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El milagro podofílico de Teresita Castillo, novicia filipina,
o por qué las carmelitas descalzas calzan sandalias |
Corriendo el año 1948, en un
convento de carmelitas descalzas de Lipa (Filipinas), Nuestra Señora la Virgen santa María, Madre de Dios, aparecióse a la novicia Teresita Castillo so Su entonces inédito formato de Mediadora de Todas las Gracias (en lo sucesivo, Mediadora serie TG®). Tanto
durante su primera Aparición como en las posteriores, Nuestra Señora lució completa, gloriosa y pecatrizmente descalza.
Amenizando estos eventos, y haciéndolos aún más memorables, no era raro que de los techos del lipeño Carmelo llovieran, torrenciales y multicolores, pétalos de las más diversas rosas, incluida alguna que jamás floreció en las Filipinas, lo que induce a sospechar que nuestra Mediadora serie TG® importábalas, milagrosa pero fraudulentamente, de las Rusias, por no ir más lejos.
Las reiteradas Apariciones, en la Batangas de 1958, de una Virgen caucásica con unos Pies desnudos de talla más que considerable, francamente
sensuales, incluso voluptuosos, y para colmo con lluvia de pétalos a lo Bilitis, fue demasiado sexo y rocanrol para la Jerarquía eclesial de la
época. Circunscribiendo de inmediato las visiones a la cabeza de su poco fiable vidente, cuando no a otras partes suyas más innobles, las excluyeron de cualquier aspiración a sobrenaturaleza por fantasiosas, hijas probables de la locura, agravadas quizá por sustancias, o personalidad, alucinógenas; bastará con decir: heréticas. En consecuencia arrojaron a la purificación del Fuego cuantos documentos cayeron en sus manos que mencionasen delirantes lluvias de pétalos sobre una Virgen lascivamente descalza, fuente y Encarnación del bendito
y redentor Pecado de Podofilia. Ni que decir tiene que, como la lepra vaticana, rehusaban creer en Virgen alguna que no hubieran parido ellos mismos personalmente.
***
La vidente de
Lipa, Teresita Castillo, había entrado de novicia en aquella congregación de descalzas por su vigésimo primer cumpleaños, faltando escasos días para el recital de piano que en su buena sociedad le correspondía ofrecer con motivo de su graduación y desoyendo la vehemente oposición de su familia a lo que juzgaban prueba manifiesta de locura maligna, pues Teresita era obstinadamente sorda y ciega a cuanto no fuese la Llamada de su Señora. Así, al despuntar el alba el 4 de julio de 1958 huye de una vida acomodada en su hogar natal para abrazar con alborozo otra de índole contemplativa que prescinde de cualesquiera calzados como atributos igualmente despreciables de la Vanidad, esa enemiga de la Abnegación.
Aquella noche uno de sus hermanos se presentará borracho en el convento. Amenazando
a las hermanas con una pistola auténtica y cargada, reclama violentamente la devolución de Teresita a la casa familiar; pero encarándose decidida con él, ésta le
espeta:
—¿A qué viniste?
¿A matarme? Pues mátame enhorabuena, que ni aun muerta me arrastrarás a esa casa que ya no es la mía. Ahora mi hogar está aquí, y aquí me enterrarán mis nuevas hermanas.
¿No huele ya a
santidad, la joven Teresita? Ese mismo verano, el 18 de agosto, percibe en torno a sí una Fragancia
sumamente intensa que la acompaña allí adonde
vaya. Al entrar en su celda, se encuentra dentro de ella a una nívea Dama sentada,
descalza, sobre su cama, como si estuviera esperándola. Desde luego filipina no parece, pero eso es lo de menos. Lo de más es que emite Luz propia. Además de su embriagadora Fragancia, irradia una Luz cegadora que no deja ver sino su Figura Gratia plena.
Según la
descripción de Teresita, la Dama que halló instalada en su celda resplandecía de inmaculado Blanco y su pelo parecía
de plata. Huelga decir que su rostro era “muy, muy bello”. Ahora bien, aquellos divinos Pies... la novicia nunca alcanzará a describirlos en su esplendor y belleza exactos, al menos no mediante comparación con cualquiera maravilla conocida de este mundo. Aquellos Pies eran la Belleza misma.
