El Mundo Today

2009/12/27

Cuento de Navidad



Como un Scrooge cualquiera, usé la excusa de la crisis para no enviar cestas de Navidad a mis empleados ni a mis vasallos ni a mis clientes ni a mis ex amantes ni a mis parientes. Recibí no obstante, con puntualidad, las acostumbradas viandas en mi domicilio y hasta me permití protestar mentalmente: «Vaya, otro año paletilla en vez de jamón».
A uno que me pidió un adelanto de la paga extraordinaria, lo eché el día 21 con cajas destempladas. Ni siquiera le di lotería para que se consolara en el Reino de la Hipótesis. Prácticamente se había despedido a sí mismo. Hay que conocer a quien te paga. No me importa que me pidan, nunca doy; pero es que este me había pedido de malas maneras.
Previamente ya había despachado con cajas destempladas a los putos hijos de la vecina, cuando por Todos los Santos habían osado llamar a mi puerta disfrazados de momias, al grito de «truco o trato», cuando ni el «trick» era truco ni el «treat» era trato; así que les dije que no entendía y que se fueran a pintarrajear significantes sin significado con un espray fosforescente, amenazándoles con provocarles lesiones corporales, incluidas fracturas óseas, si no obedecían de inmediato.
Así las cosas, era cuestión de tiempo que comenzara el desfile de fantasmas moralizantes. Todos los años la misma canción. Qué coñazo.
El primero, claro, fue el fantasma de las Navidades pasadas. Tenía falta de riego y Alzheimer. Un Alzheimer de caballo. Ni siquiera recordaba dónde iba la puta hache de Alzheimer, ¿o era Al's hammer? También tenía cáncer de páncreas. Pero aquí el Alzheimer le venía al pelo. Para sobrellevar lo otro.
Al fantasma de las Navidades pasadas le di una botella de anís «Las cadenas», llena, y un tenedor con que rascarla. Se bebió todo el anís, claro. Menudo era. El fantasma de las Navidades pasadas era Maíllo, un borracho de tomo lomo alérgico al jabón y objetor de la ducha pero como persona, extraordinaria. Por deferencia a mi padre, una vez se disfrazó de caótico rey Melchor expresamente para mí; y por su culpa, mucho después de que la verdad me curtiera respecto de sospechosos loners como Papá Noel y el Olentzero, seguí creyendo en los Magos de Oriente. Porque a estos los había visto. Joder, si me habían llamado por mi nombre. Mi baño de verdad se retrasó por culpa de Maíllo, persona de gran vida interior que me mantuvo en el Reino de las Tinieblas más de lo necesario.
Lo del Olentzero fue fácil. ¿Quién mecagoendiós iba a creerse que un gañán carbonero, que baja del monte para no morirse de frío, va a traer regalos? Hasta un niño se da cuenta.
El fantasma de las Navidades presentes se presentó como un gorrón de tomo lomo. «Qué poca vergüenza», me dije, «ya podía venir cenado», pero la crisis es lo que tiene: tu mujer se va con otro y tú te tienes que ir con ellos. Ahora, una cosa es que se utilice como excusa y otra que la excusa sea imaginaria. Luego se puso truculento, apocalíptico, algorero:
--Los casquetes se derriten. Los osos polares devoran a sus oseznos. Los esquimales se afeminan. Por Nochevieja se ejecutarán --profetizó ominosamente-- a los misioneros de Mauritania. Y nos pasarán el vídeo para que nos lo creamos y para que sepamos hasta qué punto nos odian. Además, ahora ya saben que con nosotros siempre toca premio. También saben el precio: un cambio de política exterior, 192 muertos. Un millón de euros, un secuestrado. Por Reyes secuestrarán a otro atunero, el «Patxarana».
En el momento de escribir, el o la fantasma de las Navidades futuras no ha hecho acto de presencia. Se conoce que aprobaron la Ley, pero no el presupuesto. O viceversa.

2009/12/11

Desengaño de UPyD

Recientemente se ha celebrado en Madrid el I Congreso de UPyD, partido político al que, después de lo visto en su I Congreso y ya antes, no le queda otra salida honrada que enterrar formalmente toda pretensión de presentarse ante los electores como Un Partido Diferente, según rezaba el oportunista eslogan que sus promotores acuñaron al engendrarlo. Bien mirado, no hacía falta este ejercicio de autoaplauso onfaloscópico a que se ha consagrado el Congreso, sin que quedase ya nadie con la sana intención de meter cristales rotos entre mano y verga de tanta masturbación autocomplaciente, como haría cualquier discípulo de Sánchez Ferlosio. Si algo, en efecto, ha demostrado UPyD a raíz de sus primeros éxitos electorales, es su voluntad decidida, no ya de ser un partido como los demás en el peor sentido del término, sino también --y esto podía haberse remediado-- clonar sin vacilación ni duda lo peor de lo conocido. Ay, esas purgas tan refinadas que prefieren forzar el desistimiento de los designados como michelines a excluir, pecando entonces de sádicas por pura beatitud laica. Hasta a los criminales se les dice cuál fue su delito antes de ajusticiarlos.
Tampoco dice uno que este proceso de clonación no haya podido ser inconsciente: tantos decenios de militancia en el PSOE dejan un poso que difícilmente podemos imaginar los que no hemos pasado por experiencias ni remotamente tan dotadas de transcendencia sin vuelta hoja. Además, no se clonan monstruosidades, sino perfecciones formales; y del maniobreo-politiqueo podrá decirse cualquier cosa menos que no funciona y no tiene la perfección formal del arrancapezones presente en todo Museo de la Tortura que se precie. Algunos como Robert Michels lo consideraban incluso imprescindible para sobrevivir, consolidarse y medrar en el sistema vigente. Si hemos de creer a este célebre politólogo alemán de principios del siglo pasado, a efectos organizativos y de crecimiento, la muerte de éxito que ha experimentado UPyD le será tan beneficiosa como una poda bien hecha fomenta futuro crecimiento.
No es mal profeta, Robert Michels. En 1911 publicó un ensayo clásico, Los partidos políticos, producto de su análisis, en el Partido Socialdemócrata Alemán de su época, del mismo proceso inexorable que se ha producido en UPyD entre marzo de 2008 y noviembre de 2009. Digo inexorable porque «no se deja vencer de los ruegos», como define inmejorablemente Casares en su Diccionario, pero debería decir impepinable, porque es el mismo que se ha producido en todos los partidos al uso --lo que UPyD aseguraba no ser-- desde que a principios del siglo XX Robert Michels formulara su profecía, la que se ha dado en llamar "ley de hierro de la oligarquía", aplicable pues a "toda organización eficiente", no sólo a los partidos políticos que daban título al ensayo de Michels.
Conscientes de estar dotando de excesivo poder a los partidos políticos, los padres de la Constitución de 1978 consagraron la democracia interna de los partidos en el principio de su articulado, en el Título preliminar, si bien, fieles a su costumbre de alternar paletadas de cal y arena, olvidaron prever algún mecanismo para garantizar que se cumpliera tan loable precepto, dejándole el vigor de una mera declaración buenista comparable a aquel "Sean los españoles justos y benéficos" que se leía en la Pepa. Si escribir estas cosas tuviera algún valor performativo, Zapatero podría arreglar la crisis económica y todo lo demás a golpe de Decreto-Ley, como pretende.
El problema, según Michels, es que ningún partido político puede adquirir complejidad sin dejar de ser democrática en su estructura interna, debido a la irremediable y creciente tendencia hacia la oligarquía que necesariamente apareja este proceso de adquirir complejidad o diluirse en un caos que resulta pestífero por su misma pretensión de orden. Todo liderazgo fuerte, sigue Michels, se cimentará sobre una creciente concentración de la cúpula dirigente, en invariable detrimento de la democracia interna.
Así son las cosas. ¿No? Al quejarme yo ante algunas personas de que UPyD ya no era lo que decía ser (sigo pensando que lo fue, hasta marzo de 2008), más de una me ha contestado, con un deje de cínico alivio: «Pues claro, ¿qué esperabas?», teniendo yo que reconocerme ingenuo a una edad en que tal confesión va siendo cada vez más embarazosa, habida cuenta de que la Ley de Michels no admite excepciones: la creciente complejidad de las funciones técnicas y administrativas que se van desarrollando deriva en más burocracia y, a la postre, en oligarquía. Uf, qué bien, ya chapoteamos todos en la misma ciénaga del, como todos son iguales, yo no cuestiono a "los míos". Mejor mofarse del pardillo que creyó en bellos ideales que afearle el cinismo al político que los usó en su provecho como pitanza para los cerdos. ¿Qué otra cosa es una campaña electoral? y ¿quién no habría cedido a la tentación de consolidar en "tiempo de paz" lo que en tiempo de campaña justificó como obligado por las circunstancias?
El motor del proceso de concentración del poder que describe Michels es la pugna entre las elites, que se centran esencialmente en lograr el control de los bienes con que cuenta la organización; pues, sean estos de índole material, patrimonial, política o simbólica, etcétera, siempre serán limitados. En el curso de dicha pugna por el control de los recursos, las elites dirigentes más fuertes, o mejor situadas para maniobrar en el peor sentido de la palabra, se van imponiendo a las demás, las absorben, las cooptan, las reducen, las reposicionan o las disuelven, limitando su número dentro del campo de competencia, lo que termina por estabilizar su dominio. En este proceso son legión los excluidos, lo cual no significa que presenten la homogeneidad bajo la cual les interesa presentarlos a los excluyentes.
Siempre según Michels --cuya Ley debería ser de uso tan obligatorio por quienes se internen en política como el casco para quienes penetren en una mina--, esta estabilización del dominio dará paso a la sustitución de los fines últimos de la organización (sus principios) por los fines instrumentales de la casta dirigente, marcándose una creciente rigidez ideológica que en la práctica se traducirá en tendencias cada vez más conservadoras por parte de la casta dirigente.
Lo anterior derivará en que la elección de líderes se realizará mediante cooptación u otros procedimientos que Linz tilda de partitocráticos, esto es: siendo de carácter oligárquico, se presentan como progresos democráticos dentro de la organización. Así se ha cumplido milimétricamente en el I Congreso de UPyD.
Fin del proceso según la última predicción de Michels: el agotamiento interno de las elites --por el paso del tiempo, por malos cálculos políticos, por deterioro del discurso común integrador y unificador o por disminución en los bienes a repartir y, lo que es más importante aún, por falta de nuevos cuadros o miembros-- no sólo generará paulatinamente falta de cohesión entre los miembros dirigentes, sino que irremediablemente afectará a la legitimidad de la elite dominante respecto de sus bases de apoyo.
Las pugnas internas en torno a los liderazgos y el control discursivo de la organización y sus bienes suelen derivar en la expulsión o renuncia de algunos miembros relevantes, con desarrollo creciente de fraccionamientos profundos. En el caso de UPyD, el escenario de fuerte pugna interna, con distanciamiento entre los liderazgos y unas decisiones que parecen en muchos casos arbitrarias refleja como un espejo los planteamientos de la Ley de Michels, donde no sólo se evidencia la sustitución de los fines últimos y trascendentales por los fines instrumentales e inmediatos de la dirigencia, sino también el profundo distanciamiento entre las bases y los líderes, con claro desmedro de la democracia interna.
El profesor Buesa en su blog (v. "Adiós, muchachos" I-V) ha dado sobrados detalles de lo que pasó en la Coordinadora Territorial de Madrid, con mucho la más importante de UPyD. Se parecía tanto a lo conocido de otras coordinadoras que hasta los más ilusos tuvimos que quitarnos la venda de los ojos: lo que juzgábamos excepción anómala era de hecho deliberada norma.
¿Nostra culpa por creernos lo que nos decían? ¿O de los que, diciéndolo, no se lo quisieron creer ni actuar en consecuencia? ¿Qué más da? Por mi parte, hasta seguiré votando a UPyD. Lo que ya no podré hacer es aquello que decía aquel otro eslogan: «Date el gustazo». Que no nos pidan encima que finjamos un orgasmo. Al fin y al cabo nos pidieron nuestro «apoyo crítico». Qué pena que sólo fuera un mitin para idiotas.
Termino con dos citas impagables de miembros de la lista triunfadora en el I Congreso:
«La capacidad destructiva de los viejos partidos, tan superior a la de construcción, no sorprenderá, desde luego, a cualquiera que siga de cerca sus evoluciones. Más allá de la ideas que digan defender, reducidas a un catálogo de declaraciones con escasas consecuencias prácticas, es un hecho que los grandes y viejos partidos han instaurado en su interior un sistema de promoción basado en la "selección negativa": son los más carentes de escrúpulos o sumisos a las reglas de promoción, por incapaces que sean, los que acaban siendo ascendidos a los órganos directivos del partido y a los puestos relevantes de las listas electorales».Carlos Martínez Gorriarán: Movimientos cívicos: de la calle al Parlamento, pág. 224.
«Zapatero ganó el Congreso [del PSOE en 2000] porque no se pronunciaba sobre nada. Nosotros nos empeñábamos en que opinara sobre la estructura interna del partido, sobre las primarias, etcétera. Pero no se manifestaba sobre nada. Fue secretario general de León durante muchos años por no revelar su opinión y por pactar con quien fuera para mantenerse; y llegó a Secretario General utilizando la misma táctica. Ejerce la presidencia del Gobierno de la misma forma, sin comprometerse con nada. Exactamente igual. La pregunta es que si así le ha ido bien en la vida, sin mantener una posición determinada ante las diversas cuestiones o, en todo caso, una actitud flexible, ¿por qué va a cambiar?»
Rosa Díez: Merece la pena: una vida dedicada a la política, pág. 134.

