Una manceba era que habié nomne Oria,
niña era de días como diz la historia;
facer a Dios servicio, ésa era su gloria,
en nula otra cosa non tenié su memoria।
Era esta manceba de Dios enamorada,
por otras vanidades non daba ella nada;
niña era de días, de seso acabada,
más querrié seer ciega que veerse casada।
Querié oír las oras más que otros cantares,
lo que dicién los clérigos más que otros joglares;
yazrié si la dejasen cerca de los altares
o andarié descalza por los sanctos logares।
Ixió de bona vida e de grand abstinencia,
humild e verdadera, de bona pacïencia,
orador e alegre, de limpia continencia,
en fer a Dios servicio metié toda femencia।
El mortal enemigo, pleno de travesura,
que suso en los cielos buscó mala ventura,
por espantar la dueña que hobiese pavura,
facieli malos gestos, mucha mala figura।
Prendié forma de sierpe el traïdor probado,
poniéseli delante el pescuezo alzado;
oras se facié chico, oras grand desguisado,
a las veces bien grueso, a las veces delgado।
Guerreábala mucho aquel que Dios maldiga,
por espantar a ella facié mucha nemiga;
la beneíta niña, del Criador amiga,
vivié en grand lacerio, quiquier que ál vos diga.
Simplemente acojonante
ReplyDeleteVa a resultar que el doctor Freud tenía razón. ¿De qué obra has sacado este texto?
ReplyDeleteVida de Santo Domingo de Silos. Estrofas 316 y ss.
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