Siendo ello así, ¿cómo
estaba Teresita tan segura de no hallarse ante el mismo Diablo, quien, para
tentarla, hubiera usurpado los atributos de Belleza disfrazándose como la más sensual de las mujeres? Pues ¿y esa Luz, que deslumbra? ¿No es Lucifer, su Portador, uno de los varios nombres que usa el Diablo?
La respuesta es que Teresita se guía por su (psicopato) lógica, v. gr.: ex sua natura, los pinreles del Diablo no
pueden ser sino infernales; y como tales despedirán un pestilente olor a cuerno quemado.
Pues ¿y la voz? Satán la tiene cavernosa, inconfundible, como que procede del
centro de la Tierra. En cambio los Pies de la misteriosa Dama que había yacido
descalza sobre su catre, ofreciéndoselos con erótica indulgencia, olían maravillosamente, mejor que a bálsamo de Java; y su aroma impregnaría para siempre el humilde jergón de nuestra
novicia. También la Voz de la Mediadora serie TG® evocaba la dulzura del benjuí, cuando le dirigió sus primeras
palabras:
—Nada temas, hija
mía. El que amas por encima de todo Me ha enviado a esta tu celda de contemplación para traerte un mensaje suyo. Dice así: no tengas miedo, sé valiente. Tus enemigos están celosos por lo
mucho que amas a tu Madre Priora. Pues bien, tú responde amándola mucho más aún. Para demostrarlo te someterás sin titubear a la siguiente prueba que os impongo a las dos: primero le lavarás los
pies a fondo, luego se los besarás y finalmente te beberás el agua. Y toda, ¿eh? Estaría bueno que bastase una cantidad
simbólica. Y transmítele además un mensaje mío a tu Priora: hazle saber que también Yo la quiero mucho,
pero la quiero discreta. Que no diga nada de esto a nadie.
Siguieron las dos
en ese plan unos veinticinco minutos, hasta que, exactamente cinco antes de que las campanas del convento tañeran al Ángelus, la Dama desapareció con cierta
prisa, como recordando de repente un compromiso olvidado.
Después de la cena, Teresita participó a su Madre Priora de la Orden recibida, tan extravagante como precisa, de lavarle los apestosos pies para beberse acto seguido el agua resultante, sin ocultarle, dada la gravedad del asunto, la procedencia de dicha Orden, de ahí su disposición, abnegada como todo Amor, de acatarla a cualquier trance.
La Madre María Cecilia de Jesús Zialcita,
que así se llamaba la Priora, mostrábase en cambio algo renuente al principio, no tanto por la inofensiva ablución como por la posterior ingestión, que suponía lesiva. Omitiendo las condiciones de la prueba exigida por la Señora, al día siguiente informó al capellán del Carmelo de Lipa, monseñor Alfredo Obviar, de su Aparición en la celda de la novicia Teresita Castilla. El obispo auxiliar le aconsejó que antes de nada averiguase la identidad de aquella enigmática mujer, irresistiblemente descalza y sin duda muy atractiva, a la que esa misma noche reservaría, para ofrendársela secretamente, su rutinaria, somnífera paja
de las 22.30h, minuto arriba o abajo.
***
Aquel mismo día, antes
de comer, Teresita comunicó a su Priora que la Mediadora serie TG® habíala visitado de nuevo en su celda, y repetídole allí, en términos aún más conminatorios, la misma Orden que ya le diera en su primera Aparición. Esta vez la Virgen Descalza subrayaba la obligación que incumbía a ambas enclaustradas de acatar su Orden antes de las 15.00h, cuando inexorablemente expiraría el plazo de Salvación
de sus pecadoras almas.
Así apremiada, y contraviniendo el consejo que ella misma había solicitado de monseñor Obviar, la Madre
Cecilia accedió esta vez a la prueba, pidiendo a aquella aspirante a monja, como quien dice su hija, que trajese una
palangana de agua tibia para liquidar cuanto antes tan turbio asunto. Había visto sangre alrededor de los ojos de su rendida novicia, lo que conociéndola interpretó como Señal de que debía aceptar el homenaje de adoración podofílica
que le tributaba con la naturalidad de quien invita a consomé de cuerpo social aunque pío.