2009/12/06

La crisis de los treinta

La Constitución española cumple hoy 31 años, edad más que suficiente para pasar entretenidos su crisis de la treintena planteando la reforma de sus graves errores estructurales, que tienden a superponerse entre sí, como queriendo chapuceramente corregirse unos a otros por un mecanismo de compensación improvisada que de antemano se revela imposible.
¿Imposible? Sin duda. Two wrongs don't make one right. Ay de los gobernados por quienes creen lo contrario.
Si un Estado delega, de forma reversible, sus poderes a unas partes del todo pero no a otras, pecará de falta de equidad. "Café para todos", pues, se dijo entonces, pero sabiendo que, si todos tomaban café, algunos querrían además pastas (porque siempre tienen que tener, o ser, "más": en eso consiste su "identidad") y que por otro lado otros ni siquiera habían pedido café, que les pone nerviosos y con razón.
Así pues, para hacer pasar por igualitario lo discriminatorio, los Padres salieron por peteneras con la famosa e ininteligible distinción entre regiones y nacionalidades que establece su artículo 2º, una distinción deliberadamente liosa, que es lo peor que le puede pasar a una Ley fundamental. Los Padres de la Constitución, ¿se dedicaron a redactarla de modo que se entendiera lo menos posible? Según mi análisis lingüístico del texto, sí. A fin de cuentas, todos eran políticos partidistas, vale decir expertos en usar las palabras para engañar.
De esta distinción tan coyunturalmente artificiosa (¿qué convertirá a Galicia, por ejemplo, en una comunidad "más histórica" que, por ejemplo, Castilla y León?) dimana un Título VIII que en consecuencia no puede ser sino disparatado. El mero sentido común dicta que no puede haber nacionalidad sin nación, pero los redactores de la Constitución sabían que no podía haber más nación que la española, sujeto de la soberanía popular. El reconocimiento de otras naciones dentro del Estado habría implicado de forma inmediata el "choque de legitimidades" del que ahora tanto se habla en Cataluña, siendo así que sólo hay una legitimidad, la del Pueblo español, ese conjunto de súbditos, no ciudadanos, un despojo compuesto en su abrumadora mayoría por cretinos morales, teleadictos convenientemente idiotizados. Es mejor así.
Para, entre otras cosas, dilucidar lo que nunca debió complicarse en primer lugar los constituyentes nos endosaron un Tribunal Constitucional (Título IX), por supuesto nombrado y controlado por los partidos, que maldita la falta que haría si la Constitución se hubiera escrito para que se entendiese. Este Tribunal, acaso enredado en el enigma insoluble de las nacionalidades sin nación, o tal vez sólo obediente a la voz de su amo, lleva tres años largos "deliberando" si el llamado Estatuto de Cataluña es conforme a la Constitución española, como si pudiera serlo un texto que asienta su legitimidad en la Nación catalana y pone negro sobre blanco que «los poderes de la Generalitat emanan del Pueblo de Cataluña». Puesto que al fin y al cabo se habla aquí de cosas que siguen siendo evidentes por mucho que se quieran complicar interesadamente, no hará falta sentar cátedra en derecho constitucional para ver claro, por el contrario, que ya no estamos ante una carta otorgada (lo son todos los Estatutos de autonomía), sino ante lo que, si las cosas se llamaran por su nombre, llamaríamos Constitución catalana.
El artículo 2 y el Título VIII de la española, esa versión maligna del caos (que en la mayoría de sus manifestaciones naturales tiende a la benignidad), propician que la delegación reversible por parte del Estado de poderes que le correspondían se vea por parte de las «nacionalidades» como conquista irreversible de lo que es suyo por derecho en virtud de su soberanía originaria. Dicho de otro modo, tras treinta años de Estado de las autonomías, la mayoría ha interiorizado como único democrático el punto de vista de los nacionalismos periféricos más cerrilmente dictatoriales, hasta el punto de considerar antidemocrático la separación de poderes o el concurso de la Ley. Esto forma parte de la creciente identificación de la democracia con el mero sufragio, independientemente de los contenidos. Por la misma razón, un sufragio parcial es más democrático que el de todos los españoles, que según este razonamiento no tendrían nada que decir sobre la desmembración de su territorio, aparte de bendecirla so pena de ser tildados de fachas y tratados como tales.
En el caso de Cataluña, el actual presidente del Gobierno de España se suma entusiasta al coro de demopopulistas: sin duda parece pensar que lo democrático es lo que decida el Parlamento catalán, mientras que cualquier decisión de la Cortes españolas, depositarias de la soberanía nacional, sería "una imposición antidemocrática". Por algo prometió, entre fervorosos aplausos de los suyos, lo siguiente al entonces presidente de la Generalidad catalana durante un mitin electoral celebrado en Barcelona el 13 de noviembre de 2003,: "Pasqual: apoyaré la reforma del Estatuto de Cataluña que apruebe el Parlamento de Cataluña". "Dios, pero qué redemócrata soy", debió de pensar inmediatamente después, a juzgar por su seráfica sonrisa de autosuficiencia.
Nada más natural, en la confusión que lo domina todo, que trasladar ahora la discusión a si ZP dijo "la reforma" o "una reforma", cuando el artículo determinado o indeterminado da en este caso exactamente lo mismo. Ya se sabe: cuando a un necio le señalan la luna, el necio se admira del dedo.

2009/12/02

Spanish omelette "secret-no-more" recipe


Ingredients

5 medium size potatoes
Sunflower oil
1/2 big Spanish onion
4 eggs

Deep fry thinly sliced potatoes (a tiny bit thicker than for crisps) in sunflower oil. Add the onions finely chopped.
Tip: Wait until the oil is very hot before adding the potatoes.

Meanwhile whisk the eggs with a fork in a bowl.
Tip: Whisk the eggs with a fork.


When the potatoes are tender, drain them and the onion and add them to the bowl.
Mix the eggs with the potatoes+onion.
Tip: Leave the mixture to rest for a few minutes.

In another frying pan (or the same one empty) add a few drops of oil.
Suggestion: You can also use olive oil here.

Wait until it is very hot and add the mixture of egg+potato+onion.
Important: Wait until the oil is very hot or your omelette will glue to your pan and you won't be able to turn it around.

Lower the temperature of ring and leave to cook until the egg in that side is cooked. Turn around with a plate, and do the other side.

