Tras una pausa pesada dentro de los cánones de una dicha romana austera, recordé el peso chocante del veneno que despide la lanza. Sabiendo a ciencia errónea la incredulidad de los que maldicen el dogma y atendiendo a los sinsabores cotidianos de una vida sin aliento, descubrí el heno de los depósitos humanos. Una palabra: libertad. Una expresión: desprovisión de actos. Una dicha: bendición de vivir. Ateridos los miembros debida a la antigua costumbre de atar las manos al escribir, juego simplemente mientras mi ánima flota en el aire, ligera, al son de un cantautor rezagado, que me agarra el ser desde dentro. Fugaz es esta vida que marronea la luz del principio, del origen primero y uno.
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