piernas de «Fidel». Después de esto, sangre en las páginas de un informe de racionamiento. Y la voz ronca del capitán Tókar, que había aparecido en la entrada:
—¿Qué pasa aquí? ¡Pónganse firmes los dos!
Bajando la vista, se lo conté todo al capitán Tókar. Él me escuchó hasta el final, alisándose la camisa. De pronto arrancó a hablar con un susurro rápido, senil:
—Me lo pagarán. Vaya que sí. El «Broche» me costó treinta rublos en Kotlas.
Aquella tarde el capitán Tókar se emborrachó. Montó un broncón en la cantina del asentamiento. Rasgó la fotografía del caballo. Maldijo a su esposa con las palabras más sucias, el tipo de palabras que perdieron su significado hace mucho. Por la noche se le vio por el generador hidroeléctrico. Quebrando fósforo tras fósforo, intentaba encender un cigarrillo expuesto al viento.
Al amanecer la mañana siguiente, yo estaba otra vez paleando el pórtico. Me dirigí a las puertas pasando ante los montones de nieve sucia.
Anduve bajo una luna tan áspera y embotada como un grafito en una tapia; y esperé al capitán, quien llegó todo derecho, impecablemente afeitado, tranquilo. Le saludé militarmente y luego dejé caer la mano de mi sien como si el esfuerzo me hubiera debilitado por completo. Finalmente pregunté con una voz cortés pero desafiante pero amable.
—Bueno, ¿qué tal se ha levantado, tío Lenia?
Serguey Dovlátov, La zona



Canofagia ¿o era cinifagia?
Decía Heráclito de Éfeso que es propio de perros el ladrar a quien no se conoce; e igualmente podía haber añadido que no menos propio de estas aberraciones genéticas (¿cómo puede un lobo degenerar tanto?) es el lamer aun íntimamente a aquellos a quienes sí conocen, así sean asesinos múltiples o en serie, incluso (lo que demuestra el grado de degeneración de esta subespecie) hinchas confesos del Petronor. No parece descabellado suponer que la proliferación, el éxito involutivo de esta degeneración del bello y noble lobo o canis lupus primigenio estriba precisamente en esta condición de cobistas natos que caracteriza a los canes, esos pelotas redomados capaces de lamer la mano que les golpea, haciéndolos adaptables a cualesquiera circunstancias, por chungas que sean, llámense “Toby”, tráeme las zapatillas; “Rexy”, atrápame a ese malandrín (¿acaso existen los gatos policía?); "Friki", sé mi único tema de conversación; “Thory”, muérdeme a ese jipi pijo; “Rudy”, acósame a esa liebre hasta que caiga rendida, cardíaca o exhausta y luego tráemela entera para hacer al ajillo; “Archy”, pastoréame estas ovejas;“Fiffy”, lámeme el clítoris (y los labios menores por su cara interior). Etcétera.