And that's it folks!! Any comments and corrections from my Spanish friends are welcome (with a lot of rage, but welcome anyway) :-D

2009/11/30

A matter of order. Order! Order!

Aren't commonplaces useful, like, especially to avoid the pain of free thought? If you are a liberated woman, then of course you must be a feminist; if you think you belong to a working class, whatever that means these days --or whatever makes you think you're any different from others--, then what more could you really be in life than a bitter leftie with a "historical debt" to claim? Oh, isn't the world unfair? Well, compared to what? Kindly wear a helmet in case it isn't and, if you must insist on trying to "change things", please do start with your socks.
Enough of that. For now... Where was I? Order! Ah, yes: If you're a Basque, then nationalism has to be embedded into your sacro-sanct identity? What else would you need an identity for? How indeed can anyone call themselves Basques if they allow into their DNA any shade of a doubt about Navarre being part of the Basken Vaterland. In no time questioning anything will be treated as idiotic, for one will get literally killed for merely posing a question --got my prophet pants on now. Under such circumstances philosophy or mere independent thought will necessarily be a rebellious activity. One wonders if we are not there already.

2009/11/18

Días de sur


In spite of being on the northern shores of Spain, the town of Santander has always overlooked upon the south toward the plains of Old Castile, whose first provincial capital she used to be.
Her back guarded by northbound cliffs, Santander's bay, "the sea's bride", gives an eastern impression to the newcomer, who's often disoriented by the oriental location of the biggest beach, el Sardinero, which completes the lie by seeming open to the north, like most Cantabrian-sea beaches, when in fact it opens a bow to the east.
When the south winds are strong, the rains dry up of one sudden blow, like figs, as the clouds are pushed back against Neptune's realm.
It was blowing hard from the south in the evening of Saturday, February 15, 1941, when a fire starting in no. 5 of calle Cádiz flattened Santander's medieval centre. Having survived the worst Civil-War bombings, Santander's oldest quarters were a well-preserved example of popular architecture, reduced to ashes in one single surada, a violent and persistent strike of southern wind, its wooden structure an easy prey for Aeolus.
A terrible picture of the aftermath shows santanderinos finding their way through their devastated city, or more precisely trying to find where the streets used to be.
Reconstruction works having been done under post-war circumstances of hardship worsened by this catastrophe, Santander is now a fantastic example of urban chaos.
When asked about solutions for this chaos, a local architect suggested a three-phase plan: 1. evacuate; 2. bomb; 3. re-build by Ikea Swedes.
This architect was perhaps a victim of la surada, a funny mood brought by the southern gusts. Those affected tend to be more communicative, of good and bad news alike. Many a bartender or policeman in town claims to know for a fact that, with the strong winds from the south, everything will me most volatile; and violence, verbal or worse, is bound to erupt, testifying to how far the forces of nature are willing to play with the minds of the human animal.

2009/11/16

Cohabitación

Hace unos años me mudé de casa y encontré un par de hojas abandonadas en una lata comercial de la cual colgaban las instrucciones de mantenimiento de aquel geranio. Como era una planta recién nacida abandonada y yo acababa de empezar una nueva vida, me dispuse a darle todo el afecto que quería recibir y las dos crecimos juntas.

Con mucho cariño trasplanté mi geranio a una maceta y lo animé con palabras cariñosas a que creciese. Tras un año todavía no había echado ninguna flor. Ni se me pasó por la cabeza reñirle por no ofrecerme la alegría de sus flores. Todo lo contrario. Pensé que la naturaleza lo guiaba y no era culpa suya si esto no había ocurrido. Con más amor que antes lo bañé en palabras de consuelo, la flor llegaría, le dije, no tenía que preocuparse. A veces las cosas llevan su tiempo, sólo hay que dejar que la naturaleza siga su curso, lo animaba.

Unos meses más tarde, volví a mudarme de casa. Me preocupaba cómo afectaría la mudanza a mi geranio. Siempre había crecido muy esbelto y enhiesto, quizás porque vivíamos en un ático y la luz más intensa provenía de un tragaluz en el techo. Ahora nos mudábamos a un piso con un gran ventanal en el cual daba el sol a diario. Pensé que mi geranio se sentiría a gusto con el sol, pero era tan joven que no sabía cómo le afectarían todos estos cambios.

Un mes después de mudarnos a la nueva casa, algo llamó mi atención. Estaba regando el geranio ya sin prestarle mucha atención por las cosas de habituarse a la existencia del otro cuando vi una pequeña protuberancia en uno de sus extremos. Mi geranio iba a echar su primera flor. No podría decir cuánto tiempo llevaba allí aquel capullito; sólo sé que mi emoción fue tan grande que se me saltaron las lágrimas. Mi pequeño abandonado había recuperado la vida y florecía gracias a mis cuidados. ¡Qué milagro de la naturaleza!

Me pregunto si la convivencia entre los humanos sería más sencilla si, en lugar de echarnos la culpa a nosotros mismos y a los demás de nuestros dolores y frustraciones, viésemos el peso que tiene la naturaleza en nuestras vidas, como en la de mi geranio, si viésemos que no tenemos tanto control sobre el crecimiento de nuestras flores (o espinas) como nos gustaría creer. Quizás de esta manera nos sería más fácil aceptarnos y aceptar a la otra persona para crecer juntos y echar las flores más hermosas de nuestra existencia. Sólo quizás...

2009/10/30

El vago y los libros de autoayuda

Los libros de autoayuda se inventaron para los vagos, como yo. Antes, si me dolía un trocito del alma, me ponía a llorar, a amargar a mis amigos con mis penas, a sacrificar horas de alegría y de fiestas con miradas de agobio. Desde que encontré los libros de autoayuda, mi vida se ha visto transformada. Ahora no soy nunca infeliz. En cuanto siento que alguna tristeza o sentimiento molesto me agarra el vientre, me aferro a las páginas escritas con sencillez. No hace falta ni esforzarse. Se leen en seguida, así que me siento en cualquier esquina y leo. Leer es perfecto porque es algo que puedes hacer en todas partes. No necesitas a nadie y si eliges un libro de autoayuda, siempre te vas a sentir bien porque por un momento te habrás olvidado de todo. Y en eso consiste la felicidad, ¿no? En olvidarse de todo en un momento de atención. Por eso, los libros de autoayuda son una invención fantástica. Con el alcohol y otras drogas también te olvidas de todo, pero luego tienes efectos secundarios muy incómodos. Y además no haces más que pensar que si no es bueno para la salud, que si te vas a volver un alcohólico, que si patatín, que si patatán. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Con los libros de autoayuda te liberas del sermón, te sientes como un gran intelectual explorando un nuevo universo de letras. Y te miras al espejo todos los días para ver si algo ha cambiado y te convences de que sí, de que eres otra persona, más sabia, más auténtica, más presente o más "lo que sea que aparezca en el libro". Luego, te lanzas a la vida con esa alegría y durante una temporada todo va bien. Has encontrado tu camino y vas corriendo de alegría, abrazando a toda la gente que conoces, besando sapos y hormigas, admirando las flores de la vereda. Hasta que un buen día tropiezas con una piedra, la misma con la que tropiezas una y otra vez.

Y ves que no has cambiado nada, que sigues siendo el mismo, y el desánimo amenaza con apoderarse de ti. Entonces, te planteas si deberías cambiar de vida, pero te dices que no tienes tiempo ni ganas ni ninguna otra opción que seguir viviendo como vives porque así es la vida, la sociedad, tu circunstancia. En realidad, todos sabemos que no cambias porque, al fin y al cabo, eres un vago; pero como eres un vago muy listo, sabes dónde encontrar nuevo impulso, así que te vas a la librería y te compras un nuevo libro de autoayuda.

2009/10/22

Himno caótico (estribillo)

¡Caos, esto es puro caos!
¡Embriagaos, embriagaos!
¡Líos, os metéis en líos!
¡Arrepentíos! (¿Arrepentíos?)
¡Feos!, ¿feos?, ¡feos, más que feos!
¡Embruteceos, embruteceos!
Sin abstracciones es Libertad.
Concretamente pensad, pensad.

2009/10/19

Reflexiones

Tras una pausa pesada dentro de los cánones de una dicha romana austera, recordé el peso chocante del veneno que despide la lanza. Sabiendo a ciencia errónea la incredulidad de los que maldicen el dogma y atendiendo a los sinsabores cotidianos de una vida sin aliento, descubrí el heno de los depósitos humanos. Una palabra: libertad. Una expresión: desprovisión de actos. Una dicha: bendición de vivir. Ateridos los miembros debida a la antigua costumbre de atar las manos al escribir, juego simplemente mientras mi ánima flota en el aire, ligera, al son de un cantautor rezagado, que me agarra el ser desde dentro. Fugaz es esta vida que marronea la luz del principio, del origen primero y uno.

2009/10/14

Ritual de lo habitual o elogio del destiempo

Tengo amigos aquí en Santander que a partir del 31 de agosto dejan de ir a la playa. Ya no toca. Subyace aquí cierto horror al caos o algo peor: una indisimulada servidumbre gregaria, su demasiado humana necesidad de sentir el calor de la manada, como si la playa sin gente cerca ya no fuera playa. Estos amigos míos no saben lo que se pierden, porque de hecho la playa a destiempo es más playa, quiero decir que hay más de ella, igual que un día libre es más libre si los demás trabajan o unas vacaciones en octubre saben más a vacaciones.
A destiempo llegó también este año, al menos en la Rioja, la vendimia. De toda la vida para el Pilar se seguía vendimiando, pero este año por San Mateo ya estaba recogido todo el tempranillo, que nunca lo fue tanto.
Yo prefiero la garnacha porque es más rara, más áspera, más impredecible, menos productiva (un poco como el que suscribe). Ella va por libre y nunca se prevé si su primer mosto podrá ofrecerse con fervorosa puntualidad a la puta Pilarica™. La puntualidad periódica como rito religioso. Por algo los primeros relojes públicos aparecieron en las fachadas de las catedrales. Por algo también es posible establecer una relación directa entre la exactitud de los relojes públicos de un país y su grado de desarrollo económico, el nuevo tótem fideísta. No en vano esta adoración del tiempo está en la raíz misma de la destrucción de la naturaleza, incluida la naturaleza humana, sin la cual, por supuesto, nada somos.

