Como de
costumbre, habla bajito y despacio antes de soltar una bomba. En la tarde del
domingo, Madrid parece Valladolid y el tiempo se aleja entre volutas de humo,
viendo vídeos de Youtube, echando un vistazo al fútbol, descongelando una
pechuga de pollo para la cena, repitiéndose a sí mismo que el día del Señor no
es tiempo de gimnasio y alegrándose de que no haya una botella de whisky u
orujo por ahí guardada. El cenicero pide oxígeno. Ha pasado 36 horas con María,
cocinando, retozando, durmiendo, escuchando a Van Morrison, viendo cine japonés…
Un fin de semana envidiable cuya estela de incomodidad no acierto a descifrar.
Raúl ha pasado 36 horas con María medio desnuda en su casa y no puede culminar la
relajación dominical. No es la primera vez, por supuesto, que enciende un
cigarrillo para disimular la fragancia imprevisible de un pedo huidizo. Pero
ayer se vio obligado a reaccionar por instinto de supervivencia, y la tarde de fútbol
no acaba de despegar. Ayer, por primera vez en tres años, el pedo no era suyo.
Como de costumbre, habla bajito y despacio al soltar la bomba.
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“Tron, la mujer se ha emancipado
definitivamente”.
No se requieren
sociólogos socialdemócratas para comprender la inadaptación de Raúl, su retraso
dialéctico frente al sufragismo flatulento de una chica licenciada y políglota,
melómana y sensual, encarnación de un sueño adolescente postergado durante
lustros. “El amor existe, por supuesto / Pero también existe la vida / Su
enemiga”, recuerda quizá Raúl. Despojado de lirismo alguno, programa su
lavavajillas de cuatro cubiertos mientras imagina a su novia devolviendo a la
madre tierra parte de lo que le tomó el día anterior, purificada, sin maquillajes,
representante eximia de un mañana lleno de posibilidades y posibilidadas.
<< Le mastin
<< Le mastin
Y con este primer pedo demarcador del territorio queda inaugurada nuestra convivencia íntima
ReplyDeletequé bueno eres escribiendo cabrón
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