El Mundo Today

2012/04/30

Inexistencia del Tiempo progresivo

El Tiempo progresivo no existe. Está ahí sólo en la medida en que creemos en él y al hacerlo le concedemos la Existencia, ese concepto de a veinte euros que los sacerdotes inventaron para Dios, pues ser, haber o estar les parecían demasiado llanos para apuntalar el Gran Tinglado Civilizador montado a su propia imagen y semejanza. Antes de inventarse una burguesía con que sustituir al Antiguo Régimen no se trataba tanto d'épater le bourgeois como d'intimider le paysan.
Aunque para sobrevivir en Civilización todos nos sometamos en mayor o menor medida al Tiempo convencional como reducto necesario del Orden, lo cierto es que nuestra principal forma de ordenamiento, la lógica racional humana ese paupérrimo recurso simiesco, con el lenguaje ayudándolo como un ciego guiaría a un tuerto no deja de susurrarnos, pelmazo pero atinado cual cónyuge inmisericorde en la oscuridad del lecho nupcial: "no hay tiempo, no hay tiempo, no hay tiempo"…
El filósofo John Zerzan lo explica así: el tiempo no es absoluto, no puede discurrir o correr en relación consigo mismo. Para poder ir de A a B, como se alega que hace, necesariamente debe transcurrir por alguna referencia, relacionarse, relativizarse. Es falso que haya un Tiempo lineal como Magnitud absoluta, aunque desde que empezaron a aparecer los primeros relojes en las fachadas de las Catedrales lo midamos en fracciones cada vez más minúsculas. Satisface nuestra necesidad de Orden. Deifica so la fe del carbonero una línea imaginaria, convencional, no autorreferente. Alimenta el falso Ídolo del Progreso, con su nefasta secuela de Utopías preinfernales, como religiones alternativas, tanto más perniciosas cuanto menos advertidas, que matan más que el (puto) cáncer. "Pero ¿cómo pueden ocurrir estas cosas en pleno siglo XXI?", se oye a veces; y no hace falta poca credulidad para rezar tales oraciones; pues si esas cosas ya ocurrían, p. ej., en el siglo VI, ¿por qué iban a dejar de ocurrir en éste o en el XLIX? ¿Debido al Progreso?
Que nooo, que NO hay Progreso. Yaaa, ya sé que jode aceptarlo. Pero curte.
Sí existe el tiempo circular, no progresivo, de los Ciclos naturales; el tiempo que no sabe que es Tiempo como la elefanta no sabe que es elefanta: las estaciones, las fases de la Luna, la rotación y traslación de la Tierra, el embarazo de una elefanta, nuestras vidas/muertes. Pero ¿por qué, si no fue por irracional Fe en el Tiempo como ente absoluto, y en el Dios como Orden supremo que es su consecuencia, íbamos a someternos a una Magnitud lineal que en rigor no es? Una mujer tiene la misma necesidad de saber que su embarazo dura nueve meses que la que tiene una elefanta de saber que así la bautizó Adán cuando le dio por poner nombre a los animales una tarde que estaba aburrido. Fue lo primero que hizo, el hombre, para imaginarse que entendía algo, como un científico hablando de protones, neutrones, electrones para fingir cual chamán o hechicero que sabe lo que dice. Por no hablar de entenderlo, pues ¿qué va entender un trilero del pensamiento mágico? En el principio fue el Verbo. El escritor como mago, que decía el bueno de Alan Moore.

