El Mundo Today

2010/12/06

¿Viva la Constitución?


En este tercer día de ilegal Estado de Alarma se conmemora el 32º Aniversario de la Constitución. Es una efeméride que a los Poderes públicos les encanta celebrar “con el Pueblo”, léase llevando al famoseo afín de turismo sexual por el Congreso, a leer pomposamente unos articulillos de la Carta Magna, todo muy progre y democrático en su versión más populista, la única para la que es apto este puto país, donde los payasos de la tele lideran la opinión pública y, cuando queremos informarnos de una compleja cuestión p. ej. geopolítica, pues le preguntamos a un actor, que es el que se sabe el papel y el que mejor lo recita. En este caso, el proxeneta Bosé nos lee “vivan las caenas” y los demás aplaudimos satisfechísimos de nuestra propia ignorancia. Hasta declaramos vivir en un Estado de Derecho, perfeccionando nuestra esclavitud por el procedimiento de no querer ni verla. Mientras tanto, el despotismo del “copresidente” Burracalba se consolida a pasos agigantados, ante la indiferencia cuando no el aplauso generales.
Un ejemplo inusualmente claro de esta deriva imparable hacia el autoritarismo populista se ha producido con la declaración por el Rey de nada menos que del Estado de Alerta por nada más que un conflicto laboral, so pretexto del plante masivo de los controladores aéreos el viernes pasado. Habrá que concluir, una vez más, que S.M. (S&M?) firma sin leerla cualquier cosa que le pongan delante. Véase lo que ocurrió con un Estatut, ese sí, sedicioso.
Dicho plante de los controladores era una respuesta más o menos espontánea a tres decretazos y una orden ministerial manifiestamente ilegales que rompían en añicos los acuerdos alcanzados con ellos hacía meses . No sorprende que hayan merecido nula atención de las televisiones públicas y privadas, sin duda demasiado ocupadas en, lisa y llanamente, incitar a la violencia contra los controladores, con insistencia digna de una causa más noble, es decir, prácticamente cualquier otra. Sabido es que el animal favorito del hombre (y el mejor eneamigo de la burra calva) es el chivo expiatorio. Si lo sabrán los presentadores televisivos, que no se cansan de proponernos una y otra vez los mismos modelos para odiar. Escupan ustedes a esa casta privilegiada que tanto cobra; y aplaudan la “solución” de un Gobierno que todo lo soluciona igual: imponiendo su Ley y criminalizando a los disidentes al más puro estilo de Pepigno Stalin. Y conste que esto de criminalizar, gracias al Estado de Alarma, ya ha abandonado el reino de lo metafórico.
Cabezas de turco. Lo de cobrar mucho y encima haber hecho méritos para ello es algo que no soporta el envidioso y meritófobo Pueblo español, cuyos primarios resortes conoce a la perfección el faisán RuGalcaba, maestro en pulsarlos a su antojo y provecho. Y a todo esto ¿cuánto cobrará un busto parlante de TVE por acicalarse para leer la voz de su amo media hora al día? ¿Y qué decir de los privilegios de los políticos?
En un país estrictamente repugnante como España, un país que ni es país ni es poco más que una horda de teleadictos analfabetos, no hacía falta ser Nostradamus para adivinar que esta estrategia iba a dar rápidamente sus podridos frutos, aumentando la muy mermada popularidad de un José Luis Rodríguez Zapatero muy necesitado de lo-que-sea (es su mantra), y que jamás olvidará el origen de su Poder: esta ruin estrategia de proyección del miedo y focalización del odio que tan pingües beneficios le reportó en aquel terrible marzo de 2004 (actuando, entonces como ahora, desde las cómodas sombras de un segundo plano), y cuyas consecuencias los ex ciudadanos, hoy súbditos, aún no hemos terminado de pagar; de hecho, ya no nos llega para pagarlas, como las horas a los controladores.