No consta
confirmación de que la Madre Cecilia hubiera solicitado previamente, en oración
o por otra vía, Señal alguna que estableciera o desmintiese la autenticidad de aquella Aparición de la Madre de Dios en un convento filipino dejado de la mano
de Ídem (habiendo como suele haber tantos sitios mejores donde ir a aparecerse), y encima exigiendo, así por las buenas, la observancia a rajatabla de una versión
particularmente asquerosa del Rito Podofílico, que la dicha versión eleva a salvífica Liturgia. Tanto
el diario de la Madre Priora como los que escribieron Teresita y otros testigos
dando cuenta de los Milagros de Nuestra Señora fueron pasto de las llamas por Orden de la Jerarquía.
Pero el caso es que la Señal se presentó… o así quiso verlo la Priora, que a
instancias cada vez más entusiastas de su novicia acató por fin el Ucase, urgente e inequívoco, de la Mediadora serie TG®.
Mientras Teresita
le lavaba, no tan piadosamente, los pies, la Madre Cecilia no pudo evitar sonrojarse a pesar de su edad: en aquel
entonces las descalzas lo eran literalmente, a diferencia de como ocurre ahora. Cabe
pues imaginarse el estado habitual de sus callosos y agrietados pinreles.
Beberse el agua de la palangana donde acabaran de bañarse
era una perfecta locura desde diversos puntos de vista: toxicológico, inmunológico, gastroenterológico; mas nada de ello arredró a Teresita, que ni corta ni perezosa cumplió el mandato de Nuestra
Señora tragándose con sus tropiezos el litro y medio largo de agua sucísima en que acababa
de frotar a conciencia las pezuñas de su amada Priora.
Le supo a agua benita; y también a Pecado, el
más gozoso practicable. Fue su Ganges, su Rubicón. Con placer y repugnancia entreverados, la novicia se lanzaría desde entonces, sin paracaídas, al descubrimiento del Sexo en su versión más deliciosamente inefable: la Podofilia,
esa guarrería sublimada en Humildad, exudaba de sus poros como maloliente
agua goteándole por las comisuras de los labios.
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Tolón-tolón |
Al día siguiente,
20 de agosto, justo después de maitines, Teresita estaba haciéndose
la cama mientras tatareaba feliz Tengo una vaca
lechera, by Jacobo Morcillo, cuando
oyó como un aleteo. En cuestión de segundos la colcha empezó a cubrírsele de unos copos multicolores. Alzando la vista,
vio atónita cómo del techo nevaban mansamente pétalos de rosa frescos, formando
una Cruz sobre su cama. Antes de que cesase tan prodigiosa nevada, fue corriendo a llamar a la
Madre Priora, que no dijo ni hizo nada salvo conservar en un sudario los
pétalos demostrativos del Milagro.
El fulgor de las Apariciones
marianas que seguían sucediéndose en la celda de Teresita resplandecía con tal
intensidad, que acabó por enceguecerla temporalmente, metáfora perfecta de su inquebrantable
Fe. La cegada postulante dependía pues de su Madre Priora para desempeñar actividades diarias tan inexcusables como acudir a la capilla a las horas de
oración. Debido a esta dependencia y al íntimo conocimiento mutuo que las dos mujeres compartían casi a diario en la celda de Teresita, desatáronse entre las
demás monjas nada descabellados rumores de una relación lésbica entre la
Priora y su joven postulante. Encargada de disiparlos, la Dra. María Dolores de León, miembro
vitalicio de la Comisión Investigadora de Fenómenos Paranormales o Quizá Normales en el Seno de la Santa Madre Iglesia, sometió a la novicia a minuciosos exámenes anatómicos, que sin embargo no arrojaron resultados concluyentes. Entretanto, puede
que a causa de su ceguera, Teresita había adquirido suficiente confianza para rogar
a la Aparecida que le revelase la inicial de Su Nombre, gracia que la
extraña Dama le concedió por triplicado, diciéndole no una sino tres letras
iniciales: BVM.
El 30 de agosto, durante una nueva Aparición mariana, ésta en presencia de la Priora
del Carmelo, Madre Cecilia, una enardecida Teresita solicitó de la Mediadora serie TG® permiso para besar Su Pie izquierdo, el cual le fue
concedido casi antes de que la postulante hubiera terminado de pedirlo con un
hilillo de voz entre tímido y regocijado.