Extemporáneamente borracho de vino joven, me arranqué con una jota a la Virgen©. Fue una jota obscena, obscenamente mal cantada y, naturalmente, a destiempo. Yo creo que a la Virgen no le gustaron; es más, de haberle gustado, me preocuparía, sobre todo por Su virginidad, que una cosa es conservarla post partum y otra solazarse con la rijosidad de la Ribera. El público tampoco me aplaudió. ¿Por lo mal que canté? No, otros cantaron peor y el respetable, que tampoco era abstemio, fue generoso con el aplauso. Lo que pasa es que yo sólo canté una y todo el mundo, claro, pensó que estaba calentando antes de pasar a mayores desgranando lo mejor de mi repertorio. El ritual de lo invariable. Un jotero minimalista como yo es algo que descoloca. Además, me estaba mofando del Hecho Diferencial Riojano, y eso sí que es sagrado. Ya se sabe que en España no hay imbécil que no se considere «distinto». Si a esto se suma que no cabe un imbécil más, el panorama se presenta de lo más atemporal.
Hay por la tele pública un programa presentado invariablemente por bellezas clonadas, intercambiables, muy sanas pero muy sosas, como el pan sin sal. Estas sacerdotisas del tiempo presumen de conceder a «todas las voces» exactamente el mismo: 59 segundos; y es de ver cómo todos los invitados consumen avaramente hasta el último de ellos, llegando a inclinarse serviles en persecución del micro cuando, cumplido el Inexorabilis Tempus, aquél se retrae y encoge hasta desaparecer, como el miembro de Rubalcaba. El día que alguna de estas barbieperiodistas tenga la funesta idea de invitar a mi voz a los famosos 59 segundos de la concha de su abuela, prometo acabar en 9 y consumir los 50 restantes haciendo lo mejor que se puede hacer con el tiempo. ¡Perderlo! Y en el momento menos oportuno.
Creo que hoy volveré a bañarme en el Cantábrico.

2009/10/09

Ironías de la vida

La esfera gira con una vertiginosidad que da vértigo al piloto de la nave. Incontrolables ambas, sabe que en breve se besarán mortalmente en mitad de la galaxia y será su fin, The End. Sorprendido ante la rapidez con la que se han desenvuelto los acontecimientos, sigue con los ojos fijos en la bola giratoria y se olvida de recordar a su familia y todas aquellas cosas que han ocurrido en su vida y merece la pena recordar. Sabe que es el fin y se niega a creérselo a un tiempo. Por eso, no le sorprende comparar el movimiento de la esfera con las atracciones de la fiesta de su pueblo y se echa a reír con ganas. Le gustaría estar en la esfera y no en su nave. Seguro que el subidón de adrenalina era mayor. La nave se había detenido en mitad del espacio y todos los miembros de la tripulación habían fallecido debido a circunstancias poco precisas. No obstante, la mente del piloto no podía estar más lejos de aquellos pensamientos. Seguía en la feria de su pueblo y pensaba que, por primera vez en su vida, la nave le recordaba a aquellas de las fiestas, en las que los asientos se movían arriba y abajo, sacudiéndolos como si fuesen filloas con cinturón de seguridad. Volvió a reírse en mitad…



The End

2009/10/05

Summa Theologica

El primero que ordenó el abecedario en orden alfabético lo puso como le dio la gana: alfa, beta, gamma, delta... Así pues, empezaremos nuestra contribución al orden caótico con un tema ligero, de variedades, de TVE1; y desde luego por la delta mayúscula: ¿existE Dios, nuestro Señor, Él, Ello, la Razón Última que ordenA el caos y todo lo gobiernA, como una oficina de correos? Coño, claro que sí: no en vano la existencia es uno de Sus atributos. Si Es omnipotente, ¿cómo no vA a existir? Es más, el verbo existir se inventó para Dios, como la pedagogía se inventó para engañar a los niños o, en nuestro días, a “la ciudadanía” (me parto). Pero el pueblo habla de otra manera; como mucho dice: “No hay Dios”. Eso de existir huele a teología, a filosofía, a hechicería, a jerga de curas, políticos, psicopedabobos. Todos al mismo saco de sombras chinescas sobre las rocas de la caverna.
Lo de la omnipotencia es muy socorrido. Andaba la red alborotada, enfurecida, enfurruñada, energumenizada con discusiones entre darwinistas y creacionistas; pero ¿y el marco de la discusión? ¿Merece la pena discutir con un fideísta esgrimiendo argumentos racionales? ¿No es como jugar al baloncesto con piezas de ajedrez, mezclar dos ligas? Si Dios Es omnipotente, ¿qué le cuestA crear el universo en seis días y dedicar el octavo a esparcir por ahí unos fósiles para poner a prueba la fe o la estupidez del hombre?, que decía Ernesto Sábato. Fue Nietzsche quien mejor delimitó el debate al decir, en el prólogo a La gaya ciencia, que Dios no creÓ al hombre a Su imagen y semejanza. Fue al revés.
Conclusión racional: Dios existE, pero meramente como (necia) pretensión humana de ordenar el temido caos.
Conclusión fideísta: Dios existE, es el Sol. ¿O es que el Sol no existE? ¿Podemos encender una pipa con él? ¿Podemos vivir sin Él? Joder, si lo miras y te enceguece; pero si las plantas se postran ante él sin que nadie más se lo mande. Aunque omnipotente no Es. Pues mejor que mejor. Ni Dios puedE lograr que una cosa sea a la vez ella misma y su contraria, o que todas las posibilidades se realicen a la vez. La heliolatría, he aquí un credo digno de abrazarse. Pero con protección alta, no se me quemen el interior del codo. Lo mejor del Sol, la sombra.
Conclusión energuménica: conviene blasfemar; y para ello conviene que Dios existA. Coño, claro. No nos vamos a cagar en Tor y en Odín. El desahogo no es igual.

2009/09/30

La Guinness cumple 250 años


Hace cuatro años conocí a unos niños que decían vivir “donde la Guinness”. Hace tres años acompañé a un grupo de representantes del sector de la construcción como intérprete a la fábrica. Hace dos años quise visitar la Guinness Storehouse con mis padres. Este año se celebra el 250 aniversario de la firma de un contrato por Arthur Guinness. Tengo millones de recuerdos unidos a la bebida negra por excelencia de Irlanda y unos pocos a la fábrica que la vio crecer desde un pequeño germen de cebada. Quisiera acercaros a la Guinness que conozco y a las asociaciones que tengo con esta marca.

En primer lugar, hablemos de los niños, o quizás fuesen niñas, poco importa. De ellos poco importa ni quiénes son, ni cómo se llaman, ni dónde viven porque no tienen dinero. Pertenecen a la escala social más baja de Irlanda. Eran miembros de la comunidad “traveller” (viajeros). Los travellers suelen tener las típicas facciones consideradas muy irlandesas: de tez muy blanca, pecosos, ojos claros, cabello moreno. Y su cultura es muy similar a la de los gitanos españoles. Suelen ser personas muy tradicionales y religiosas, vivir en caravanas o en casas con una caravana aparcada en el jardín y tener a la familia como pilar fundamental de su sociedad. No es pues de extrañar que sus jóvenes piensen en casarse, y lo hagan a menudo, a edades muy tempranas (17 o 18 años). Forman parte de una subcultura irlandesa de la que se habla bien poco. Los niños a los que conocí mendigaban unos euros por la calle y vivían en unos pisos sociales a unos pocos metros de la fábrica de la Guinness.

El grupo de españoles que acompañé a la fábrica, cuya identidad debo callarme por motivos profesionales, visitó la exposición de la Guinness en menos de dos horas. Más que una fábrica, la Guinness Storehouse es un gran edificio de 4 plantas, en las cuales existen exposiciones sobre la fabricación de la cerveza negra. Mis acompañantes no podían disfrutar de éstas pues toda la información estaba en inglés. Hartos de mi voz, no querían explicaciones, sino explorar a su aire. Quizás lo que más disfrutaron fueron las frases que pudieron dejar como visitantes en el tercer o cuarto piso, ya no recuerdo. Allí se pusieron las botas y consiguieron expresar sus sentimientos ante aquella gran visita cultural: «Con sidra aneya, vuélvese xoven la xente vieya», «Les neñes y les manzanes tienen que ser asturianes». Y es que al lado de su queridísima sidra asturiana, la Guinness no tenía nada que hacer. Se tomaron su pinta gratuita en el bar de la quinta y última planta, donde disfrutamos de una vista panorámica increíble de la ciudad de Dublín, y mientras veíamos la chimenea de Jameson a lo lejos, me preguntaba si aquello también sería sólo una exposición o si allí sí nos veríamos expuestos a los olores de una fábrica de whisky.

Mis padres suelen venir a Irlanda con cierta frecuencia, por aquello de visitarme y ver que las cosas siguen donde las dejaron. Que todavía tengo casa, amistades, trabajo, felicidad, esas cosas tan sencillas que convencen a los padres. También les gusta mucho el paseo y en Dublín nunca faltan zonas verdes, así que rezando a uno de los dioses del sol, vuelan con el miedo en el cuerpo a Dublín, donde ya se relajan y pasan unos días tranquilos de vacaciones. Hace dos años se me ocurrió proponerles la visita de la Guinness. Ni uno ni otro son grandes bebedores y mucho menos de cerveza, pero como aquello de la Guinness es casi visita obligada, pues les pareció buena idea. En realidad todo les parece buena idea a estos padres que tengo. Llegamos a la entrada y como la vez anterior yo había sido intérprete y no había pagado ni un duro, me quedé literalmente clavada al ver los precios: €15. ¡Y ni siquiera ves tanques de líquidos fermentados con olores del infierno!