De esta estrategia se podrá decir lo que se quiera (yo en privado digo muchas, algunas irreproducibles), menos que no es eficaz, incluso con personas inteligentes. Así, Edurne Uriarte, autora del mejor libro que se ha escrito sobre el 11-M, apoyaba en cambio el sábado las ilegales medidas de excepción adoptadas, pidiendo además que la Oposición también las sostuviese. Mutatis mutandis, sin embargo, los mecanismos de este tinglado mediático son idénticos a los que ella supo identificar tan bien, aunque esta vez con otros protagonistas distintos de la Oposición en el papel de víctimas. Ayer los consabidos cheerleaders del rubalcabismo hicieron muchas horas extras no pagadas en los foros de Internet, sin participar realmente en ellos, salvo que incluyamos como participación en un debate la agitación frenética de sus pompones mientras, en un alarde de imaginación, llamaban “facha” a todo aquel que le pusiera pegas al Estado de Alarma, sobre todo si eran pegas razonadas. ¿El mundo al revés? No: el socialismo a lo Bettino Craxi: “Socialismo es lo que hagamos nosotros”.
Gabriel Albiac, citando a Carl Schmitt, lo explica hoy en ABC mucho mejor que yo: “el eficaz funcionamiento del poder se asienta sobre la acertada construcción de un enemigo, acerca de cuya definición «decide sólo el Estado como unidad política organizada». Contra la amenaza de ese enemigo, se puede fácilmente soldar a todos aquellos que se reconocen en la normalidad que los enfrenta a aquel que, con indiferencia de sus reales vicios o cualidades, dispara el automatismo de nuestra colectiva alarma, de nuestro recelo o de nuestra antipatía”.
También en ABC, uno de los pocos periódicos medianamente legibles que van quedando (y bien que me duele reconocerlo), Juan Manuel de Prada, católico a machamartillo que escribe francamente bien, describe lo mismo con magistral costumbrismo literario:
“Rubalcaba sabe que el resentimiento atávico de los españoles precisa, después de ser concienzudamente alimentado, de un muñeco de pimpampum al que se pueda hacer responsable de todas las calamidades que nos afligen. En otras épocas de la historia, los gabachos o los jesuitas desempeñaron a la perfección este papel; y en esta época más bajuna o suburbial de la historia tal papel se asigna a colectivos diversos, desde los obispos a los controladores aéreos. Estos últimos son todavía más eficaces como muñecos de pimpampum que los primeros, puesto que ganan un pastizal (o al menos así lo pregona la propaganda, que también nos martillea las meninges con la consigna de que el pastizal lo ganan por culpa de la derecha), ligan con las azafatas de los aviones (que son la fantasía erótica del españolito medio) y tienen en su mano jodernos el puente de la Inmaculada Constitución, que es el desahogo último que le resta a la gente cuando olfatea que, a la vuelta del puente, se va a quedar sin trabajo. Conque Rubalcaba los obliga a trabajar a punta de pistola (como algunos controladores afirman que ha ocurrido) y el resentimiento social se aplaca: dicen que los duelos con pan son menos; y, a falta de pan, buenas son tortas, sobre todo si las tortas se las llevan, manu militari, esos pijos de los controladores aéreos. Así, el parado sin esperanza al que acaban de birlarle la limosnilla de cuatrocientos euros que Zapatero le había prometido puede al menos, en sus tardes sin pan, consolarse pensando que los controladores aéreos no se quedaron sin tortas”.
Dice Sánchez Ferlosio que no hay nada más atroz que un español “cargado de razones”; y añado yo: razones siempre ajenas. Si algo, en fin, dejó claro la crisis del 11-M, con los resultados conocidos, fue que lo único que el Pueblo español odiaba más que a Aznar (ya saben, ese asesino que había obligado a los insurgentes iraquíes a asesinar a 192 personas en Madrid), era el fastidioso engorro del pensamiento libre, independiente. Noli me tangere, pensamiento, que yo no quiero pensar por mi cuenta. No, él prefería, exigía a gritos que le dijeran cómo y qué pensar. Que le sacaran las castañas del fuego, que las comieran por él, que le dijeran si estaban buenas. Todo esto blandiendo “espontáneas” pancartas de bolsillo para una ideología de todo a cien. Estas pancartas decían “ZAP” (¿o era “PAZ”?), con exactamente el mismo tipo de letra de los carteles electorales que aquellos días decían “ZP”, evidentemente condensando en tan sagaz acrónimo la ideología, la historia y el programa del PSOE. Ya saben: “Las bombas de Irak estallan en Madrid” (una apología terrorista de manual); y: “Queremos nuestra verdad el día 13” (claro, porque el día 15 ya os la suda). Eso mismo demuestra también esta crisis, cuyos lodos están por llegar.