Ya con el primer
y levísimo roce de sus labios contra la sedosa extremidad zurda de Nuestra Señora, poco
le faltó a la novicia para desmayarse de la emoción. Esa tarde describiría por
escrito la experiencia como un éxtasis de inconcebible sutileza, tales
eran el arrobo y la reverencia que le inspiraban las extremidades de la Mediadora serie TG®
Tuvo que ser ésta quien insistiese en que Teresita le besara también la derecha: la novicia no sumaba la osadía necesaria, debatiéndose en la duda de si sería digna de tan alto honor o capaz, en su exaltación amatoria, de besarla con la debida humildad.
***
El 7 de
septiembre Teresita se curó de su ceguera por mediación de monseñor Obviar. Aunque el obispo no fuese médico, bastóle mirar unos segundos, a unos dos
metros de distancia, los jóvenes ojos de la postulante para dictaminar su diferencia respecto a un par de ojos normales. Por algo aquéllos habían visto Pies tan sublimes que sólo se
posaban sobre nubes, sin descender jamás a la podredumbre de la tierra. Acercándose
a Teresita, el capellán del Carmelo de Lipa le santiguó ambos globos oculares,
a resultas de lo cual la novicia recuperó inmediatamente la visión y sintióse muy
dichosa, saltando de alegría como la niña que en el fondo seguía siendo.
El 12 de
septiembre, hacia las cinco de la tarde, Teresita estaba rezando el
Rosario en el jardín del convento, cuando unas vides que en él había empezaron a agitarse con violencia inexplicable en ausencia de la menor brizna de viento.
La novicia miraba de hito en hito aquellas vides milagrosas, que parecían querer hablarle, cuando oyó una Voz, la
de la Dama, mandarle que no tuviera miedo y besara la tierra, Orden que la postulante
se apresuró a acatar en lo sucesivo, tal como prometió hacer con la nueva que recibió acto seguido de postrarse ante la Intermediaria, la cara contra el estiércol del huerto, en aquel mismo lugar y a la misma hora, durante quince días consecutivos, así lloviera,
nevase o cayeran chuzos de punta.
No sin antes
recabar el preceptivo permiso de la Madre Priora, al día
siguiente Teresita regresó puntualmente al escenario del Milagro. Tras unos
minutos orando, volvió a ver la viña agitarse sin que la sacudiese viento
alguno. Entonces se le apareció otra vez, sobre una nube, la Señora de
los Pies Descalzos, vestida de un Blanco cegador, con las manos juntas sobre el
pecho y un Rosario de oro colgando de su derecha. Abrumada ante tan
inconmensurables belleza y majestad, Teresita (cuyas dotes deductivas eran manifiestamente mejorables) no pudo por menos de preguntarle:
—¿Quién sois, hermosa
Señora?
A lo que la Mediadora serie TG® respondió con la gran ternura que incorporaba de fábrica:
—Yo soy tu Madre…
Bueno, tuya y de Mi Niño Jesús.
Roto el hielo, la Dama pasó entonces a hablar de sacerdotes y monjas, y la
necesidad de hacer oración y penitencia por ellos. Añadió que su orgullo era el
único obstáculo que impedía a muchos reintegrarse a su redil, pese a desearlo; y cómo la vergüenza
había endurecido tantos corazones. La Mediadora serie TG® le pidió a Teresita que rezase por
ellos como si nunca hubiera orado antes.
Más alarmante fue
Su advertencia de que el Sagrado Corazón de Jesús se desangraba por los
sacerdotes y monjas caídos en pecado, hemorragia que era cualquier cosa menos
nueva, pues bien venía ocupándose Ella misma de alertar a la Humanidad sobre este
particular desde Apariciones previas como las de Fátima, corriendo el año 1917,
ante unos pastorcillos menores de edad y alfabetos, no, lo siguiente.
Sin pensar que
quizá para el siglo XXII la Madre de Dios por fin se dignaría aparecerse a un
físico cuántico, el 14 de septiembre de 1948 Teresita acudió de nuevo al huerto,
donde encontró a la Dama esperándola, tan ricamente posada sobre un
cúmulo-nimbo de evolución diurna, con los brazos extendidos y los Pies
descalzos hasta las bragas. Debía de dar gloria verla. Nuestra novicia la describe
invariablemente como Imagen viva de la Maternidad derramando hectólitros de Amor
y Ternura con los que confortarnos abarcándonos de sobra a todos.
Quiso la Madre de
Dios que aquel corro del jardín fuese bendito al día siguiente, 15 de septiembre, en presencia de
toda la Comunidad del Carmelo de Lipa. Teresita transmitió esta Voluntad a la
Madre Priora, quien a su vez dispuso lo necesario. Ya ella misma había recibido
una locución interior en virtud de la cual la Virgen le tramitaba idéntica
Orden de bendición.