El 24 de septiembre de 2009 se celebró el 250 cumpleaños del contrato de compra que firmó Arthur Guinness para adquirir la fábrica de cerveza inhabilitada de St. James Gate. Y visto lo visto, desde mi casa, me doy cuenta de por qué no me apetecía celebrarlo. Los niños de St. James siguen pidiendo por las calles, mis paisanos españoles siguen sin comprender qué se explica en esa maravillosa exposición donde sólo vemos la cerveza en un bar y en pinta, algo que suele ser habitual en esta capital, y mis padres se quedaron tan felices sin ver la exposición y no se consideran menos cultos por ello. En Irlanda hay muchas más cosas que celebrar que la cerveza negra ("the black stuff"). Un ejemplo, la lluvia, que permite que las zonas verdes sigan existiendo para que las puedan pasear a gusto los visitantes y residentes españoles. Que siga lloviendo y unas ligeras felicidades a la olorosa y púdica fábrica.

2009/09/28

Del orden y el caos

Quisiera comenzar esta nueva etapa de la bitácora, comentando que aunque Miércoles y Demián se hayan marchado, Del orden y el caos seguirá estando aquí de momento. Me gusta pensar en este estado de cosas como algo natural del tipo de blog que creamos hace algo más de dos años. Era inevitable que el orden que ha presidido esta bitácora dé lugar al caos que lo habitará hasta que corran otros tiempos o así lo exijan las circunstancias.

De momento, D.Ruida seguirá publicando sin orden ni estructura, sin organización ni timón, con coletazos de pasión y revoltosa renuncia a rendirse. No os prometo nada porque no sé qué ocurrirá a partir de ahora. Las aguas del lago están en pleno movimiento, el caos se ha apoderado de este espacio. Quizás algún día vuelva el orden.

Espero seguir contando con vuestra curiosidad lectora y con vuestros queridos comentarios.

2009/09/01

Reclamación

Los Boitaco somos gente invisible. Trabajamos muy cerca de vosotros, pero pertenecemos a una esfera diferente. Nuestra misión en la vida es hacer la vuestra más agradable; cambiamos vuestras camas, limpiamos vuestras mesas, lavamos vuestra ropa, tiramos vuestra basura, conducimos vuestros coches, vivimos en vuestras casas y nunca interferimos para nada en vuestros asuntos. Somos gente sencilla y alegre. Nunca pedimos más de lo que nos corresponde, ni alzamos la voz para ser oídos. Ahora bien, tenemos un gran sentido de la virtud y del honor, valores que me empujan a escribir esta carta.

Generación tras generación, uno de vuestros jóvenes despertaba con una malformación en los sentidos, que le permitía vernos; observaba nuestros más ligeros movimientos, nos seguía en nuestro día a día y comprendía nuestras intenciones, sueños y pasiones. Generación tras generación, el joven en concreto interpretaba nuestras frustraciones y alegrías y las ponía en verso, en pintura, en fotografía. Era el único contacto que nuestra especie tenía con la vuestra. Gracias a estas manifestaciones, los Buleto podíais olvidar vuestra vida sin privaciones y centraros en la nuestra. Por un instante, dejábamos de ser invisibles para convertirnos en personas iguales a vosotros. Y gracias a ese instante nuestras vidas han ido evolucionando de tal manera que vivir se ha convertido más en un juego que en un trabajo, por lo cual os estamos muy agradecidos.

Ahora bien, han pasado más de siete décadas desde que la luna prometía el nacimiento de este joven especial y todavía no ha aparecido. Lo hemos buscado en las casas mayores, en los lugares de recreo, en las prisiones, en los bosques, en la tierra de cultivo, en los depósitos, e incluso hemos pedido ayuda al extranjero. Nada. Nadie nos ve. Hace más de siete décadas que ningún Buleto nos observa en nuestros quehaceres, se preocupa de nuestras tristezas o exalta nuestras alegrías en manifestaciones artísticas. Nos hemos vuelto total y absolutamente invisibles. He aquí el problema y objeto de esta carta. El pacto tácito que creíamos establecido entre nuestras castas se ha roto por orden natural y, por ello, los Boitaco nos vemos obligados a requerir la poción que nos vuelve visibles en vuestra esfera: el dinero.

Nos negamos a realizar nuestras labores cotidianas y a seguir facilitando vuestra vida a menos que se nos ofrezca una suma de dinero que nos vuelva visibles a los ojos de todos los Buleto. Rechazamos cualquier tipo de crédito invisible, como nosotros, que podáis ofrecer; sólo aceptamos sumas de dinero que posibiliten nuestra visibilidad. A partir del momento de la recepción de esta carta, tendréis un plazo de un mes para suministrarnos la pócima solicitada. En caso contrario, es decir, si dicho suministro no ha sido efectivo al comenzar el invierno, los Boitaco sólo trabajaremos para nosotros mismos. Tomaremos posesión de las casas que nos han sido cedidas en régimen de crédito y del resto de las posesiones adquiridas por este medio. Y así se hará para permitir nuestra visibilidad por el medio más drástico que conocemos, rompiendo la pacífica estabilidad que caracteriza nuestra convivencia. Esperamos que esto no sea necesario.

Sin otro particular, se despide atentamente, Agustísimo Boitaco, Jefe de Pioneros

2009/08/11

Paseo

Que me bese la frente
un ligero andar sin huellas;
que me lata en el pecho
una flor sin prisa, bella.

Que se aprieten mis ojos
si colocan un beso y reciban
gotas de lluvia, vertidas sin miedo;
que me reine un aliento.

Que resistan tormentas
las velas que, ciñendo
mi torso desnudo, me lanzan,
vivas, gozosas, jugando, al océano.

Que valiente una mano
se pasee por mi orilla,
y emita un gemido
mi pena, vencida.

Abrazo
de vida,
mirada desposeída.
Abrazo
de dicha,
máscara caída.

Que en mi espíritu se aloje
un olor exquisito, intenso,
con recuerdos en plata y dolores
perdidos, en un cielo excelso.

Que saluden las niñas luna
altares de luz en rebaño,
madres de poros y talcos,
fragancias intactas en cunas.

Que de púrpura pinte una estrella
mi agua, y me amadrine
en su seno de fruta
la reina de los besos, tozuda.

Que nazca la destreza
y aguarde quietecita,
colorada y recogida, mi lengua
el sabor de una fresa.

Que navegue mi alma abierta, reposada y pura.

2009/07/21

Aparición de la Virgen en Irlanda

El tronco cortado de un árbol situado frente a la Iglesia de Holy Mary (Santa María) ha despertado toda suerte de inimaginables especulaciones en el condado de Limerick, en Irlanda. Fervientes devotos llegan de todas partes del país a homenajear con una vigilia de velas y de rezos lo que consideran una imagen de la Virgen María. El párroco local, desesperado, increpa a los creyentes que no deben adorar un árbol, pero las cosas del más allá se han apoderado de algunas almas cristianas de este católico país.

Estos irlandeses me han hecho pensar en la vida y en la magia. Pocas veces me he conformado con la creencia habitual de que la magia no existe. Creo sinceramente que sí, que la naturaleza está llena de una magia potencial esperando que nuestra imaginación le dé un nombre, la fotografíe, invente una historia, la haga real. Por otro lado, también sé que la magia no existe. Veamos si os lo puedo explicar. Yo creo que la vida nos regala momentos que podrían ser mágicos, los cuales sólo somos capaces de distinguir y de disfrutar si nos abrimos con sencillez a su magia. No obstante, al igual que los científicos más escépticos, dudo de la existencia de la magia y a pesar de llevar un nombre tan imaginario, me resisto a creer que existo, excepto en continua destrucción. Por ello es que me llamo D.Ruida.

Aunque parezca que me contradigo, no es así. Hace poco yo también encontré un tronco cortado. Tenía forma de elfo o de gnomo. Cuando era niña, soñaba que estos seres existían y creía firmemente que si visitaba algún país escandinavo, se me aparecerían. Han pasado algunos años desde entonces, pero lo imposible ha sucedido y no en Escandinavia, sino en Pontevedra. Hace menos de un mes, me encontré de bruces con la imagen de un gnomo en un tronco cortado. El hecho me hizo sentir una alegría inefable y sonreír con profunda inmensidad; mi niña interior supo que había cumplido su sueño infantil y aquello era mágico. Es obvio que los gnomos no existen y no voy a darle más importancia ni significado al suceso. Sin embargo, por un instante, en el infinito poder de un momento, la realidad se mezcló con la ficción, el pasado y el presente se disolvieron y la niña que fui yo sintió la magia de la vida llenar su alma con la más hermosa de las dichas.

Me pregunto por qué los devotos irlandeses no son capaces de ver que es su imaginación y no la realidad la que ha dado vida a la imagen del tronco. Quizás necesitan creer con firmeza en la veracidad de una aparición para reafirmarse en una fe mutilada tal vez por los recientes escándalos del clero irlandés. Quizás buscan convencerse a sí mismos de la existencia de algo en lo que están dejando de creer. Y he aquí que la magia con que podrían haber sido regalados desaparece y se convierte en el hazmerreír de la prensa irlandesa.

Acabo estos pensamientos deseándoos que la naturaleza os regale muchos momentos mágicos y deseando que sepáis disfrutarlos. La nada se apodera del mundo, decía Michael Ende en La historia interminable. No dejemos que así sea. Dejemos que, mientras caminamos con los pies bien firmes sobre la tierra, cansados con la rutina del vivir, nuestra imaginación sepa inventar un mundo paralelo lleno de magia.

2009/06/30

Los taxis ecológicos de Dublín

Ecocabs

Desde el 1 de abril hasta el 31 de diciembre, forman parte de la fauna urbana de Dublín ciertos insectos coloreados que transportan gratis a los pasajeros que así lo desean por el centro de la ciudad. Se trata de los taxis ecológicos, triciclos de pasajeros que promueven una ciudad limpia, ecológica y libre de coches.

