Esto no es orden ni caos. Son recuerdos. En el año 81 yo tenía 13. En mi Dirty Old Town estrenaban El cartero siempre llama dos veces. Un remake que superaba al original, como Un par de seductores (Dirty Rotten Scoundrels, 1988) supera a Dos seductores (Bedtime Story, 1964). No había Youtube.com ni Seriesyonkis.es ni Laconchadetuhermana.ar. Ni siquiera había videoclubes.
¿Cómo explicárselo a un nacido en los ochenta? Entonces ver una peli no era tan sencillo. Yo me había dejado la entrada en casa; y hasta ella corrí desde la taquilla del cine. Andando, habría tardado veinte minutos en hacer el trayecto de ida y vuelta. Corriendo con mis incipientes zancas y contando con el margen del Movierecord tardé unos quince largos, incluido el tiempo que tardé en encontrar la entrada. Sin saberlo, sabía por qué corría: al entrar urgentemente en la sala mis castos jadeos se unieron con los que dimanaban de la pantalla. Quedé estupefacto, fascinado. Decía Yale (q.e.p.d.) en sus «Yalerías» de la Interviú auténtica que Jessica y Jack «no habían dado gato por liebre», esto es, que el viejo Jack de hecho se había calzado a la no tan joven Sra. Papadukis/Papadakis sobre la mesa de su cocina. Con intención de hacer lo imposible por verificarlo, volví religiosamente al cine al día siguiente. ¿Dónde hallar una luz de certidumbre en el piélago de mi inocencia/ignorancia?
Pero al margen de mi persistente ignorancia y la desdichada insolvencia de mi única fuente hace ¡treinta! años, una cosa es cierta: a día de hoy Jessica Lange (61) sigue siendo una mujer de bandera.
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