Al día siguiente, pues, hacia las tres y veinte de la tarde, monseñor Obviar presidió la solemne bendición del huerto ante toda la Comunidad
descalza. Como no podía ser de otra manera después de haberla convocado, la Señora asistió a la sencilla pero emotiva ceremonia, apareciéndose una vez más; y Teresita se arrodilló ante Ella,
con la Comunidad entera como testigo. Era la primera vez que la Congregación de
Lipa asistía al éxtasis de Teresita.
Las hermanas sor
Estefanía de la Cruz y sor Isabel del Sagrado Corazón relatan la conversación
que Teresita mantuvo con alguien perfectamente invisible para ellas mientras creía irradiar
un Aura angelical, la mirada absorta en un punto de fuga. Ambas monjas también
confirmaron, por separado, que Teresita había hecho entonces algo nunca visto antes, parece
que a petición de la invisible Señora: besar el suelo y comerse media libra de
hierba en prueba de obediencia, la misma Orden, por cierto, cursada a Bernadette Soubirous por
la Virgen de Lourdes, e igualmente obedecida, allá por 1858.
***
Aún escéptico respecto
de las Apariciones, monseñor Obviar rogaba al Cielo una Señal que
las confirmase, cuando la recibió en forma de copiosa lluvia de pétalos cayendo sobre su episcopal cabeza desde el más absoluto Vacío. Si bien en el jardín había plantado
algún que otro rosal, tan enorme cantidad de pétalos como le estaba lloviendo encima no podía
proceder de él salvo en ínfima parte. Sus plegarias habían sido atendidas; y así resumió el
mensaje que creyó haber recibido de la Mediadora serie TG® para transmitirlo a la Comunidad:
—Ella nos pide que creamos; y mantener el
secreto de sus Apariciones (mientras no nos indique lo contrario); y amarnos los
unos a otros como verdaderos hermanos; también nos ruega Amor y Obediencia a la Madre
Priora; y no envidiar a Teresita, pues ella sufre más que nadie; también, conservar
amorosamente los multicolores pétalos de la nada llovidos; y mantener su Lugar
Sagrado, venerándolo; y además rebautizar nuestro convento, en Su honor, como “Nuestra
Señora Descalza”.
No debió de parecerle
suficiente, a la Madre y Señora, pues a las cinco de la tarde Teresita volvió a
topar con Ella, de manera que ya empezaba a serle familiar, en el huerto. Y como de costumbre, no estaba allí para escuchar ruegos, sino que la esperaba
con una nueva petición:
—Entiéndelo,
Teresita: no te lo pido por Mí, sino para el Carmelo —le explicó—. Verás: me place
que Mi Imagen se coloque tal que aquí, en este Lugar exacto, el cual deberá limpiarse
a fondo para servir de Santuario apto para la oración.
El 16 de
septiembre Teresita contempla a la Mediadora serie TG® descendiendo de las Alturas escoltada por
un pelotón de angelotes más bien paliduchos, de los que hinchan los carrillos
en los cuadros de Murillo. Teresita afirma haber admirado sus rostros durante
un tiempo que no se dejaba medir hasta que, uno por uno, fueron desapareciendo como si nunca hubieran estado allí.
Al pasar la Dama junto a la vid milagrosa, su Rostro tornóse triste, detalle que de ninguna manera podía escapársele a Teresita. ¿El motivo de su congoja? Dos monjas del convento
que se obstinaban en su incredulidad. Aunque a primera vista no parecía suficiente para mortificar a toda una Madre de Dios, estaba claro que, por
algún motivo, la Salvación de aquellas dos insignificantes almitas revestía cierta
importancia para Ella.
—Pequeña —le dijo—: dos de
Mis hijas se niegan a creerme; y seamos francos: a ti tampoco es que te tengan muy presente en sus
oraciones. Oremos pues nosotras, las dos juntas y en unión, por las muy descarriadas,
para que la amargura no anide en sus corazones —dicho lo cual pasó a especificarle, en plan qué hay de lo mío, su solicitud cursada el día 15—: Quiero que erijáis aquí mismo, espontáneamente, una estatua mía,
y así me vean bien todos mis hijos. Descríbeme como soy a tu capellán, pues es Mi Deseo lucir
en Efigie tal cual me ves en Aparición; y por favor, que Mi Estatua sea al menos un pelín mayor que esa talla en madera de Vuestra Señora de Lourdes que custodiáis dentro del claustro. No va a ser Una menos que la gabacha ésa, tan ordinaria y mal
vestida, que además está gorda.
