Desde el siglo pasado no he practicado este vicio, así que no soy el más indicado para aconsejar. Cuando yo la conocí, a esa Perra, Vitoria no era "referente", como dicen lo neoesnobs, es materia de pinchos ni en ninguna otra. Vitoria era Castilla, como lo son, por la misma parte, Vizcaya y Guipúzcoa.
En fin: cualquier puto barrio de Madrid tiene más tradición de pinchos que Vitoria, ese quiero-y-no-puedo de Don-not-ti. Aun así: fuera del Casco Viejo, donde es difícil equivocarse (el fascismo-primitivismo será un desastre para la política, pero para las tapas hay que reconocer que funciona), la mejor calle es la Florida, con putos mitos como el Dólar y la Bodega. Si tuviera que elegir uno solo, sería el segundo... ¡y también el primero!, por su lujuriosa barra atiborrada de mahonesas y damas enjoyadas que estiran el meñique al agarrar el palillo y dejan la servilleta pringada de carmín. ¿A quién le importa la gastroeconomía? Está cerca de la casa de la música, en el parque, donde suelen tocar jazz por el Festival.
En el Casco Viejo la calle Pintorería es la más tradicional, apuesta segura sin mierdas de diseño como si estuviera uno en Ñoñosti. Uno cuyo nombre no recuerdo, hacia el nº 40, hacía unos de queso azul batido con brandy que me nutrieron durante mis años de estudiante. Hace mucho que no voy. Exploren un poco (seguro que ya no existe: Vitoria es una puta mierda, aunque al menos no es Mondragón; fin del paréntesis). Yo iba mucho al Kirol, que es muy rústico y recio en plan antidiseño. Tira más al lado castellano de Álava que al vasco (mejor, claro). La Bodega Riojana, un poco más abajo, políticamente estarán extraviados, pero hacen los mejores bocatas, calidad-precio, de Vitoria.
En la cuesta de San Francisco, casi Francia, está el Albéniz, con una barra de pinchos correcta y el mejor menú del día.
En la plaza Nueva (la mayor porticada, antes plaza de España) está el Saburdí, un poco más ñoñostiarra por el lado pijo, pero a la altura de sus exigencias de calidad; y el Deportivo Alavés, con una foto enmarcada de cuando jugaba Valdano con el 9 y unos pinchos que le levantan la boina al Celedón. Ah, y el bar La Unión, con unas rabas dignas de la mismísima Santander. Y al lado en las ex 3 BBB el Speakeasy, la mejor coctelería de Vitoria a un precio razonable.
Una opción rompedora para una mañana laborable está en la cervecería Duna, en el polígono industrial de Gamarra. Contundencia norteña enfundada en mono azul.
Yo ¿qué sé? La cafetería del Artium, además de ser muy warholiana, sirve unos pinchos muy siglo XXI. Para ir con una perra progre.