Algunos, como De Prada, creen que este Estado de Alarma es un ensayo general de la Dictadura que nos preparan para cuando la ruina sea completa y la Merkel, que es la que manda (Gott sei Dank!), nos imponga un ajuste aún más duro (para entonces ZAP será un vago recuerdo). Entonces lo que queda de la clase media, ésa a la que le chafaron el puente (la clase baja, más que irse de puente, duerme bajo él), ya no se indignará por los privilegios de los controladores. Porque ya no les quedará ni el privilegio de unas vacaciones (cuyo disfrute suele implicar “disfrutar” también de un empleo). Pero qué democracia ni que dead kid vamos a tener con una ciudadanía para quien la Constitución no es sino un puente durante el que irse “a Disneylandia con ocho amigas”, porque no se atreve a hacer el gilipollas en su pueblo. No es de extrañar que cuando la intrépida reportera de TVE le ponga la alcachofa delante para preguntarle: “¿Qué opina de este caos provocado por los controladores?” (caramba, qué pregunta tan completa: viene con la res-puesta), la “ciudadanía” se explaye, con detalles incluso excesivos, sobre lo que ella misma, sin intermediarios, les haría a esos chantajistas, esos criminales sin entrañas que ni Disneylandia respetan, una vez el justiciero Gobierno los haya despedido, encarcelado y puesto a dieta de un pan tan duro como la cara de Burracalba y un agua tan turbia como su conciencia.
(Me encanta escribir estas cosas bajo Estado de Alarma. Gracias, Majestad. Gracias, Consejo de Ministros, Ministras, Menestras, Vicepresidentas/os, Portacoces/us, Escudos Humanos/es y Entes Epicenos/is.)
Otro había perdido su vuelo a Cuba, además del dinero del pasaje, y hacía un pucherito, cargándose así de razón. Y mi polvo anual ¿qué? Etc. Coño, pues mejor para la compañía, que habrá cobrado un dinerito sin prestar el servicio, lo que no viene nada mal, con la que está cayendo (y más que va a caer). Y mejor, también, para el pasajero: cuanto más tarde llegue a Cuba, mejor. Allí tienen un Gobierno arbitrario y dictatorial. Como en España, por otra parte.
En España siempre se ha confundido la bondad con la imbecilidad, con el corolario de que los más malvados deben de ser los más listos. De ahí el viejo dicho: “Prefiero un hijoputa a un tonto”. Digo viejo porque me da que está cayendo en desuso: hoy día ambos especímenes se presentan hipostáticamente unidos en un mismo lote. Los tiempos avanzan que es una barbaridad.
Zapatero es el ejemplo más logrado de esta... (¿cómo la llamaría él?) dualidad de progreso, hasta el punto de que, por mucho que nos devanemos los sesos, nunca averiguamos si es más hijoputa que tonto o viceversa. Yo diría que es un tontolhaba /barra/ hijo de la Grandísima Puta; y no me refiero a su puta madre, sino a una Grandísima Puta platónica, ontológica: el universal Grandísima Puta. Una Grandísima Puta sin cabida fuera de la caverna del Timeo, donde se agitan, impotentes, unas Ideas en perpetuo estado de alarma.
(Lo dicho: me encanta este Estado de Alarma. Me da ganas de escribir. La escritura me sale a borbotones. Así les da tiempo a tragarla toda.)
Según De Prada, a Burracalba los Servicios Secretos (es un decir) estadounidenses le comparaban con el canciller Metternich, que ya es comparar. En España es más habitual la comparación con Fouché, también excesiva para este Rasputín de zarzuela, el verdadero presidente del Gobierno desde la intoxicación masiva que perpetró en marzo de 2004, origen de la postración a la que estamos reducidos. Para mí que De Prada está algo parana, pero quién no lo estaría en su lugar. Además, que seas paranoico no significa que nadie te persiga. Y ahora, encima, legalmente.
Recuerdo un viejo chiste de Mafalda en el que esta pelotuda, leyendo la página de efemérides, tropezaba con una cita atribuida a Sócrates: “Cuanto más conozco a los hombre, más quiero a mi perro”; y tras una viñeta de pausa reflexiva, decía: “Pero ¿qué clase de periodismo es este? ¡Falta la opinión del perro!”
