Los Boitaco somos gente invisible. Trabajamos muy cerca de vosotros, pero pertenecemos a una esfera diferente. Nuestra misión en la vida es hacer la vuestra más agradable; cambiamos vuestras camas, limpiamos vuestras mesas, lavamos vuestra ropa, tiramos vuestra basura, conducimos vuestros coches, vivimos en vuestras casas y nunca interferimos para nada en vuestros asuntos. Somos gente sencilla y alegre. Nunca pedimos más de lo que nos corresponde, ni alzamos la voz para ser oídos. Ahora bien, tenemos un gran sentido de la virtud y del honor, valores que me empujan a escribir esta carta.
Generación tras generación, uno de vuestros jóvenes despertaba con una malformación en los sentidos, que le permitía vernos; observaba nuestros más ligeros movimientos, nos seguía en nuestro día a día y comprendía nuestras intenciones, sueños y pasiones. Generación tras generación, el joven en concreto interpretaba nuestras frustraciones y alegrías y las ponía en verso, en pintura, en fotografía. Era el único contacto que nuestra especie tenía con la vuestra. Gracias a estas manifestaciones, los Buleto podíais olvidar vuestra vida sin privaciones y centraros en la nuestra. Por un instante, dejábamos de ser invisibles para convertirnos en personas iguales a vosotros. Y gracias a ese instante nuestras vidas han ido evolucionando de tal manera que vivir se ha convertido más en un juego que en un trabajo, por lo cual os estamos muy agradecidos.
Ahora bien, han pasado más de siete décadas desde que la luna prometía el nacimiento de este joven especial y todavía no ha aparecido. Lo hemos buscado en las casas mayores, en los lugares de recreo, en las prisiones, en los bosques, en la tierra de cultivo, en los depósitos, e incluso hemos pedido ayuda al extranjero. Nada. Nadie nos ve. Hace más de siete décadas que ningún Buleto nos observa en nuestros quehaceres, se preocupa de nuestras tristezas o exalta nuestras alegrías en manifestaciones artísticas. Nos hemos vuelto total y absolutamente invisibles. He aquí el problema y objeto de esta carta. El pacto tácito que creíamos establecido entre nuestras castas se ha roto por orden natural y, por ello, los Boitaco nos vemos obligados a requerir la poción que nos vuelve visibles en vuestra esfera: el dinero.
Nos negamos a realizar nuestras labores cotidianas y a seguir facilitando vuestra vida a menos que se nos ofrezca una suma de dinero que nos vuelva visibles a los ojos de todos los Buleto. Rechazamos cualquier tipo de crédito invisible, como nosotros, que podáis ofrecer; sólo aceptamos sumas de dinero que posibiliten nuestra visibilidad. A partir del momento de la recepción de esta carta, tendréis un plazo de un mes para suministrarnos la pócima solicitada. En caso contrario, es decir, si dicho suministro no ha sido efectivo al comenzar el invierno, los Boitaco sólo trabajaremos para nosotros mismos. Tomaremos posesión de las casas que nos han sido cedidas en régimen de crédito y del resto de las posesiones adquiridas por este medio. Y así se hará para permitir nuestra visibilidad por el medio más drástico que conocemos, rompiendo la pacífica estabilidad que caracteriza nuestra convivencia. Esperamos que esto no sea necesario.
Sin otro particular, se despide atentamente, Agustísimo Boitaco, Jefe de Pioneros
:)
ReplyDeleteCon el fin de la magia, la propia magia pide ser real y se vuelve contra nosotros. Me ha gustado la idea. Dala vueltas porque da mucho de sí ;)
Gracias, Deprisa. No era la magia lo que yo tenía en mente, pero sí que a veces las cosas más habituales se convierten en mágicas al entrar en un escrito con un disfraz.
ReplyDeleteSi todos a los que hemos dejado de ver se pusieran en pie de guerra,este mundo iba a vivir la mayor revolución jamás conocida!!!,apoyo a los invisibles aunque yo sólo los vea a ratos....quizás así logre verlos siempre....
ReplyDelete