Así pues, la bendita
Imagen de la Virgen Mediadora serie TG® quedaría fielmente esculpida
con arreglo a la descripción facilitada de memoria por su devota sierva Teresita:
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Mediadora serie TG® |
cara no demasiado
redonda, más bien un óvalo perfecto, sonriente, cuyos ojos miran alegres al
frente; tez clara, ojos oscuros, boca pequeña, nariz hermosa, cabellos morenos brotando
bajo el albo velo que le corona la frente; manos extendidas en actitud benedicente,
con un Rosario colgando de la derecha; Pies descalzos pisando nubes; cuerpo ni
gordo ni delgado; busto respingón, más caprino que bovino, firme, turgente, acaso demasiado
humano; vestido blanco que le llega a los Pies, ceñido por un cinturón también blanco
y algo estrecho; cuello redondeado, mangas dobles; velo igualmente blanco, largo
y ceñido, cayéndole con gracia hasta los Pies y sobre los hombros, algo más
abierto que el de Nuestra Señora de Fátima
convirtiéndose casi
de inmediato en objeto de tanta controversia como veneración, amén de provocar no
pocos sucesos inusuales y milagrosos en los años venideros.
Entre el 17 y el
26 de septiembre, la Mediadora serie TG® departe larga y distendidamente con Teresita, en un
ambiente de cordialidad y aprecio mutuos. Demostrando sentirse en el convento como en su casa, la Mediadora serie TG® levanta coqueta el meñique al llevarse a
la boca la taza de té mientras cambia con la novicia impresiones de un género que
fuentes celestiales generalmente bien informadas no dudarán en calificar como
revelaciones privadas. Unas versan sobre la Comunidad, otras abordan temas
espirituales y algunas están dirigidas al mundo exterior. También hay algún que
otro cotilleo, por salpimentar, más que nada. La esencia, no obstante, es una sola y abnegada: humildad, sencillez, penitencia
y oración, mucha oración, sobre todo del santo Rosario, que debe rezarse so
forma meditativa, no como ese mecánico recuento de ovejas al uso, tan consabido
de todos como soporífero para la gran mayoría.
La Madre de Dios,
inusualmente locuaz durante esta última Aparición, que se prolongaría más de
una semana (la suponíamos menos ociosa), confió además a Teresita otros cuatro
secretos: uno para ella, otro para la Madre Cecilia, otro para la Comunidad descalza en
el Carmelo y uno para el mundo; concretamente, para la China. Nos olemos que sería algo del género geopolítico.
Partícipe de
estas revelaciones, el obispo Verzosa autorizará sin reservas ni aforo la veneración de
Nuestra Señora Mediadora de Todas las Gracias. Sin embargo el 11 de abril de
1951 la Jerarquía eclesiástica filipina demuestra que está ahí para algo, revocando dicha autorización al tiempo que niega cualesquiera Apariciones marianas lipeñas en términos que no admiten réplica:
Nosotros, los
arzobispos y obispos firmantes, constituyendo a los efectos una Comisión
especial, habiendo examinado y revisado atentamente las pruebas y testimonios
recogidos en el curso de repetidas, largas y cuidadosas investigaciones, hemos
llegado a la conclusión unánime y por la presente declaramos oficialmente que
las pruebas y testimonios disponibles excluyen cualquier intervención
sobrenatural en los acontecimientos del Carmelo de Lipa, lluvia de pétalos
incluida.