Reflexionemos un momento sobre la expresión ‘paso del tiempo’. Puesto que el Concepto de Tiempo al que por Fe nos sometemos no es Dimensión absoluta, sólo puede existir, como Magnitud medible sostenida por la Fe, en relación con otra Magnitud como el Espacio. El Tiempo literalmente tiene que pasar por algún sitio para que se noten los que por pura Fe llamamos efectos de su paso: un huevo se fríe en dos minutos (¿efecto del Tiempo o del Fuego?), se hierve en cinco, se pudre en un mes, etc. Pero si no tiene por donde pasar ni sobre todo monos autodotados de Pensamiento Abstracto (no sabían qué hacer con las manos) que lo midan minuciosamente para así hacerse falsas ilusiones de Orden, entonces el Tiempo se vuelve insignificante en la ecuación. Eso explican, en relación con el Espacio, las teorías de Einstein, que no comprendo. Bueno, veo lo del tren a la velocidad de la luz, el pasajero y el jefe de estación, pero ya advierte Sabato que precisamente ese tipo de simplificaciones nos aleja más que nada de la explicación. Con tan desdichado intento de llaneza, la Teoría de la Relatividad empieza a dejar de ser tal desde el momento en que a lo peor creíamos empezar por fin a comprenderla. Más valdría decir que, como todo sucede al mismo tiempo, no hay tal sucesión, sino paso advertido por nuestras vidas. Pero la Percepción de este paso no existiría si optáramos por no apercibirnos, haciéndole caso omiso; si no nos sometiéramos a la falsa abstracción de un Tiempo lineal, creyendo p. ej. que el paso del tiempo nos mató a la abuelita, cuando en realidad había cumplido su Ciclo para regresar a la Nada de la que salió (afortunada ella). Todo es proceso inmutable, también el tiempo. Bastaría que decidiéramos dejar de computarlo, de sumar días y años que son siempre el mismo día y el mismo año; y desde luego lo que de ninguna manera hacen es progresar hacia lugar alguno. Pero ¿qué Civilización podría sostenerse sin la numeración, adición, sustracción, multiplicación y división de entidades iguales luego intercambiables?: cien ovejas, el año 2012 de nuestro Señor, 15.000 millones de euros, el 71 por ciento de nuestro cuerpo, los incalculables intereses de la deuda exterior.

También la Ciencia es una patética tentativa humana de ordenar el Caos, hacernos la ilusión de que entendemos algo sólo porque le hemos puesto uno de nuestros Nombres, como Adán; incluso que podemos dominar la Naturaleza, como estúpidamente creía el Cliché Guevara, criminal fanático de Utopías progresistas exactamente equivalentes al Infierno en la Tierra, y quiere creer tanto che de barra que venera a prudente distancia distopías mejor cuanto más lejanas, pero ya habría que ver, ya, cuánto Tiempo lineal las toleraría en su (puta) casa.
Sueño atemporalmente con la involución de dejar las Cosas como están, renunciar a cambiarlas sin antes cerciorarse de tener algo verdaderamente mejor con qué sustituirlas; y aunque así fuera, no cambiarlas tampoco, que cuanto más las intentan cambiar, más las joden los infernales bienintencionados del "otro mundo es posible" (¿será posible una izquierda más gilipollas?). Porque no hay ningún Progreso, sólo círculos en nuestra cíclica vida de primates consentidos. Todo pasa al mismo tiempo. Principio y Final, Génesis y Apocalipsis, son Uno solo, como en el Big Bang; y en el azaroso Caos que avienta nuestras vidas no hay más Orden que aquel en el que depositemos nuestra Fe de monos asustados.

2012/04/26

Las habilidades inútiles

Descubrir el deseo de muerte en los otros, vestir lo más incorrecto posible para cada situación o clima, armar rompecabezas, encontrar consuelo en las historias tristes ajenas, descubrir la llave correcta, adivinar el futuro asiento vacío, percibir quién recién tuvo sexo, interpretar los detalles insignificantes, llegar en el momento oportuno, ser invencible al piedra papel tijera, leer los labios, adivinar el tiempo transcurrido desde el último baño, distinguir extranjeros, detener la cinta en el momento exacto, partir las cosas exactamente al medio, descifrar toda caligrafía, aplaudir fortísimo, descubrir al vegetariano, contagiar las ganas de fumar, descubrir el signo de cada persona, resolver el solitario cada vez, saber regalar, hacer llorar a un niño con la mirada de odio, elegir la ropa adecuada, anunciar las excepciones, saber atrapar una mosca viva, descubrir las habilidades inútiles de los otros, encontrar la palabra en la punta de la lengua, conocer a qué piso va cada persona.

