Una historia que me nos ha enviado Francisco
Mientras leía en mi cuarto, la vecina de enfrente, recién salida de la ducha (albornoz y pelo mojado) se puso a regar las flores de su ventana. Su marido se aproximó a ella y comenzó a besarla.
Por discreción desvié los ojos hacia el libro y, por curiosidad, el oído hacia la ventana. Unos grititos me hicieron volver la cabeza; ella tenía los pechos al aire y su marido la estaba empalando por detrás. Cuando conseguí desviar la vista desde sus tetas hasta su rostro, me di cuenta de que la mujer me estaba mirando con una sonrisa socarrona.
Unos días después me crucé con ella por en una plaza y me dedicó una mirada rasgada, caliente y húmeda, salida directamente del coño.
Autor: Francisco
La pestaña vertical...
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