Los ecocabs o taxis ecológicos aparecieron como medio de transporte alternativo para desplazarse por un centro de ciudad más preparado para encontrarse uno de bruces con los numerosos famosos irlandeses que para la cantidad de coches que conviven en esta pequeña capital europea. Excepto en el invierno, valientes ciclistas se apoderan de las calles de Dublín como pesados moscardones del asfalto, dentro de los cuales descansan turistas con pies doloridos, dublineses tras un día de compras, perezosos de asiento fácil y cualquiera que desee probar este nuevo tipo de transporte ecológico.

No es necesario pagar nada por el desplazamiento. Su utilización es totalmente gratis, aunque mentiría si me callase que suelo ver a los turistas y otros pasajeros dejar ciertas monedas en la mano del sufrido ciclista, a modo de propina. Esta propina es más que merecida para quien con lluvia o con sol se esfuerza por llevar a sus pasajeros a cualquier lugar de Dublín en un área de 2 Km. No obstante, no es obligatoria ni necesaria. Los ciclistas de los taxis ecológicos tienen un buen sueldo y el servicio es totalmente gratis, como ya he dicho.

Los taxis ecológicos son financiados por sus patrocinadores, Yoplait, SevenUp, etc. que personalizan los triciclos con sus eslóganes y sus colores de marca, consiguiendo anunciar de forma original sus productos por las calles de Dublín. De esta manera, el tráfico de las calles centrales se ve liberado, los transeúntes disfrutan de un transporte ecológico a la vez que divertido y los patrocinadores emplean su presupuesto de márketing en anuncios que respetan el medio ambiente.

En este vídeo podéis ver los taxis ecológicos de Toronto, que son muy parecidos a los de Dublín.

2009/06/09

De espaldas

Hoy entré en mi casa de espaldas para ver si era posible dar marcha atrás y enmendar los errores del pasado, hacer penitencia y esas cosas de las que oí hablar durante demasiados sermones. Ocurrió algo curioso; en lugar de volver al pasado y darme la sensación de haber vivido ya todo aquello, los trazos de mi casa se hicieron más insistentes, más vívidos, como si acabasen de comenzar una historia. Me fijé por primera vez en la composición que formaban el baúl, el espejo y la bolsita de tela de la entrada y los saludé con una mirada de dentro.

Di marcha atrás por el salón y me pareció descubrir por primera vez los marcos de fotos de la pared de la cocina. Sonreí a mi madre, a mi tía, a mi prima y a mí misma, esperando que se manifestara el primer error del pasado para llevar a cabo la misión que me había encomendado. Llegó el primer recuerdo, demasiado vergonzoso para escribirlo, para darlo a conocer a los lectores que sois vosotros. Más que error, era un recuerdo de una molestia existencial, así que dejé de pensar en ello y seguí dando marcha atrás.

Llegué a la sala pensativa y valiente, juguetona y divertida con aquel paseo dentro de la existencia que me hacía vivir dichas nuevas en vez de llevarme a lo ya vivido. Decidí escuchar de espaldas la canción que me persigue este mes.



Abrí los brazos en posición de crucifixión y me moví al instante con picardía y hacia atrás a un son conocido en un baile totalmente devorador y nuevo que sonaba hacia delante mientras yo daba marcha atrás en el tiempo. “You string along, you string along”. El pasado volvió y me trajo la imagen de un cuerpo en posición de crucifixión, caminando hacia atrás mientras explicaba la historia de aquel pueblo que caminaba hacia atrás hacia el futuro de cara al pasado, pues pensaba que el presente y el pasado es lo único que tenemos. Pensé si el futuro me haría tropezar con la mecedora igual que ocurrió en mi casa y pensé que sí. Tropezaría si seguía queriendo retocar el pasado. Sin embargo, no me veía preparada para darle la espalda al pasado, con sus errores y aciertos, y caminar hacia el frente a un futuro desconocido. Lo había hecho toda la vida, pero hoy resultaba ridículo caminar hacia delante.

Encontré la solución mientras Culture Club dejaba una cierta melancolía en mis brazos alzados como un dios. A partir de ahora caminaría de lado, con un ojo en el pasado y el otro en el futuro. Pensé que sería más fácil si fuese un ave, pues podría avanzar sin perder de vista ninguno de mis planos de la existencia. Y así fue como decidí que debía echar a volar. Abrí la ventana, salté al vacío, aspiré el aire puro y pié con todas mis fuerzas: ¡Lombrices!

2009/05/19

Prada y la mano

Prada era una sencilla hoja que pendía con gran ligereza de una de las ramas más cercanas al suelo. Quizás por ello su atención recaía en numerosas ocasiones en los paseantes de la avenida y, en general, en todo ser animado de los que poblaban su entorno. También aspiraba el aire con gran entusiasmo, olía el abanico de aromas de la estación veraniega, se bañaba en las gotas de rocío y de lluvia que alzaban su espíritu al de una diosa y recogía los incontables sonidos que cercaban su espacio natural. Después de mucho escarceo con la brisa y el vientecillo de verano, aprendió a bailar con una gracia sin par y se balanceaba coqueta con una carcajada insonora que exaltaba sus colores.

Un buen día una mano llamó su atención. Había visto muchas manos similares, pero ésta en concreto la magnetizó y provocó la aparición de una mancha rosada en su nervadura, como una herida de mil sentimientos desordenados. La mano se detuvo frente a ella y le pareció que se le detenía la savia, presintiendo su tacto cercano. La espera del acercamiento la azoraba y la alegraba por dentro. Los dedos se aproximaron lentamente, con un halo que prometía pasión humana. Sintió un roce ligero, casi imperceptible, y supo que había abandonado su realidad y había pasado a convertirse en amor puro y vibrante en un mundo inquietante y apaciguador. Un hilo rojo invisible fue creciendo entre Prada y la mano que la había tocado.

Todo habría seguido el curso normal de los acontecimientos amorosos a los que estamos acostumbrados los humanos si no perteneciese la hoja a un mundo ajeno a todo lo que denominamos “normal”. Por ello, numerosos fenómenos comenzaron a sucederse entre sí, todos ellos desencadenados por los celos del más poderoso de los elementos del mundo de Prada: el viento. Al ver aquel gesto de amor tan puro y tan natural, al identificar el hilo prohibido, comenzó a rugir y a azotar sin piedad las ramas del árbol que alojaba a Prada. Los bramidos del viento convirtieron el baile de la hoja en un balanceo frenético, en una lucha a muerte para evitar su desprendimiento de la rama.

Mientras tanto, la mano observaba la escena perpleja, sin saber qué hacer. Veía sufrir a su hoja y no entendía las reglas de este mundo al cual pertenecía Prada. Quería ayudarla, pero no sabía cómo. Comenzó a moverse nerviosa, a abrirse y cerrarse, a cansarse, a dibujar puños en el aire y a esgrimir objetos. La hoja descubría nuevas facetas de la mano que distaban de la ternura que había presentido en ella, pero el rojo hilo invisible de aquella poderosa atracción seguía presente. El viento no quería que la mano se acercase a Prada y la mano no cejaba en su empeño de encontrar una solución. Amaba aquella hoja y buscaba el modo de combatir este desatino del destino. No podía dejar que muriese.

Pasaron los días. La mano aparecía día tras día bajo un temporal de muerte, poniendo en peligro su propia vida a fin de visitar a la hoja y ver si todavía seguía existiendo. El viento seguía agitándola, pero Prada resistía sus embates. Un día la mano pensó haber encontrado la solución a la amenaza del viento. Aquella gran idea sería su gran destrucción, pero la mano no lo sabía. Trajo una bolsa de plástico de una casa y la colocó amorosamente alrededor de Prada. La hoja intentó disuadir a la mano, advertirla del daño que traería consigo su acción, pero la mano no entendía el lenguaje de aquel mundo. Prada dejó de sufrir a causa del viento y también dejó de percibir los aromas, los sonidos y las visiones que la hacían sentirse viva.

La bolsa la separaba del hilo rojo, de su mundo, de sí misma. Dejó de conocerse e inventarse. Dejó de sonreír coqueta y de bailar con los elementos. La bolsa la estaba sofocando y aquella mano, que una vez había visto elevarse al aire en forma de puño, se le apareció como un carcelero. Sus sensaciones estaban tan diluidas dentro de aquella maldita bolsa que ya no encontraba señales de atracción ni amor por aquella mano, aquella mano distinta a las demás, que había llamado su atención.

Sólo cuando la mano vio a Prada enrojecer dentro de la bolsa y sólo cuando ésta se desprendió del árbol, sólo entonces comprendió que la bolsa protectora la había ahogado.

2009/04/28

La “Funky Seomra”

Numerosos desconocidos se unieron gracias al poder de la música y construyeron un tren humano que vibró en el salón de baile con la energía de los dioses que creó la fiesta funky


Aquel sábado por la noche sería como otro sábado cualquiera sino supiera que era el tercero del mes y eso significaba asistir a la Funky Seomra en un local de Dublín. En esta fiesta funky habría música de diferentes estilos, espacio para bailar, cojines y puffs donde descansar y tomarse un té relajado o algún zumo, o incluso una ensalada o alguno de los deliciosos postres caseros. Habría juegos de mesa, hullahops, globos, decoraciones fantasmales y animaciones visuales de gran poder evocativo. Y, sobre todo, habría personas diferentes que no se avergonzarían de mostrar su diferencia en la pista de baile, aunque no hubiese alcohol ni drogas en el local.

Es difícil escribir algo sobre esta fiesta porque cada vez que asisto es distinta. He ido cuatro veces y las cuatro veces he vivido una experiencia diferente y única.
(Flor)


Lo que más me impresiona de la Funky Seomra es su elemento unificador; el saber que volveré a casa con una gran alegría, fruto de una misteriosa comunión.
(Árbol)


Aquel sábado volvían a estar allí mis dos fieles compañeras de baile libre y el alegre muchacho que se nos había unido hacía dos sábados de fiesta. Los cuatro nos mezclábamos con los demás de la sala, nos íbamos de paseo a explorar otra zona y bailar con otros amigos, nos reencontrábamos y teatrizábamos piezas musicales exóticas con mucho humor. A veces nos uníamos a algún tren creado con espontaneidad. Otras creábamos nosotros algún baile o movimiento espontáneo e invitábamos a otros a unirse. La música nos reavivaba, el calor humano nos reconfortaba, el agua envasada nos reponía.