2012/04/25

Edible Animals V: Hamburguesa de mamut lanudo


El Sagrado Corazón de Jesús reinará en España o no, pero el que sin duda no reina desde el 19 de abril, o reina sólo de iure, es Juan Carlos I. Como sabe cualquier estudiante de Historia I, un tipo que tiene que disculparse ante la plebe por cazar un elefante en un coto de Botsuana ni es Rey ni es soberano ni tiene majestad ni nada. Sin salir de Botsuana, el que nunca ha tenido un triste elefante que echarse a la escopeta es un mindundi. De hecho en Botsuana matan elefantes hasta los mindundis, porque para ellos un elefante no es más que una vaca con el coño un poco más grande. Claro, joder, para que a los dos años de gestación quepa por él el elefantito o elefantita; y a todo esto, ¿por qué no hay elefanterías como hay vaquerías? El dictamen de la elefantepedia es tajante:


Las pruebas de ADN han demostrado sin lugar a dudas que [vacas y cerdos] están, de hecho, relacionados con los elefantes.

¿Será el elefante un animal prohibido como el cerdo en Arabia? O sagrado, como las vacas en la antigua India. En su cuento Killing an Elephant el gran Orwell narra cómo una vez, en la India, tuvo que matar a un elefante porque le obligó a ello la presión social que esperaba de él, representante de la Autoridad, el acto que la demuestra de forma suprema: impartir la muerte; mejor si es con un arma tecnológicamente superior. Pero eso era antes. Hoy la presión social te obliga a demostrar, no sólo que careces de cualquier forma de autoridad, sino además que ni siquiera te puedes permitir matar una vaca grande de las que en Botsuana se dan como los ciervos en España. La presión social es una asquerosa resentida que rabia de envidia, porque en el fondo lo que le gustaría es estar cazando elefantes a mansalva; y como no puede, dice eso tan español de “follamos todos o la puta al río”. La presión social, es decir la plebe, sólo tolera a un Rey a condición de que no lo sea, de expoliarle su realeza, reducirlo a una condición bufonesca, como si todo un descendiente de Jesucristo estuviera ahí para su hueveo.
Los elefantes descienden del mammuthus primigenius, no, son primos suyos; y si yo fuera Rey de España --o tal vez debería decir “cuando sea” porque desciendo del mono igual que Cristo y que Juan Carlos I--, adoptaría varias medidas inaplazables (huelga decir que sería Monarca absoluto, pues menos que eso ya no es Monarquía): una, llevarme la Corte a Marivent y fijar la capital en Mallorca. Felipe II la puso en Madrid para cazar osos, pero como ya no los hay, mejor aislarse de la plebe. Habría que cambiar el Art. 5 de la Constitución, pero total, para el caso que le hacen a la pobre, empezando por el Tribunal Constitucional, no creo que nadie se molestara. De paso cambiaría también el 2. Total, la plebe, es decir el Pueblo soberano, ni se da cuenta.
El motivo, por si no es evidente, sería evitar atentados contra mi augusta Persona, o al menos forzar que dichos atentados fueran suicidas. También prohibiría la cerveza sin alcohol. Si el motivo no les parece evidente, supongo que serán gentecilla de la que llama hamburguesa a esas aberraciones de soja que contra toda lógica pretenden exportarnos las argentinas y los argentinos (también prohibiría los sujetadores con almohadillas).
La mejor hamburguesa es la de mamut lanudo o, en ausencia de un microondas suficientemente grande para descongelarlo, elefante. ¿Por qué no habrá granjas de elefantes en África? ¿Será por motivos religiosos? Seguro. Nos decimos racionales pero casi todas nuestras decisiones y elecciones las dicta la irracionalidad. Fue el instinto quien nos dijo que, si no abandonábamos las copas de los árboles, la sequía nos mataría de sed; y que, si no adoptábamos una posición erecta para divisar al león sobre la maleza de la sabana con tiempo para volver temporalmente al árbol, aquél nos devoraría, jugando un rato con nosotros antes de asestarnos el zarpazo de gracia.
Los elefantes tuvieron la suerte de asistir a nuestra evolución. Al ser tan buenos mozos y poseer tan buena memoria, nos vieron venir de lejos en plan “huyuyuy, qué pinta más chunga traen estos monos erectos recién bajados del árbol”. Desarrollaron estrategias defensivas contra nuestras evidentes intenciones de hacérnoslos vuelta y vuelta. Así que no pudimos exterminarlos. No en vano nuestras entrañables patas delanteras se nos habían vuelto manos con las que no sabíamos qué hacer. Y cuando uno no sabe qué hacer con las manos, corre riesgo de embarcarlas en las empresas más peregrinas: cortarse las uñas, tallar un hacha bifaz de sílex, fumar en pipa, afeitarse, masturbarse como un mono, hurgarse la nariz, arrojar lanzas, hacer vino de Rioja, escribir Edipo Rey, conquistar Mesopotamia, resolver sudokus, adquirir acciones de YPF, jugar al ajedrez, votar al centro-derecha. Todo esto desarrolla peligrosamente el pensamiento abstracto, exigiendo un desarrollo en consecuencia de nuestro simiesco cerebro. Para ello necesitábamos desesperadamente aportar proteínas. Véanse, si no, las ovejas, que siguieron comiendo hierba y ahí se han quedado. Hace diez millones decían be y ahora como mucho alguna dice ba, patrás envede palante. En cambio nosotros antes estábamos todo el día pelando bananas o pelándonosla como micos y ahora hasta tenemos lenguas para pelar la pava por Facebook y recuperar el contacto con los compañeros del instituto, con lo que nos costó librarnos de ellos.
Los elefantes nos conocían bien, se acordaban de nosotros y de nuestras madres, sobre todo las elefantas botsuanas, que son muy perras. Pero con el mamut lanudo fue distinto. El mamut lanudo no nos vio venir desde África con hambre atrasada. Eran unos mamuts lanudos muy ingenuos, noblotes, buenos chicos que hasta se acercaban a que les acariciáramos la lana como si los hubiera dibujado Disney. Así desaparecieron todos, del primero al último, por agujeros como el que usted y yo tenemos bajo las narices.
Ahora vamos a clonar al mamut lanudo a partir de unos pocos congelados que han aparecido en Siberia entre los que entonces nos arrebató el cambio climático. Algunos se preguntan para qué. ¿Para qué va a ser, hombre? Para comérnoslo a la parrilla. No va a ser por la lana. El mío, poco hecho. Si no fuera por estas compensaciones, ¿quién coño iba querer ser Rey, y encima de España?
La receta. Descongelar un solomillo de mamut o elefante y pasarlo por la picadora. Meter el picadillo bajo la silla de montar y cabalgar tres horas, bajo un sol de justicia, por la terrible estepa castellana. Sazonar y condimentar al gusto y servir con pan de centeno.
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<<Edible Animals IV
Edible Animals VI>>