¿Cuándo no ha tenido razón la pelotuda de Mafalda? Pobre. Hoy me la imagino divorciada y sin compromiso, por su tercera operación de estética y largando perrerías de los hombres... En fin, ¿dónde iba? Ah, sí: hablando de perrerías, decidí hacer caso a la nena más boluda y redicha de la historia del cómic (gracias a Dios no existen niñas así en la vida real), diciéndome: “cherchez la chienne”, busquemos a la perra, o sea la opinión del perro.
La chienne en cuestión, que asegura tener dos expedientes abiertos sólo “por esta mariconada de blog”, es decir por ejercer su libertad de expresión (ojo: ANTES de proclamarse el Estado de Alarma), resultó tener un par de admirables cojones (estos sí, metafóricos). Me refiero a Cristina Antón, controladora del aeropuerto de Palma. Sé que no le importará la licencia poética porque es la persona más paciente, tolerante y dialogante que me he encontrado en la Red estos días. Y porque ahora mismo es el menor de sus problemas: ya le han infligido denuestos inimaginables, junto con unas amenazas tan viles que a mí me habrían tenido todo el puente debajo de la cama.
Una lectura somera de los miles de “comentarios” que vertieron los lectores (otro decir) de su post del sábado sobrecoge por su vesania. Si alguien, por los motivos que fuere, desea hacerse una idea exacta del nivel cultural de los españoles, de sus tendencias psicosociales; en una palabra: de su barbarie, que se asome un rato, sin pasarse, al vértigo que produce tan hastiante colección de imbecilidades concentradas. Pues bien, Cristina se pasó gran parte de la noche contestando, casi uno por uno, a los miles de mensajes que le llegaron, vejatorios en su inmensa mayoría y buena parte de ellos constitutivos de lo que el cupo uterino de nuestro inefable Gobierno llamaría “violencia de género” …si no estuviera instigándola él mismo.
Lo más curioso del linchamiento era que quienes decían haberse visto afectados por el plante de los controladores por lo general no incurrían en el insulto, aunque fueran lógicamente críticos, mientras que las sinceridades que en su ira profería tanto orate vociferante delataban que su verdadera afección eran otras “catástrofes y calamidades” (según la interesante definición del ministro Jáuregui) que nada tenían que ver con ella y sí con la calamitosa catástrofe que suponen el escudo huma... digo el ministro de la Presidencia Jáuregui, los tres vicepresidentes (as/os) y el resto del Ejecutivo agresivo. Su odio era, pues, de recuelo: un odio proyectado, interesadamente teledirigido, como en el 13-M. Un odio que destilaba cobardía, aunque se revistiese de una autootorgada superioridad moral. Ahora que lo pienso, se parecía mucho al que el lehen aluori Patxi López demostró profesarle a Rajoy (también, casualmente, en vísperas electorales), cuando éste se presentó en el Ayuntamiento de Mondragón a dar su pésame a los familiares y allegados del concejal del PSOE Isaías Carrasco, asesinado por ETA: “No diréis ahora”, le espetó a Rajoy, “que estábamos negociando con ellos”. Sí, lo decimos, Patxi, porque era verdad antes como lo es ahora, como es verdad que aquella tarde proyectaste en odio a Rajoy tu miedo a los etarras y proetarras que bien cerca de ti tenías en esa misma capilla ardiente.
(Y a todo esto, Patxi: ¿por qué coño no dimites de una vez? El Estatuto ¿qué dice? ¿Qué las transferencias se pactarán entre el Gobierno central y el vasco o que el PNV se las comprará, barrato-barrato, a Zapatero? Tú ¿qué pintas en todo esto? Nada, joder: ya cumpliste defenestrando a Nico Redondo y, si Roma no paga a traidores, Ferraz menos. De hecho, ¿para qué convocar Elecciones en Euskadi? Que Gobierne el PNV, padre del invento, y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga. Diosss, me encanta escribir bajo Estado de Alarma. Fin del paréntesis.)
