Perdida toda vergüenza,
abiertas sus carnes flácidas,
perdida y sin memoria
de burla toda, o de sátira,
se sienta en un rinconcito,
junto a la Virgen de Fátima,
un vieja que mendiga
raciones de vida práctica
murmurando sin sosiego,
entre ojos y pasos de lápidas
ay unas moneditas feas
codicia, suspira y da lástima.
Sucia, descalza y desnuda,
espera limosna rápida
espera el final del día
espera la luna mágica
que la consuele en los bares
con risas vivas, ingrávidas.
Vieja, tonta y tristona,
exhibe en su cuerpo mil lágrimas,
asusta a los niños corriendo
abriendo su vida a la pálida
luz de un verbo que se apaga.
Hasta ahora, mi favorita de tus poesías.
ReplyDeleteOjalá fuera capaz de escribir algo así, que pusiera los pelos de punta cuando alguien lo leyera.
ReplyDeleteme ha encantado