Abandonar debo la choza donde vive mi adorada
y con paso sigiloso vago por la selva árida.
Brilla la Luna en la fronda, alienta una brisa blanda
y el abedul, columpiándose, a ella eleva su fragancia.
¡Cómo me place el frescor de la bella noche estival!
¡Qué bien se siente aquí lo que nos colma de dicha!
¡Trabajo cuesta decirlo...! Y sin embargo
daría yo mil noches como ésta por una junto a mi amada.
y con paso sigiloso vago por la selva árida.
Brilla la Luna en la fronda, alienta una brisa blanda
y el abedul, columpiándose, a ella eleva su fragancia.
¡Cómo me place el frescor de la bella noche estival!
¡Qué bien se siente aquí lo que nos colma de dicha!
¡Trabajo cuesta decirlo...! Y sin embargo
daría yo mil noches como ésta por una junto a mi amada.
Si es que cuando te pones estupendo...
ReplyDeletehaz favor de volver al chozo, abedul, que tiés a la adorada blande y columpiándose. Toa sola
ReplyDeleteEs diferente, me ha gustado. Pero, Galavulín, la mía no le veo publicada. Faltas a tu palabra. O te asustas, como mi instructor. Se me quita la gana de relatarte mi examen de conducir. Y aprobé con nota. Tú te lo pierdes
ReplyDeletemenkanta
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