Leyendo el blog de Cristina Antón, tratando de espigar algo válido en la tormenta de mierda que entre el Gobierno y los medios le desataron encima, dos cosas me quedaron claras; a saber:
Una, que saltaba a la vista: lo mal que está todo Dios. Aquello era una descarnada competición por ver quién, de entre los privilegiados que aún tienen trabajo en la España de ZP, tenía peores condiciones laborales; y el argumento invariable era: si estás mal, te jodes, niña, como me jodo yo, que estoy peor. Jodámonos todos, supremo argumento español. A propósito, algo me dice que los médicos serán los siguientes en ir a la huelga, cuando privaticen la Sanidad, como han hecho con AENA; y también entonces la eficientísima gestora Pajín solucionará el problema manu militari. O quizá desaparezca, como la Chacón cada vez que ocurre algo que requiera la presencia de un ministro de verdad, no una de atrezzo.
Dos: de Cristina Antón se podrá decir cualquier cosa, menos que no dialoga. Todo un ejemplo para su jefe Iósif Blanco, que no sabe más que echar mierda al ventilador. Para él una torre de control debe de ser un arcano incomprensible, algo así como un examen de ingreso a la Universidad; y dialogar consistirá en intimidar a su interlocutor, salvo, claro está, que su interlocutor sea un etarra o por lo menos un nacionalista con mando en plaza (mando otorgado por el PSOE). Con ésos se licúa de puro talante (por detrás y por delante).
Enough of that. Por ser la fecha que es y sobre todo para no ser menos que el Bosé, yo también les voy a leer íntegro un art. de la CE, como si estuviera haciendo el chorra en el Congreso. Uno que estos días se ha citado mucho (lo de que se lea es demasiado pedir a los españoles): el 116. Ahora bien, a diferencia de lo que hacen en el Congreso, luego lo comentaremos en relación con la situación creada por el Gobierno, a ver cómo se nos queda el cuerpo.
«1. Una Ley orgánica regulará los estados de alarma, de excepción y de sitio y las competencias y limitaciones correspondientes.
2. El estado de alarma será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros por un plazo máximo de quince días, dando cuenta al Congreso de los Diputados, reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado dicho plazo. El decreto determinará el ámbito territorial a que se extienden los efectos de la declaración.
3. El estado de excepción será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros, previa autorización del Congreso de los Diputados. La autorización y proclamación del estado de excepción deberá determinar expresamente los efectos del mismo, el ámbito territorial a que se extiende y su duración, que no podrá exceder de treinta días, prorrogables por otro plazo igual, con los mismos requisitos.
4. El estado de sitio será declarado por la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, a propuesta exclusiva del Gobierno. El Congreso determinará su ámbito territorial, duración y condiciones.
5. No podrá procederse a la disolución del Congreso mientras estén declarados algunos de los estados comprendidos en el presente artículo, quedando automáticamente convocadas las Cámaras si no estuvieren en período de sesiones. Su funcionamiento, así como el de los demás poderes constitucionales del Estado, no podrá interrumpirse durante la vigencia de estos estados.
Disuelto el Congreso o expirado su mandato, si se produjere alguna de las situaciones que dan lugar a cualquiera de dichos estados, las competencias del Congreso serán asumidas por su Diputación Permanente.
6. La declaración de los estados de alarma, de excepción y de sitio no modificará el principio de responsabilidad del Gobierno y de sus agentes reconocidos en la Constitución y en las Leyes.»
Veamos el apartado 2. ¿Se ha reunido el Congreso? NO. Primera violación de la Constitución.
Veamos el apartado 5. ¿Cómo? ¿Que no se pueden convocar Elecciones? (no se puede disolver el Congreso) Pero ¿no decían que “no passsa nada”?
Veamos el apartado 6. ¿Dónde está la responsabilidad del Gobierno? ¡Transferida a los militares!, cuando la Constitución dice que la autoridad última, aun en cualquier estado de emergencia, debe ser siempre civil. Que en 1978 todavía se redactaban leyes medianamente inteligibles.
Vamos ahora a la LO 4/1981, también bastante clara, a que se refiere este art. 116.1 de la Constitución, concretamente las disposiciones de su art. 1º:
Uno. Procederá la declaración de los Estados de Alarma, Excepción o Sitio cuando circunstancias extraordinarias hiciesen imposible el mantenimiento de la normalidad mediante los poderes ordinarios de las autoridades competentes.