La Funky Seomra es otro mundo, se parece mucho a una discoteca, pero a veces recuerda a las memorables fiestas de pueblo o incluso a los bailes de boda. Es tan familiar.
(Tierra)


Quería encontrar un lugar donde no me sintiese un bicho raro por no apetecerme beber unas copas en el país de la Guinness. Lo he encontrado y es algo especial.
(Vida)


Aquel sábado como todos, después de bailar y recrearnos en un ambiente sano, familiar y entrañable, nos preparamos para despedir la noche a la 1h de la mañana con el típico baile que en nuestro grupillo llamamos "de las hadas". Como posesos por un poder musical inefable, creamos entre todos los asistentes un círculo de cuerpos danzantes en espirales de vida y energía. Como indios alrededor de una invisible lumbre al aire libre, descubrimos la fuerza de nuestro interior y de la unión con los demás a través de un baile que nos convertía en dioses por una noche, en hadas mágicas de un mundo hermoso.

La Funky Seomra no se puede expresar
con palabras. Hay que vivirla para sentir sin drogas ni alcohol la alegría de ser humano.
(Amor)

http://www.dancefree.ie/

2009/04/07

El músico

Véase la primera parte: En busca de la felicidad

El refugio más cercano era el arco de piedra del complejo de la Catedral que da entrada a la Azabachería y hacia él se dirigió el Sr. Orato antes de empaparse del todo. La música se hizo más intensa o quizás comenzó a sonar. Un joven veinteañero, sin duda extranjero, dejaba que una guitarra recordase los clásicos de su país de origen. El músico era pésimo, pero los acordes atraían la atención de los desdichados transeúntes que caminaban al trabajo. En lugar de sombrero, el joven utilizaba un pañuelo estampado como recaudador de los debidos impuestos de entretenimiento callejero. El Sr. Orato contuvo su indignación con una mueca indescifrable. No sólo le irritaba que este joven destrozase las cuerdas de aquella guitarra, sino que además no podía aceptar el modo en que su pañuelo dejaba que las monedas se mezclasen con el empedrado de forma desordenada. El jovenzuelo aquél no exhibía ningún orden, ningún decoro. Llevaba una camisa holgada con motivos indios con unos pantalones a rayas de múltiples colores, el pelo largo, las gafas sucias y un pendiente en el orificio izquierdo de la nariz. El Sr. Orato se enfureció ante tal falta de gusto. Y al mismo tiempo, sin saber cómo ni por qué, reparó en que se veía reflejado en aquel muchacho y sintió una gran ternura hacia él mezclada con ciertos toques de melancolía. Era tal el poder de ambos sentimientos que el Sr. Orato decidió que había llegado el momento de actuar y dejarse de vivir la vida como mero espectador. Tenía que conseguir que aquel pobretón dejase de torturar a los clásicos.

-- Oye, chaval, ¿de dónde eres?

La música se detuvo con una sonrisa irónica escondida tras los ojos del Sr. Orato, que ahora tenía la cartera en la mano. Extendió un billete de cinco euros y lo situó en el centro del pañuelo, colocando las pocas monedas visibles por los bordes a modo de muralla. Mientras tanto, seguía hablando con el extranjero.

-- Estoy irlandés

"Estoy irlandés” – pensó el Sr. Orato. Este jovenzuelo no sabe ni cómo hablar en cristiano.

-- Yo soy de aquí ¿Y cómo va la lucha contra los ingleses?

El irlandés lo miró entre extrañado y dolido, como preguntándose qué querría aquel hombre entrado en años que interrumpía su música y parecía burlarse de su país. El Sr. Orato se sintió azorado. Había herido la sensibilidad del pobre joven, sin lugar a dudas. Y es que sus cincuenta y tantos suponían una brecha generacional difícil de superar. La culpabilidad era una emoción desconocida para aquel explorador en busca de la felicidad, pero comenzó a aparecer dentro de su cuerpo y el Sr. Orato, que había descubierto aquella mañana que tenía sentimientos que podía vivir con una profundidad entre dolorosa y placentera, comenzó a sentirse muy cansado, enfadado consigo mismo por haberse burlado de aquel rapaz, pobre inocente objeto de su desconocida ira. Quería reparar el daño, pero no sabía cómo….Su cuerpo actuó por él. Se apoderó de la guitarra y comenzó a afinar el instrumento, mientras preguntaba al músico qué le traía por Santiago. Éste pareció relajarse y el Sr. Orato se tranquilizó a su vez, redimido de su pequeña falta.

-- Yo vengo de pequeño pueblo, de la costa, cerca de Cork, ¿conoces? Acabé estudiar en junio y quiero conocer España, vivir un poquito antes de empezar trabajo. Aún soy pequeño, quiero disfrutar la vida. Cerveza muy buena aquí - echó una carcajada -- ¿Dónde aprendiste a tocar?

-- No sé

El Sr. Orato soltó la guitarra despavorido. Estaba tocando como un profesional y no se acordaba de haberlo hecho nunca. Su pasado se le aparecía como un sueño en el cual las horas pasaban tras la mesa de una oficina, las comidas y las cenas a solas, sus horas frente al televisor, las infrecuentes visitas a los familiares y su pulcritud de caballero santiagués. Aquella pregunta le despertó otra vida dentro de sí que no recordaba bien, pero inspiraba terror y un insano malestar, melancolía también, otra vez. El mundo, su mundo, pareció tambalearse por un momento. La guitarra parecía haberse apoderado de él o quizás su cuerpo se había apoderado de él y sabía más de sí que él mismo. Se asustó hasta el terror y comenzó a temblar. Le devolvió la guitarra al irlandés y se miró las manos con recelo. No había lugar a dudas, se estaba volviendo loco. Para compensar su inquietud, su introversión, su torpeza y el repentino ataque de angustia que no podía ocultar a los ojos de aquel joven, tomó el pañuelo y vació las monedas en su sombrero.

-- Te dejo eso ahí. Tengo que irme – murmuró o al menos pensó que murmuraba.


Mientras tanto, el cielo se había despejado y la mañana primaveral creaba un arco iris memorable que pasó desapercibido al Sr. Orato, perdido dentro de sí, concentrado en aquel incipiente recuerdo de una existencia distinta a la recordada con claridad aquella mañana. Desesperado a sabiendas de que existía algo dentro de sí que no alcanzaba a reconocer, se encaró con San Martín Pinario y proclamó con viva determinación: “Déjame encontrar la mariposa; quiero recordar" Y calló de rodillas pues sus palabras lo habían sorprendido y asustado a un tiempo. De nuevo las lágrimas brotaron de su interior y, mientras lloraba, suplicó con ambas manos en forma de ruego, sin perder de vista la fachada de San Martín Pinario. Poco a poco volvió la tranquilidad. Y ahora sí, vio el arco iris y sintió aquella nueva dicha dentro de sí. Algún día…


(Continuará...quizás)

2009/03/17

Un año más celebramos el día de San Patrick

Desde Dublín, Irlanda

Voy a dejar a un lado las celebraciones de los demás días, que han ido aumentando en los últimos años, para centrarme en el día más esperado, el de San Patrick o San Patricio, en el cual numerosos irlandeses y muchos extranjeros se atavían con colores verdes y naranjas: enormes sombreros, gafas con el símbolo del trébol, caras pintadas con banderas y más tréboles, fulares, pelucas pelirrojas, barbas, barrigas de bebedores de cerveza; lo inimaginable convertido en símbolo del irlandés típico, pero siempre en los mismos colores, verde y naranja, para salir a la calle a celebrar un año más la existencia de este Santo, conocido entre los irlandeses por haber liberado a la isla de las serpientes.


Lo más típico en este día y algo en lo que muchos irlandeses han perdido el interés es ir al desfile de San Patrick. Suele empezar a las 12h de la mañana, hora irlandesa, decía una amiga de este país, es decir, unos minutos más tarde de las 12h para no romper la tradición de la poca puntualidad de estos isleños. Este año el sol nos saludó desde la mañana y por primera vez en su vida muchos irlandeses pudieron asistir al desfile sin los habituales abrigos.



En los últimos años el desfile parecía haber mejorado; había carrozas impresionantes, gigantescos globos, animación continua, la gente reía, pitaba, gritaba.



Este año se nota la crisis hasta en el ambiente festivo del día de San Patricio: casi no nos enteramos de cuándo empezó el desfile y desde luego no nos dimos cuenta de cuándo acabó hasta que la gente empezó a tomar las calles. No hubo una presentación y un cierre espectaculares.



Y la gente no tenía ganas de participar; no hubo gritos, ni palmoteos, ni pitidos. Estuvo más bien soso. Habrá que probar suerte el año próximo.



La fiesta continúa en los pubs, donde se encuentran la mayoría de los irlandeses. Allí me dirigí con mi pequeña comitiva después de degustar un plato típico irlandés (“Irish stew”) en uno de los cafés locales.



La música en directo, las canciones tradicionales, la cerveza verde o negra o rubia, las pelucas, los atuendos múltiples ya mencionados y los colores constantes del día, verde y naranja, adornan los pubs y nos desean una feliz celebración hasta el año que viene. El desfile no ha sido de los mejores, pero celebrar este día ha valido la pena. Hip!!

2009/02/24

Vicky Cristina Barcelona

Todos buscamos lo mismo pero no todos lo encontramos en la misma forma de vida y algunos nunca lo encontramos; otros lo encontramos y luego lo perdemos; otros lo encontramos y lo conservamos durante mucho tiempo; aunque creo que la mayoría andamos dando tumbos por la vida y a veces ésta nos sorprende a algunos y acabamos en el lugar donde queríamos estar desde un principio sin saber cómo y sin necesidad de buscarlo. Lo encontramos por accidente o siguiendo la ley del wu wei: "acción sin acción".

