En estos tiempos tan políticamente correctos y lingüísticamente necios, en los que no sólo cualquier imbécil se cree con derecho a ofenderse por cualquier gilipollez, sino también lo más importante es impedir a toda costa que cualquier imbécil se ofenda, yo añoro las libertades de expresión y pensamiento perdidas, cuando los Siniestro, ¿recordáis, oh decrépitos?, osaban declararse nada menos que enemigos de Alá y, lo que probablemente sea aún peor, decían que no les gustaba el jazz. Yo hago míos estos geniales versos; y es que qué más se puede añadir, salvo la vindicación del derecho inalienable a blasfemar. ¡Me cago en Dios!
Sólo vine a comprar pan
--a mí todo me sale mal--,
sólo vine a comprar pan
y me enseñasteis el Corán.
En el desierto me verás
bailando el cha-cha-chá (sha-sha-shá).
Soy un enemigo de Alá,
no me gustan la rumba ni el jazz.
la revolución islámica no es revolución, es involución. bien por los siniestro, hacía mucho tiempo que no les oía
ReplyDeletePor fin un anónimo que no sabemos quién es. Completamente de acuerdo. Lo primero que prohibieron fue el agnosticismo. Con eso está dicho todo.
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