Dos. Las medidas a adoptar en los Estados de Alarma, Excepción y Sitio, así como la duración de los mismos, serán en cualquier caso las estrictamente indispensables para asegurar el restablecimiento de la normalidad. Su aplicación se realizará en forma proporcionada a las circunstancias.
Tres. Finalizada la vigencia de los Estados de Alarma, Excepción y Sitio decaerán en su eficacia cuantas competencias en materia sancionadora y en orden a actuaciones preventivas correspondan a las autoridades competentes, así como las concretas medidas adoptadas en base a estas, salvo las que consistiesen en sanciones firmes.
Cuatro. La declaración de los Estados de Alarma, Excepción y Sitio no interrumpe el normal funcionamiento de los Poderes Constitucionales del Estado.
¿Alguien, aparte de Jáuregui, Burracalba y S&M, puede creer, basándose en este texto, que la mente del legislador contemplaba declarar el Estado de Alarma para reprimir huelgas, por muy salvajes que sean? ¿Dónde está la proporcionalidad que exige la disposición segunda? La “autoridad competente” ¿no tenía más recursos que la Ley marcial para meter en vereda a los controladores? Quien haya oído hablar (basta con eso) al ministro de Fomento, tendrá sobradas pruebas de su capacidad para el diálogo. Su mostrenca ineptitud y su talante invariablemente autoritario están en la raíz de este problema. La gente se cree que sale gratis tener a tipos como Blanco o Pajín de ministros, pero lo cierto es que su clamorosa incompetencia la pagamos los ex ciudadanos, ahora súbditos. Ah, el punto Tres es clave para esta apoteosis del autoritarismo: una vez las sanciones a los controladores sean firmes, ya darán igual la ilegalidad e inconstitucionalidad flagrantes que rodearon la declaración del Estado de Alarma. Política de hechos consumados se llama esa figura.
Veamos ahora el art. 4 de la LO 4/1981, cuyo apartado c) es la única disposición legal que cita (a medias) el ministro Jáuregui en la artera justificación de su decreto:
El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo 116.2 de la Constitución podrá declarar el Estado de Alarma, en todo o parte del territorio nacional, cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad:
a. Catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud.
b. Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves.
c. Paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad, cuando no se garantice lo dispuesto en los artículos 28.2 y 37.2 de la Constitución, y concurra alguna de las demás circunstancias o situaciones contenidas en este artículo.
d. Situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad.
No hace falta saber de leyes, sólo saber y querer leer, para darse cuenta de que cabe declarar el Estado de Alarma en los supuestos a), b) y d), así como en el c), siempre y cuando (esto es clave) se dé también uno de los otros tres casos. Citar c) a medias, como hace Jáuregui en su decreto, es mentir a los ciudadanos con fines de los que no se puede sino desconfiar. Porque a diferencia de lo que nos están contando los medios, el Estado de Alarma, pensado inequívocamente para desastres naturales, sí limita nuestras libertades, como se lee sin ningún género de dudas en el art. 11 de la dicha LO 4/1981. Teóricamente estará circunscrito a los controladores, pero en vista de lo que les ha importado el cúmulo de ilegalidades en que incurren para declararlo, ¿de veras creen que nos podemos fiar? ¿Me quieren decir, por poner un ejemplo reciente, lo que le han importado a este Gobierno los derechos del Pueblo saharaui, así como el derecho en general?
Feliz día de la Constitución. Recuerden que no es un puente, sino nuestra Ley fundamental, hoy revo(l)cada por este Gobierno; y que para el sabio Diógenes Laercio: “el Pueblo debería defender sus Leyes con el mismo ahínco que pone en defender las murallas de su ciudad” ...o al menos con la mitad del ardor que pone en defender su sacrosanto Puente.
Yo quiero ser luxemburgués. ¿Dónde hay que firmar? Eso o ¡que nos intervenga la UE ya!

2 comments:

  1. Muy bueno tu blog, lo añado a mi lista de enlaces favoritos. Vengo del blog de Cristina y tienes toda la razón.

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  2. Gracias, pero no es mi blog personal: somos dos los blogueros.
    A lo mejor hoy la Sala 3ª del Supremo dictamina que el decreto de Alarma es ilegal.
    ...Y a lo mejor dimite Pepiño, ¡ja ja ja! We live in hope

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