El obispo Rufino
Santos, nuevo administrador apostólico para la diócesis de Lipa, apuntala esta
declaración con un Decreto emitido en esta ciudad el 12 de abril de 1951, el
cual reza:
Habiendo
declarado la Comisión Especial integrada por varios miembros de la Jerarquía de
Filipinas que, después de largas, repetidas y cuidadosas investigaciones, las
evidencias y testimonios sobre el asunto expuesto excluyen cualquier
intervención sobrenatural en los acontecimientos, incluyendo la lluvia de
pétalos, del Carmelo de Lipa, yo, el abajo firmante, Administrador Apostólico
de la Diócesis de Lipa, conforme al Decreto–Declaración de la Comisión
Episcopal, por la presente dispongo y ordeno que: 1) ni pétalos ni
aguas sean entregados ni custodiados por nadie; 2) la estatua de
la Virgen (actualmente en la iglesia) se retire de la veneración pública; 3) se admita en
la clausura a toda hermana externa, excepción hecha de sor Isabel, que permanecerá
extramuros para atender a las necesidades de la Comunidad; y por último que 4) se suspendan
temporalmente todas las visitas, desautorizándose explícitamente las cartas en
espera de la decisión definitiva, a adoptar por la Santa Sede.
No contenta con
su Decretazo antipodófilo, la Jerarquía eclesiástica imparte además instrucciones a las descalzas de
destruir todo vestigio de las Apariciones, ello pese al hecho evidente de que jamás se habían producido. Obedientes por voto, las monjas dan
a las llamas los diarios de Teresita Castillo y María Cecilia de Jesús Zialcita, así como los
pétalos milagrosamente llovidos y las tarjetas de oración por la Virgen dictadas;
pero ni apelando a toda su obediencia osarían el sacrilegio de demoler la Imagen de su Mediadora, que mantuvieron cuarenta años oculta entre los escombros en una
bodega, envuelta en trapos y yute.
***
El obispo Verzosa
es obligado a dimitir. Acusado en falso de malversar las finanzas de la diócesis, cuando de hecho había sido su benefactor, se exilia con el corazón roto en su ciudad natal de Vigan, provincia de Ilocos
Sur, que queda al norte de las Filipinas, viéndose reducido a liar hojas de tabaco
para subsistir (y que no falten).
El obispo auxiliar Obviar es trasladado a una diócesis recién constituida: la de Lucena, donde pasaría los veintidós años siguientes desempeñando funciones de gestión apostólica ¿o era apostolado administrativo? Ya en 1974 recibe plenos poderes como residente en dicha diócesis de Lucena. El 1 de octubre de 1979, festividad de santa
Teresita del Niño Jesús, fallece santamente, no sin antes declarar:
—Podrán obligarme
a guardar silencio, pero nunca a negar aquello que sé Verdadero.
La Madre Priora y
otras hermanas de profesión perpetua, con mención especial de la subpriora sor
María de San José y sor Mary Anne, enfermera, fueron deliberadamente separadas de
la Orden y dispersas por otros Carmelos para, como monseñor Obviar, sufrir y morir
en olor de santidad.
La Madre Priora fue trasladada a otro convento y tratada como
una fregona. Según se cuenta, profetizó correctamente que a su muerte se
reabriría la investigación de las Apariciones de Lipa, restaurándose la
devoción a la Mediadora.
Teresita fue sometida
a implacable escrutinio por la Comisión. En lo que a ella se refería, ésta la componían: los
obispos Rufino Santos y César Guerrero, el Padre Blas, OP, y otro sacerdote
dominico. Sin llegar a perder la amabilidad, el cardenal Santos la llamaba a
cualquier hora impía, convocándola con frecuencia a Manila so pretexto de que les asistiera
en la investigación, pero las más de las veces concediéndole demasiado poco tiempo para prepararse.
Por último la Priora
francesa Ma Mère sustituyó a la Madre Cecilia, quien entre
lágrimas informó a Teresita de que debía abandonar el convento por voluntad propia. Así, al menos en teoría, podría solicitar su readmisión más adelante. Profesar aún no podía, pues con sus constantes y apresurados traslados a
Manila, en aras de ayudar a un paripé de investigación, no había llegado a cumplir su tiempo de noviciado. Su obstinada afición a las infusiones de pie descalzo tampoco contribuye a mejorar su salud, no quedándole otro remedio que volver al hogar de sus padres, que prácticamente la habían repudiado a causa de
su vocación descalza, para ellos sinónimo de grave perturbación mental. Sus sucesivas solicitudes de regreso al claustro serían
desestimadas, una tras otra, debido a una salud siempre frágil y más mermada que
nunca ahora, por sus heterodoxos hábitos alimentarios y las traumáticas experiencias soportadas durante unos interrogatorios interminables por los que su desaparecida Virgen nunca tuvo la deferencia de asomar los
augustos Pies. Pero, como la verdadera Fe rechaza por principio semejantes
favores, no por ello dejó nunca Teresita de defender la autenticidad de las
Apariciones que había atestiguado. En una ocasión en que rehusó por enésima vez firmar
su confesión de que todo había sido un burdo engaño urdido por su imaginación calenturienta (típicamente juvenil, posiblemente esquizofrénica...), un sacerdote investigador le arrojó un cenicero de bronce a
la cabeza (aunque errase el tiro, en cabal consonancia con su
tino investigador). Considerada mucho más tronada de lo estrictamente necesario para meterse monja, nuestra postulante jamás recibiría la autorización médica exigida
para reingresar a su convento.
