El Mundo Today

2011/09/18

Penitencia


Unos meses antes de hacer la Primera Comunión, los niños de mi clase íbamos dos veces por semana a la parroquia para que el cura nos diera catequesis. Un día me porté mal y me encerró en el cuarto oscuro, que no era más que una habitación con la luz apagada. Me quedé dormido y soñé que estaba en una plaza en la que jugaban un grupo de niños y niñas de mi edad. Las niñas se retiraron unos metros mientras que los niños formaban un corro y comenzaban a cantar esta canción:

“Examen de conciencia,
dolor de los pecados,
propósito de enmienda,
decir los pecados al confesor,
cumplir la penitencia
y a tocar, a tocar… ¡A Carolina!”.

Inmediatamente, apretaron a correr detrás de la tal Carolina; cuando la alcanzaron, le metieron mano por todos los sitios, ¡cómo se retorcía de gusto la viciosilla!
Carolina era la niña de la que yo estaba enamorado; mi primer amor platónico. Me desperté convencido de que ese sueño me lo había enviado Dios por haber sido malo.


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