2012/04/24

2012/04/21

Lobotomía de ReibecaX. II. Examen práctico

II
Así como los tests no eran lo mío, conducir se me daba bien. No sentía nervios por el examen. Sin embargo, mis compañeros estaban de los nervios. Sobre todo Chus. Temblaba cuando la conversación del examen salía. La mañana del examen estabamos Chus y yo con Iker, nuestro instructor, y dos compañeros más en una sala de espera allí donde se hacían los exámenes. Chus temblaba sin parar y yo comencé a masajearle los hombros para que se calmara. Iker sonreía al mirarnos. Siempre noté que yo le gustaba. Se fue la luz de la sala, y al poco rato noté que no era yo sola la que hacía masajes. Unas manos empezaron a frotar primero mis hombros, luego mi cintura. Pensé que sería Iker, y le dejé hacer. Qué más daba... Al rato, eran cuatro las manos que me masajeaban, y alguna más más tarde. Yo no dejé de acariciar a Chus, pero mis manos fueron poniéndose más valientes y exploradoras. Alguien me había levantado la falda, y me estaba besando las ingles. Yo no podía ver nada, pero pensé que era mejor así. Sin darme cuenta ya tenía una polla entre mis labios. No sé cuánto rato pasamos allí.
Cuando volvió la luz, todos nos habíamos saciado y estábamos sentados muy correctos. Llegó el examinador, y nos dijo que todos habíamos aprobado. Si todavía no hemos hecho el examen, dije yo. Hace un rato que lo acabaste, me susurró Iker, mi instructor. Y me dijo también que el examinador había entrado a unirse a la fiesta en lo oscuro y había dado el visto bueno.