A lo que aquí nos interesa
¿Es comestible el canis lupus? Lupus est, homini, canis. El lobo, para el hombre, es un perro. Pleistoceno, ocho de la mañana. Una manada de lupi dirigida por un macho excepcionalmente innoble y cobista (un mastín de los Cárpatos, ya, más que un lobo) decide a iniciativa propia asistir a una manada de hómines sapientes en la tarea ya rutinaria de rodear y alancear hasta la muerte a una vaca con el coño algo más grande, también conocida como mamut lanudo. La manada de hómines autollamados sapientes demuestra su sapiencia recompensando los servicios prestados a la manada de lupi degenerati mangiamerda por el procedimiento de arrojarles los despojos del banquete consiguiente, al tiempo que, gracias a su dominio del fuego, mantiene a raya cualquier potencial tentativa por parte de los morally challenged wolves de reclamar una porción mayor o mejor del festín; establece, en fin, desde el principio mismo de la cooperación, relaciones de manada dominante a manada dominada, pues ya se ha visto cómo la iniciativa de emprender esta cooperación sumisa parte de los lobos degenerados, que a diferencia de los primigenios, no son comestibles en la edad adulta, pues comen mierda, tanto propia como ajena. Así pues, los lobos degenerados sólo son comestibles de cachorrillos lact-antes de que empiecen a comer mierda.
Entre lobos no degenerados un macho que reconoce su derrota en un duelo contra otro por la consejería delegada de la manada expresa su rendición tendiéndose boca arriba: ofrece garganta, vientre y genitales a su rival; y éste, demostrando la nobleza de la especie, interrumpe entonces mismo las hostilidades; indulta al enemigo que podía haberlo matado hace nada; y lo hace justo en el momento en que su enemigo, con idéntica nobleza, se sometía a su merced; es magnánimo por obligación dictada de su nobílitas cuando por conveniencia le valdría mucho más no serlo. Entre lobos degenerados o canes, tengamos por seguro que aceptaría la invitación. Eso, suponiendo que su rival tuviera la nobleza de cursársela, pero ya se ha encargado el hombre de que no sea así. ¿Cómo? Degradando la nobleza lupina a sometimiento canino, manipulando genéticamente la especie durante milenios con el único fin de envilecerla, esclavizarla, ponerla al servicio de los más funestos caprichos y manías humanos e inhumanos; traicionando el propósito de la selección natural al seleccionar invariablemente a los individuos más adaptables, no para la vida, sino para la sumisión; desechando a conciencia lo que pugna por sobrevivir en lo que quedaba de los nobles y bellos lobos prehistóricos, hasta degenerarlos en chihuahuas o sambernardos, mastines o lebreles, pachones o perdigueros, caniches o rottweilers; canes y canas en fin, aptos para someterse a cualesquiera circunstancias artificiales, mejor cuanto más humillantes, llámense “Muffy”, hazme sentir protegida (y amenazado a todo aquel que pase por el camino público a 50 metros de mi casa); “Snowy”, “Lucky”, “Rusty”, “Buddy”, “Rocky”, “Cody”, “Sparky”, “Misty”, tiradme del trineo como cabrones, o como hay Dios que agarro a uno, lo aso vuelta y vuelta y me lo como delante de los demás, que así seguro que luego el trineo anda más ligero, o ya no os acordáis de cuando me comí a “Sapristy” y cómo corríais luego, eh, cacho cabrones, más motivación es lo que os hace falta; “Polly”, moléstame lo indecible, a todo el vecindario, yo incluida, con tus ladridos de protesta porque nunca te dejo salir de casa; “Coby”, ayúdame a dar la Imagen Adecuada la vez diaria que me sacas de casa (¿quién pasea a quién?); “Curly”, méteteme al fango del pantano para sacarme esa polla de agua que acabo de abatir de certero disparo; “Dalay”, sé mi único/mejor amigo de perroflauta y te prometo que cualquier día de éstos aprendo a tocarla. Etcétera.