En la película dos norteamericanas, Vicky y Cristina, se van a Barcelona a pasar unos días. Vicky parece tener muy claro qué quiere hacer con su vida; Cristina no tiene ni idea, pero está dispuesta a experimentar. Ambas evolucionan en la película y aprenden de su interacción con una simpática pareja de pintores. Los pintores, Juan Antonio y María Elena (Javier Bardem y Penélope Cruz), están divorciados pero mantienen una extraña amistad. La película explora de forma superficial y divertida, como lo suelen hacer las películas de Woody Allen, las diversas formas de vivir el amor.

Vicky pone a prueba la forma de vida que ha elegido y se arriesga a perderla para descubrir que, en efecto, estaba en lo cierto y esa era la vida que siempre había deseado. Aunque de las dos historias paralelas, ésta es la más tratada en la tradición cinematográfica.

La historia de Cristina es quizás más interesante por su novedad. A más de un corazón tradicional le producirá repelús el trío amoroso que forman los pintores con Cristina, pero si nos distanciamos de nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, quizás podamos reconocer el enorme valor que supone explorar una forma de vida que se sale de la norma. Cristina no sabe qué desea de la vida y tanto Juan Antonio como María Elena no saben el porqué del fracaso de su matrimonio, pero todos ellos se atreven a poner a prueba un experimento de amor a tres, en el cual todo parecer tener una cierta armonía. ¿Durará eternamente?

Los celos, el desamor, la incertidumbre, la tentación, la amistad y el amor, temas favoritos de Woody Allen aparecen entre los idílicos escenarios de Barcelona y Oviedo, tras la belleza de unos cuadros sugerentes y el acompañamiento de los sones de una guitarra tradicional.

Curiosamente hace no mucho tiempo tuve la oportunidad de leer un libro en el cual se ofrece una recopilación de las experiencias de varios matrimonios (y otras parejas) que han superado la prueba de los años. Vicky Cristina Barcelona me recordó a algunas de las historias del libro. Si os interesa el tema, la obra es “El matrimonio y sus alternativas” de Carl Rogers. Son historias reales de personas que han vivido en distintos tipos de relaciones: unas exploraron el amor fuera de la pareja; otras crearon comunas con diversas relaciones entre sus miembros; otras vivieron algún fracaso en sus primeros (o segundos) matrimonios y aprendieron de sus errores para alcanzar un matrimonio más acorde con lo que necesitaban. Es un libro interesante porque muestra el valor de ciertas personas por experimentar con la vida y por no dejarse llevar por la mentalidad de cordero que abunda, por crecer dentro o fuera de su vínculo afectivo y por ser tolerantes con el camino de crecimiento que elija su pareja. Es un libro que anima a aquellas personas que no saben lo que quieren, como Cristina, a lanzarse al escenario de la vida y a probar nuevas experiencias.

Ahora coloquemos un vídeo más tradicional, que sin duda nos hará reír después de estos comentarios y, sobre todo, si hemos visto la película de Woody Allen.

2009/02/14

El ramo de rosas

Hoy es el día de San Valentín. Nunca me fijo en este día excepto cuando no tengo pareja. Me encanta ponerme melancólica y soñar con los tiempos pasados, con los que están por venir y con todos esos sueños que nos inyectaron cuando niñas a todas las mujeres de mi generación.

Al ver pasar a ramos de flores colgados de hombres y mujeres, recuerdo un episodio verídico que viví hace más de diez años….

Soneto XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena,

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

(Garcilaso de la Vega)

Perdonad este inciso, que se me va la cabeza con tanta melancolía y tanto enamoramiento. Volvamos al episodio verídico.

Hace muchos años paseaba con por aquel entonces mi "amigo" y una de mis mejores amigas en una noche preciosa por las calles de una de las ciudades más mágicas de Europa: Estrasburgo. La luna escuchaba nuestros pasos por las calles empedradas, mientras el canal mostraba su reflejo y la casaba en la iglesia de Saint Paul. Nuestras risas se mezclaban con el silencio de un anochecer lleno de posibilidades.

De repente vimos a un grupo parejo venir hacia nosotros. Uno de los chicos llevaba un gran ramo de rosas en los brazos. Todos nos fijamos en él, cargando orgulloso con su precioso regalo. Lo que no nos esperábamos fue lo que ocurrió a continuación. Se paró en seco delante de mí y me ofreció el ramo con una sonrisa. Y, así, sin más, sin darme ni un momento para darle las gracias ni casi respirar, el grupo desapareció tal y como había aparecido en la noche mágica de Estrasburgo.

Evidentemente todo aquello nos pareció de lo más gracioso y seguimos riéndonos con ganas. A mí se me hacía raro caminar con aquel ramo en la mano, pero me sentía orgullosa de haber sido elegida. En uno de los puentes sobre el canal, las posibilidades de la noche se mostraron en todo su esplendor. Un grupo parejo al nuestro se nos acercaba. Animada por las voces de mis amigos y medio decidida, escogí a uno de los chicos del grupo y le planté el ramo de flores en los brazos sin darle tiempo a darme las gracias ni casi respirar.

En San Valentín siempre recuerdo la historia de aquel ramo de rosas y me pregunto qué ocurriría después, si aquel chico lo pasaría a su vez a otra persona y aquella a su vez a otra. También me imagino que vuelve a ocurrir, que un ramo vuelve a pasar de mano en mano en tal día como hoy y que no queda nadie sin saborear la alegría del regalo y del amor en el día de los enamorados, que también puede ser de los enamorados de la vida, como una presente.

No olvidemos a Garcilaso y disfrutemos de este día. ¡Carpe Diem!

2009/02/03

En busca de la felicidad

El Sr. Orato se levantó un día resuelto a encontrar la felicidad. Era un propósito que había fraguado en las alas de Morfeo y que, en lugar de elevarlo, como cabría de esperar en tales vuelos cósmicos, lo habían sumido en la más mísera depresión matutina. Pero el Sr. Orato era un hombre de recursos, aunque algo convencional. Había vivido siempre atado a un pañuelo de seda, a una posición equilibrada en un trabajo gris, a la soledad de un corazón desatendido y al desdén por aquellos que se hacían preguntas innecesarias sobre la existencia. Y he aquí que se hallaba ahora, después de tantos años sin deseos por satisfacer, asediado por esta repentina obsesión. Necesitaba dar con el paradero de la felicidad, que se había manifestado en su sueño como una mariposa de alas violáceas. Extraño presagio, dirían los dotados para la adivinación. Interesante mensaje del subconsciente, afirmarían las almas freudianas. Bobadas, resolverían los escépticos.

Cuando el Sr. Orato se proponía algo, no había ser en este planeta, ni obligación, ni moral capaz de detenerlo. Por ello, trazó un plan para ese día que culminaría en el ineludible encuentro con el famoso ente conocido como la felicidad. Llamó al trabajo para pedir el día libre aludiendo asuntos personales de extremada importancia; husmeó su armario buscando un atuendo acorde con la misión que lo esperaba en las calles de Santiago y, tras dudar durante unos segundos, se vistió el traje de explorador de su abuelo. Si la felicidad era una mariposa, sólo necesitaba un cazamariposas para que esta vestimenta fuese perfecta: casco quijotesco, pantalones bombachos, camisa descolorida, que se remangó cuidadosamente, y por último unas botas todoterreno. Las botas no eran su número, así que volvió a conocer un instante de inexplicable desolación. Y una duda se coló en el hueco existente entre sus dedos y la punta de las botas: ¿y si no encontraba la felicidad? Aquello lo hundió en la más desdichada de las muecas faciales que jamás había visto en su impecable espejo tallado.

Salió a la plaza de la catedral sopesando si el dolor que sentía en el pecho correspondía a la indigestión del desayuno rápido engullido en uno de los bares o a un mal mayor de carácter desconocido relacionado con su amargura particular. Agarró con ambas manos su cámara de fotos que, a falta de binoculares, completaba su atavío y masajeó disimuladamente su pectoral sin dejar de preguntarse las cuestiones más insólitas sobre su vida. En ese momento una imagen llamó su atención y hubo de sentarse petrificado en uno de los bancos de piedra de la plaza. El gran edificio de la catedral se mezclaba con el cielo y posaba majestuoso entre besos de rayos violáceos que se tornaban amarillos. Piedra oscurecida por la falta de luz del día; rayos tímidos del amanecer; caricias de amante. Y sus mejillas estremeciéndose de placer ante el calor de su propia agua salada. Dejó correr las lágrimas extasiado ante aquella hermosura. La cámara de fotos seguía colgada a su pecho, pero tal era la cantidad de sentimientos que asaltaban el corazón del Sr. Orato que aquel detalle le parecía superfluo en comparación con la inmensidad de lo que estaba experimentando.

Al tanto sus lágrimas se mezclaron con otros elementos acuosos procedentes del desconocido cielo. Había comenzado a llover y el Sr. Orato se relamía y saboreaba la lluvia como un loco. Levantaba los brazos y saltaba con auténtico gozo infantil. Sin percatarse de lo que lo rodeaba, se movía de un lado a otro, saltaba, reía, lloraba y se olvidaba de su propósito de la mañana, perdido en el momento aquel de sentirlo todo. Por fin después de cuarenta y pico años insípidos, había comenzado a vivir y aquel era su bautizo a esta vida, regalo de la mariposa. Al rato, comenzó a sentir cierta intranquilidad de nuevo y al observar las miradas de incomprensión y de burla de los transeúntes, adquirió una sospecha sobre sí mismo: estaba volviéndose loco. Y el terror comenzó a apoderarse de todo su ser. Y, mientras sentía el temor ante la vida y el que pudiera pensar su hermandad de humanos, mientras su conciencia lo hacía más vulnerable que nunca al ojo ajeno, una dicha particular, extraña, amarilla y violácea por su sabor dulce y amargo, le atrapó las entrañas y le habló telepáticamente de un gran amor que jamás abandonaría su interior.

(Continuará…quizás)