Autora: ReibecaX.

2012/04/19

Reto n.º 10

Querido amigo:
Muchas veces ocurre que no somos plenamente conscientes de nuestros sentimientos hasta que encontramos las palabras para definirlos y cuando esas palabras no existen, o las desconocemos, lo mejor que podemos hacer es inventarlas. Eso es lo que yo he hecho; he creado la palabra audiofilia, que significa: “Placer intelectual de índole sexual que se experimenta al escuchar narraciones eróticas”.
Creo que tú y yo siempre hemos sido audiófilos, por eso te propuse el juego de las lobotomías y por eso tú entraste tan rápidamente al trapo; pero ha sido a raíz del último reto cuando me he dado verdadera cuenta de que abrigo esta parafilia. Y ahora que lo he descubierto me propongo cultivarla con mimo; voy a utilizar todo tipo de argucias para que mis amigos me solacen contándome historias que les hayan lobotomizado.
Me gustaría que fueras mi cómplice en esta nueva aventura. Su premio será una bonita colección de lobotomías reales.

Y tú, desocupado lector, también puedes ser nuestro compinche. Envíanos tus lobotomías a tomstrbd@gmail.com
A ser posible, con una imagen que la ilustre.



Mano de santo >>
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Première lobotomie >>

2012/04/10

Donde habitan los monstruos

Una historia que me ha contado Laura

-Tengo en casa unas latas de espárragos que están pidiendo que nos las comamos. ¿Alguien se anima?
Esta inocente invitación se iba a convertir para mí en el inicio de una relación que duró varios años. Estaban ya cerrando el bar y me pareció una buena idea llevar a mis amigos a casa y continuar allí la fiesta. Pero sólo celebró la propuesta un muchacho al que me habían presentado esa noche, y lo celebró con entusiasmo, pues desde el momento de conocernos no había dejado de mirar golosamente mi escote. Era guapo y yo esa noche había tomado un par de tequilas de más. No necesito aclarar que fui yo quien acabó saboreando espárrago, de una forma tan dulce y sincera que el chico se quedó a vivir conmigo.

Fue una relación sexual apasionada y casi siempre divertida. Yo era joven, tenía diecisiete años y una tendencia clara hacia la estética punkie, mientras que él, unos años mayor que yo, estaba más influenciado por el movimiento hippie, el antimilitarismo y esas gaitas. Así que nuestros polvos solían ambientarse con una curiosa mezcla de incienso y cadenas, con los Clash a todo volumen o un sitar gorgoreando.
He de reconocer que me volvía loca, había electricidad entre nosotros. El roce de uno de sus dedos en mi camiseta endurecía mis pezones al instante, bastaba con que me besara suavemente el cuello para notar mis bragas totalmente mojadas. Con unas leves caricias conseguía que yo perdiera toda compostura y pudor, y me observaba a mí misma arrancándome la ropa, pidiéndole polla a gritos.
Si su lengua rozaba mi coño, toda mi vulva comenzaba a palpitar entre mis piernas. Me sentaba sobre su cara y me dejaba abismar en una serpentina de orgasmos continuos y salvajes que me recorrían como latigazos hasta caer agotada en el colchón, pero sin que dejasen de brotar de mi boca unas roncas obscenidades que hasta a mí me sorprendían. Eso lo enervaba. Me daba la vuelta, yo ya fardo flojo, levantaba mi grupa con sus manos, yo ya abierta y sometida, y me llenaba entera, toda yo ya coño, de su palpitante polla.
Solía cogerme el cuello sin fuerzas y volverme la cara hacia el espejo para que disfrutara de una visión increíble de mí misma, emputecida y sudada, ronroneante y blanda, mientras él tomaba mi colina por detrás, arqueado y tenso regalo de un último calambrazo que me hacía llorar de gusto.
Dado nuestro talante liberal y las ideas progresistas con las que adornábamos nuestra estética personal, la relación tenía un carácter libre y abierto. Pretendíamos ahuyentar cualquier rasgo posesivo y no nos guardábamos fidelidad. Recuerdo bien que al principio hasta me parecía inmoral disfrutar yo sola de él habiendo tantas mujeres por ahí.