Pese al correr de
los años y la cruel represión con que la Jerarquía justifica su existencia, en Lipa monjas descalzas, devotos
marianos y podófilos irredentos seguirán creyendo con Fe imperturbable en las Apariciones, sin perder la Esperanza de que algún día se reabra el caso, acabando
por reconocerse su autenticidad. Por ello rezarán sin descanso en el Carmelo de Lipa, metiéndose entre pecho y espalda tazas y más tazas de
caldito enchambré de uñas negras y pelotillas interdedales.
***
El 24 de enero de
1991 volvieron a llover pétalos de rosa en el convento descalzo de Lipa. Pocos
días más tarde, seis niños que jugaban en un jardín adyacente vieron cómo la Imagen
de Nuestra Señora del Monte Carmelo cobraba vida, derramando copiosas lágrimas
de alegría.
La peregrinación
a Lipa nunca había cesado. El duodécimo día de cada mes, a las tres de la tarde, una
creciente multitud de peregrinos se congregaba en la Catedral para marchar en procesión
penitencial a aquel convento que ya todos llamaban de María la de los Pies
Desnudos.
En 1992 el arzobispo
Mariano Gaviola concedió por fin su permiso para exhibir la Imagen de Nuestra
Señora, Mediadora de Todas las Gracias, emergida para siempre de las catacumbas.
En 1993, manifestó su convicción personal de que las Apariciones de Lipa eran dignas
de Fe.
En el 2009 el
arzobispo de Lipa Ramón Argüelles confirmó el levantamiento de la prohibición,
en 1951, de venerar públicamente a Nuestra Señora Bien Aparecida con los Pies Desnudos, Mediadora de
Todas las Gracias y Patrona oficiosa de los Podófilos. Alegaba Argüelles que “nada
hay de malo en orar, ni aun en adorar, a las Apariciones”, pues bien consciente
era él “del Amor que el Pueblo profesa a la Santísima Virgen” que siempre libró
a nuestro país de las peores calamidades. Añadió que había venido a Roma en
busca, infructuosa, de archivos que documentasen las Apariciones.
Teresita Castillo
ha sobrevivido a tantas denuncias y humillaciones como le fueron infligidas por
haber visto y oído lo que nunca debió, las cuales quebrantaron su maltrecha
salud confinándola en el hospital de la Universidad de Santo Tomás durante temporadas
cada vez más prolongadas. Trabajó en la Iglesia Redentorista de Baclaran, donde
colaboró con el Padre Leo English en la recopilación y publicación de un
diccionario tagalo-inglés ampliamente utilizado y reconocido en la actualidad. Tiene
una hija adoptiva que suele acompañarla en sus misiones de curación.
Desde entonces ha
recibido infinidad de mensajes de apoyo y han vuelto a lloverle pétalos de
rosa, tanto en su propia casa a la hora de comer como en la capilla lateral del
Carmelo de Lipa; pero, escarmentada, prefiere guardar
un discreto silencio al respecto. También la nueva Comisión ha considerado
prudente que se abstenga de hablar o mostrarse demasiado visible a la opinión
pública. Sabiéndola en posesión de lo que ellos jamás llegarán ni a ver, todavía temen que beba con pecadora avidez aguas donde se bañaron los más
sucios pies.
Hoy el Carmelo de Lipa
es conocido como “la Lourdes asiática”. Philippine Airlines fleta vuelos
especiales de peregrinación al convento. Se ha esculpido una copia especial para
peregrinos de la milagrosa Virgen Mediadora serie TG®, recientemente acarreada en sendas procesiones vindicativas celebradas en Madrid y Nueva York. Más de 3.000 fervientes podófilos integraron, pisando
nubes, la que recorrió solemne la Segunda Avenida de la Manzanota.
(Trad. it.: Isidra Montinelli)