Ebúrnea ola (Ivory Wave)
Tradicionalmente los cachorrillos desechados durante el citado proceso de selección artificial negativa (ningún 'perro de agua' nada mejor que un lobo) han servido como fuente de proteínas escasa pero altamente simbólica en el mundo rural, cuya economía dictaba que nada se tira y todo sirve a un propósito. Así, las constantes preñeces ni deseadas ni evitadas de las perras de pueblo se solucionaban por la vía pragmático-iniciática; a saber, cediendo cada camada recién parida a los quintos del lugar para que resolviesen el problema restableciendo el equilibrio ecológico y cultural. En efecto, antes de entrar en quintas tenían ocasión de demostrar hombría exhibiendo el que consideraban su principal atributo: la más desalmada insensibilidad. Repartirse por turno los cachorrillos para ir dándoles muerte de formas atrozmente imaginativas les servía para dejar claro sin lugar a dudas que ellos eran unos puros machos nada dados a sensiblerías y en los que por lo tanto se podía confiar. Con ellos, mariconadas las justas, que para eso eran unos tíos despiadados con todo lo que hay que tener y sin nada de lo que no hay que tener para mantener una familia y abrirse paso en un mundo dog-eat-dog. El rito de paso consistente en ir sacando del saco puppies recién nacidos para sacrificarlos, por ejemplo, lanzándolos contra una tapia, entre las risotadas aprobadoras del grupo, preparaba inmejorablemente para la vida adulta moderna, corroboraba que uno estaba libre de esos molestos escrúpulos, debilidades que incapacitan para hacer lo que es debido en cada momento, asumir la propia responsabilidad. Probar perro era pues privilegio de aquellos dispuestos a matar perro sin contemplaciones, ocupar su lugar en la sociedad, demostrar su virilidad de forma cruel pero por eso mismo indudable y a fin de cuentas civilizada en el pleno sentido del concepto. Compárese, si no, su conducta con la del canófago Michael Daniel, de Waco (Tejas), quien surfeó la ola ebúrnea devorando al spaniel del vecino. Pero vivo. Coño, Michael Daniel, el spaniel hay que matarlo antes de consumirlo, sobre todo si ya ha empezado a comer mierda, para empezar y, para seguir, si ni siquiera era tuyo. Contén tu agresividad con el spaniel, Michael Daniel, y/o cambia de mello online. Una cosa es que no sea noticia que un perro muerda a un hombre y otra, hombre de Dios, que los agentes enviados a reducirte no están preparados para presenciar según qué escenas, ni menos para que, cuando les manden a reducirte, encima vayas y te resistas a la Autoridad lanzándole tus propios intestinos. Un poco de consideración con la Autoridad competente, Michael Daniel, que no puede ella permitirse que la pongas en su sitio en materia de guts, ni tener a sus efectivos varios meses de baja por motivos psiquiátricos.


La receta: brochetas de canis lupus a la tailandesa para dos canófagos
Averiguar en la sección correspondiente de los anuncios por palabras una dirección de un vecindario respetable donde regalen tiernos cachorrillos de canis lupus degenerado recién nacidos a quien los cuide bien. Tras establecer contacto con el anunciante, presentarse en su hogar haciendo gala, sin esforzarse demasiado, del comportamiento más comedido y canófilo posible, disipando así toda sospecha, de cualquier forma harto improbable, de ser unos bárbaros devoradores de perritos calientes. Siempre con este fin prodigaremos sobriamente cuantas gracias, zalemas y sonrisas de compromiso sean convenientes para ofrecer la Imagen Adecuada y ganarnos así la confianza de los pobres incautos que van a suministrarnos el principal ingrediente de este plato, especialmente si entre ellos hay ancianos y/o niños, gente especialmente agilipollada con los putos perros. Inquirir de forma educada y discreta si los tiernos cachorrillos están vacunados (pues de ser así no nos servirán para las brochetas por muy tiernos que estén) y tomar nota mental de detalles, como la raza o el pedrigrí, que pudieran influir en las propiedades organolépticas del plato.

Elaboración: Sacrificar, desangrar y desollar los proyectos de canes lupi, cortando en dados la carne más aprovechable y desechando los cortes menos lupinos. Majar en el mortero un diente de ajo y 100 g de nueces de macadamia, con dos cucharadas de salsa de soja, otras dos de aceite picante, una pizca de sal y el zumo de un limón. Incorporarlo a la carne de guau-guau, mezclando bien todo y dejándolo macerar en la nevera, tapado, durante no menos de media hora. Entretanto hacer unas brasas o precalentar el horno a 200°. Montar las brochetas alternando la carne con pimiento, cebolla, calabacín, nabo, puerro, brécol, espárrago triguero, tomate cherry o lo que te ladre la luna para matar un poco el sabor a chucho. Wof, wof, wof. Rico-rico-rico como el paté que Barbara Rose le hizo a su amante esposo Oliver con el perro de éste, “Bennie”, a good dog to the last bite.

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