Sin embargo, nuestra idealista postura tan difícil de mantener fue resquebrajándose y haciendo aguas con los años y, de hecho, fueron los celos los causantes de una agria y poco amistosa separación.
Fue tanto el rencor acumulado que yo no sentiría zanjada la cuestión hasta disfrutar de una pequeña venganza por las injurias recibidas. Imagino que seguía enamorada.
Fuera por lo que fuese, dejé volar mi imaginación y maquiné una perversa escena de mi gusto. Por aquel entonces trabajaba como limpiadora en un cuartel de la policía nacional y trabé relación con un fornido teniente de esos que mi antiguo novio detestaba y que a mí, para ser sincera, me gustaba mucho. Llamé por teléfono a mi viejo compañero proponiéndole una cita en mi casa para recordar buenos tiempos y olvidar rencillas. Él, naturalmente, accedió. Lo que no podía imaginar es que, tras unas copas y un rato de charla y justo en el momento en que él, ya desnudo, disfrutaba de una nostálgica mamada de espárrago, iba a aparecer en casa mi nuevo y uniformado amante. Tuvo el tiempo justo de coger apresuradamente su ropa y esconderse bajo la cama. Yo había colocado nuestro viejo espejo con una estratégica inclinación que le permitiera no perderse detalle de lo que iba a suceder sobre el colchón que lo cobijaba. Le devolví así el placer visual que él tantas veces me brindó, y lo hice a conciencia, para ofrecerle una versión de mí misma más enguarrecida y obscena que nunca, y disfrutada por un hombre de uniforme de los que él, por sus ideas, nunca había soportado.
No permití, por lo tanto, que mi amante se desnudara. Abrí su bragueta y dejé brotar su picha, fláccida aún, que quedó colgando paralela a la porra que portaba en el cinturón. Le cogí suavemente la de caucho y, arropándola entre mis tetas, empecé a lamerle la punta. La verga de mi teniente se endurecía al ver cómo ensalivaba yo la porra y alcanzó una erección de reventar cuando yo me introduje por detrás la otra polla ya lubricada.
Yo, maniobrando con una mano por mi popa, y con la proa ya inclinada para mamar el mástil que se me ofrecía, pensé en mi pobre amigo de la bodega y se me escapó un ronco gemido de boca llena. Empezaba el oleaje de lo que iba a ser una gran tempestad.
El amor es a veces así de cruel.
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Las vueltecillas >>

2012/04/08

Lobotomía de ReibecaX. I. Clases teóricas

I
Ahí va, y es totalmente real:
En las clases teóricas de conducir, mi instructor tenía la costumbre de humillarme ante los demás con sus comentarios a mis errores de test. Una noche soñé que me daba un azote en la nalga frente a mis compañeros por cada error, y yo, excitada, le hacía una mamada durante la reprimenda. Esa imagen se me quedó fija, y no podía pensar en otra cosa. Me excitaba. Un día me envalentoné y le propuse hacerla realidad. El pobre se asustó. Nunca más me corrigió en público. Una pena.

¿Continuará?

Autora: ReibecaX.

2012/04/07

Lobotomía de Gonzalo de Berceo

Una manceba era que habié nomne Oria,
niña era de días como diz la historia;
facer a Dios servicio, ésa era su gloria,
en nula otra cosa non tenié su memoria।

Era esta manceba de Dios enamorada,
por otras vanidades non daba ella nada;
niña era de días, de seso acabada,
más querrié seer ciega que veerse casada।

Querié oír las oras más que otros cantares,
lo que dicién los clérigos más que otros joglares;
yazrié si la dejasen cerca de los altares
o andarié descalza por los sanctos logares।

Ixió de bona vida e de grand abstinencia,
humild e verdadera, de bona pacïencia,
orador e alegre, de limpia continencia,
en fer a Dios servicio metié toda femencia।

El mortal enemigo, pleno de travesura,
que suso en los cielos buscó mala ventura,
por espantar la dueña que hobiese pavura,
facieli malos gestos, mucha mala figura।

Prendié forma de sierpe el traïdor probado,
poniéseli delante el pescuezo alzado;
oras se facié chico, oras grand desguisado,
a las veces bien grueso, a las veces delgado।

Guerreábala mucho aquel que Dios maldiga,
por espantar a ella facié mucha nemiga;
la beneíta niña, del Criador amiga,
vivié en grand lacerio, quiquier que ál vos diga.

2012/04/05

Lobotomía de Goethe

Abandonar debo la choza donde vive mi adorada
y con paso sigiloso vago por la selva árida.
Brilla la Luna en la fronda, alienta una brisa blanda
y el abedul, columpiándose, a ella eleva su fragancia.
¡Cómo me place el frescor de la bella noche estival!
¡Qué bien se siente aquí lo que nos colma de dicha!
¡Trabajo cuesta decirlo...! Y sin embargo
daría yo mil noches como ésta por una junto a mi amada.

2012/04/04

Las vueltecillas

Una historia que me ha contado Ponciano
A finales de los años cuarenta nos mandaron al pueblo un cura majísimo, el mejor que habíamos tenido desde la guerra. Fíjate si era bueno que un día fue a la capital, vio a un pobre descalzo y le regaló sus zapatos y todo el dinero que llevaba encima. Como no le quedó ni para el autobús, tuvo que volver al pueblo andando y descalzo. Era un santo aquel hombre, sólo tenía un defecto: le gustaba hacernos pajas a los monaguillos y, además, de un modo especial. Pillaba a uno, le abría la bragueta, le metía la mano en los calzoncillos y con un dedo le daba vueltecillas a su colilla hasta que se la ponía tiesa. Y no te creas que nos la meneaba a escondidas, no; cuando le metía mano a un monaguillo lo hacía delante de los demás. Al que le tocaba la china tenía que aguantar marea y encima soportar las risitas de los otros.
Recuerdo que una vez me puse enfermo y el cura vino a visitarme. Se sentó en la cama, apartó las sábanas, me bajó el pijama y empezó con las vueltecillas de marras. Pero esa tarde se calentó más de lo normal, quizá por verme en la cama y con tan poca ropa. El caso es que lo vi sudar y jadear de tal manera que me entró miedo. Menos mal que se me ocurrió gritar:
-¡Madre, tráigame un vaso de agua!
Rápidamente me subió el pijama, me tapó y puso cara de bueno: Si aquel día no llegó a andar tan listo, no sé qué hubiera pasado.
En esa época se les tenía tanto respeto a los curas que no nos atrevíamos a protestar, y ni se nos pasaba por la cabeza contárselo a nuestros padres. Así que desde los ocho a los diez años tuve que soportar las pajillas de aquel buen señor una semana sí y la otra también.
-Pero si se os ponía tiesa es que os daba gustirrinín…
-Yo no sé si me daba gustirrinín o no, lo que sí te digo es que la primera vez que me la meneé yo solito lo hice dándole vueltecillas a mi colilla con el dedo.

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2012/04/02

Picaruela

Lobotomía enviada por RebecaX
Ocurrió en séptimo de E.G.B., teníamos un parcial de dibujo y el maestro me dijo que me sentara en la primera fila. Hacia la mitad del examen alcé los ojos y vi que se estaba toquiteando, acariciándose compulsivamente el paquete por encima del pantalón. Él creía que no lo veía nadie, porque el frontal de su mesa estaba tapado por un tablero, pero entre éste y la superficie había una separación de unos centímetros por la que yo podía observar perfectamente todos sus movimientos. Le miré a la cara y me di cuenta de que tenía los ojos clavados en mis muslos; yo llevaba una falda muy corta y por la postura en la que estaba sentada, seguramente se me veían las braguitas.
Mi primer impulso fue cerrar las piernas, pero no sé por qué abrí la pierna derecha y coloqué el pie de la izquierda sobre la silla del pupitre, dejando que la faldita resbalara sobre mis muslos. Así permanecí durante el resto del examen. Al acabar tenía las bragas tan mojadas que tuve que ir al baño para quitármelas.

Las vueltecillas >>
<< Reto nº 9